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Zoe se sorprendió cuando vio a Dallas detener de repente su entrenamiento y quedarse mirando hacia la esquina opuesta durante largo tiempo con los hombros tensos. Sentía intriga y también estaba preocupada ¿qué es lo que veía y por qué estaba hablando? Salió al patio para poder acercarse un poco y alcanzar a ver la esquina donde el chico había fijado la vista pero justo cuando empezaba a encontrar el ángulo de visión el chico se giró y se encaminó hacia donde ella estaba.

— Déjame vivir...— decía el chico con cansancio apartando el brazo como si algo invisible le hubiese agarrado.

Se paró en seco cuando vio a la chica mirarle mientras se abrazaba el cuerpo y apretó los dientes cuando Dak-ho se acercó a ella por la espalda y le olió el cuello.

— No la toques— amenazó.

—¿Qué no toque a quien Dallas?— preguntó la chica asustada.

"— Frutos rojos, tarta al horno, vainilla, lirios, almizcle..."

Zoe vio como el chico hacía un gesto de dolor y se llevaba la mano al oído, cuando la retiró tenía sangre. ¿Cómo se lo había hecho? Fue tan rápido que no le había dado tiempo a ver el movimiento.

— Que no la toques te estoy diciendo...

La chica se dio cuenta que no era con ella con quien hablaba, los ojos del chico estaban fijamente posados por encima de su hombro de manera agresiva. Sentía un aire frio y extraño como si alguien estuviera soplando sobre su cuello, se estaba sugestionando y empezaba a delirar ella también.

— ¡Aquí no hay nadie!— gritó la chica casi en llanto.

Dallas la estaba atemorizando, quería que volviera a ser él. Zoe empezó a girarse totalmente aterrada de que hubiese alguien de verdad a su espalda.

— No te des la vuelta.

El pobre corazón de la chica iba a mil por hora. No era un secreto que era una miedica, pero ¿por qué prefería poner su juicio en duda aun sabiendo que tenía un problema mental? ¿Y por qué de repente olía a rosas marchitas?

— Nada de lo que tenga detrás es real, está solo en tu cabeza...— dijo la chica autoconvenciéndose.

El frío se hacía más intenso y le erizaba la piel.

— Dios Zoe, ven...

La chica corrió a sus brazos y se encaramó a él muerta de miedo. ¿Qué sentido tenía eso? ¿No debería huir de él que era quien la estaba llevando al borde del pánico? Dallas cerró fuerte los ojos y hundió la cabeza en su cuello abrazándola también.

— ¿No es real?— le preguntó entre susurros.

— No es real, no lo es...— dijo empezando llorar. Después giro la cabeza lentamente al lugar donde antes estaba y sonrió apenada por su chico de plata. Allí no había nadie.— No es real, Dallas.

El chico levantó la cabeza y miró hacia donde Dak- ho estaba hace tan solo unos segundos.

— ¿Se ha ido?—le preguntó.

A Zoe le daba mucha pena, no sabía que hacer. Reforzó el abrazo y le acarició la nuca.

— Si, se ha ido.

La chica vio como Dallas fruncía el ceño como si hubiese algo que se le escapaba.

— ¿Me he reído?— Zoe negó con la cabeza confusa— Pues si no me he reído entonces le has echado tú.

Nada de lo que decía tenía sentido y le recordaba demasiado a un niño. Sus brazos le rodeaban la cintura fuertemente y se estaba pelando los labios de tanto morderlos. Su cuerpo estaba ardiendo como si tuviese fiebre y seguía empapado en sudor.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora