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Zoe se aclaró la garganta y se levantó de su regazo para volver a sentarse en su silla mordiéndose la mejilla. No sabía por qué había hecho eso, es normal que estuviera susceptible y se dejara llevar, pero había elegido el peor momento de su vida. Hubiera preferido un beso apasionado y puramente sexual, pero aquello había sido diferente. Habían saltado chispas y ella no se quería quemar.
Miró al chico que se mordisqueaba el labio sumido en sus pensamientos y le sonrió un poco.

— Vale, tenías razón; eres cariñoso.

El chico se encogió de hombros y le sonrió abiertamente de nuevo. Ella volvió a maldecirse por no haberle conocido antes, quería a alguien así en su vida, era el tipo de persona con la que siempre había deseado estar.

— Entonces... ¿ya no te hace falta el chaleco para la próxima vez, no?

— Nop...

— ¿Y eso cuando será, cuando te volveré a ver?— el castaño agarró su mano y jugueteó con sus dedos. Fue cerrando uno a uno hasta que dejó el índice fuera y se lo llevó a Zoe a la nariz.

Zoe se rió.

— Es complicado...

— Si me dices que no te voy a volver a ver me desarmas.

Sinceramente Zoe prefería no volver a verle que verle en el Etéreo. Pero... ¿Cómo contarle lo que estaba a punto de hacer? No volvería a mirarla de la misma forma nunca. Lo hacía como si ella fuera alguien que merece la pena y sus ojos brillaban cuando sonreía. ¿Cómo decirle que si la viese tendría que pagar por ella? ¿Cómo decirle que verle fuera de ese lugar estaba terminantemente prohibido? No podía.

— Lo siento.

El chico soltó su mano y se volvió a reclinar en la silla. La miró dolido.

— ¿Por qué? ¿es que he hecho algo malo?

— No claro que no. Si tuviera otra vida para vivir caería por ti sin dudarlo.

La chica le sonrió pero él no le devolvió la sonrisa esta vez.

— ¿En otra vida? ¿y por qué no en esta?

El chico que le pedía explicaciones y le ofrecía una historia de amor se llamaba Jungkook. Zoe recordó su nombre. Lo que no sabía es que lo recordaría para siempre.

— No puedo.

— ¿No puedes o no quieres?

— No puedo— repitió apartando la mirada.

— ¿Eso quiere decir que yo te gusto pero no puedes estar conmigo? ¡¿Por qué?!

— Claro que me gustas— se mordió la mejilla pero no dio más explicaciones.

Le dio vergüenza admitir que le gustaba, pero como no hacerlo. Sentía como si llevaran toda la vida conociéndose y en cambio era la segunda vez que se veían y ya había sentido más con su roce que con cualquiera de sus antiguos novios.

— ¿Tienes pareja?

La chica negó con la cabeza.

— Pero... ¿estás enamorada de alguien?

Zoe pensó en Dallas ¿Estaba enamorada? No, claro que no. Ni siquiera era amor, era una obsesión como la canción.

— No. No hay nadie.

— Entonces no lo entiendo... ¿temes que te haga daño? ¿es eso?

La chica volvió a negar.

— No quieras saberlo.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora