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Tenía razón. Después de esa noche nada sería lo mismo. Nunca podría conformarse con menos de lo que él le había dado. Zoe descubrió que lo que había experimentado con sus chicos anteriores no era ni la cuarta parte de lo que podría llegar a sentir. Ella nunca había considerado que pudiera tener un vacio en el terreno sexual, no se paraba a pensar en por qué cerraba los ojos con molestia cuando sentía el peso de Kyle encima de su cuerpo o por qué le costaba terminar aunque estuviera caliente. Faltaba algo muy importante y era justo lo que Dallas le había enseñado. Él le hizo olvidarse de sus inseguridades, disfrutar de la humedad entre sus piernas, excitarse con las palabras y a sentirse deseada solo con una mirada. Y aunque todo el asunto pudiese sonar a perversión a ella le había parecido uno de los momentos más bonitos e intensos de su vida. Habían conectado. Había confiado plenamente en él.

Se había marchado de su habitación con la cabeza gacha pero no por vergüenza a lo que acabaran de hacer, el problema era la persona que le había hecho sentir lo que nunca nadie antes había conseguido. Alguien que vende su cuerpo y vende cuerpos ajenos, alguien que siente el sexo como una obligación. No quería significar para él solo un ejercicio de su mentor a su aprendiz. Quería algo más y eso era lo malo, porque a fin de cuentas él no sentía lo mismo, no la había besado, no la había acariciado ni le había demostrado ningún sentimiento más que la lujuria. Y qué bien se le daba... por algo era un artista.

Se levantó de la cama, sabía que sería imposible que se volviera a dormir. Se dio una ducha y se maquilló de forma discreta, cogió los mejores vaqueros que tenía. Le sentaban bien y hoy era uno de esos días en los que te levantas con el guapo subido, o  al menos eso le pareció a ella. Sacó unos cuantos billetes de la cartera y decidió que iría a comprar ropa, unas libras más o menos no marcarían la diferencia cuando tienes una deuda tan grande. Se puso las zapatillas de deporte y salió de la habitación.

Puso los ojos en blanco cuando vio a Suni echada en el sofá con la ropa del día anterior. Aún tenía una botella de vodka en la mano que reposaba sobre el suelo y una pierna subida al respaldo, su boca estaba abierta de par en par. Recogió un poco la mesa y puso la lavadora, recopiló los platos en el fregadero, se volteó y se dio de bruces contra un cuerpo.
Dallas estiró el brazo por encima de su cabeza, abrió la puerta del armario para coger un vaso y lo posó en la encimera sin despegarse de la chica. Inclinó el cuerpo hacia el otro lado cogiendo la cafetera y rozó sus partes con las de ella al hacerlo. No la miró, no sonrió, solo se sirvió el café con Zoe atrapada entre su cuerpo y el mármol de granito. Dio un trago e inclinó la cabeza hacia atrás, dejando su nuez de Adán a la altura de los ojos de la chica que rápidamente deslizó la vista por el pálido y definido torso del chico sin camiseta.

— Buenos días, muñeca.

Dijo dando la vuelta de nuevo a su habitación.

                                       🗝

"—Jimin, Jimin, Jiminie, Jiminie, Jiminie."

El chico se recostó contra la puerta y dejó que su cuerpo se deslizara hasta sentarse en el suelo.Se rodeó las piernas con los brazos y reposó la cabeza en las rodillas.

"— Masoquismo, acrotomofilia, necrofilia, sadismo, voyeurismo, zoofilia, froteurismo, agonophilia, alorgasmia, catafília, choreofilia, 
consuerofilia, ipsofilia, keraunofilia, latronudia, tatefilia, xenofilia, morfofilia, knissofilia, parafilias, parafilias, parafilias, parafiLIASPARAFILIAS."

                                       🗝

Zoe fue directa al Starbucks del Camden town. Necesitaba cafeína, la falta de horas de sueño y el cansancio de recorrer el centro en busca de ropa había acabado con ella. Era demasiado indecisa y acababa dando mil vueltas antes de decantarse por una prenda u otra y ahora que contaba con poco dinero mas aún, en cuanto veía algo que le gustaba le daba la vuelta a la etiqueta y arrugaba la nariz con desilusión. De todas formas estaba satisfecha, le había costado trabajo pero al final había conseguido ropa bonita y a buen precio. Entró a pedir y salió a la terraza moviendo con gracia las caderas con su café mocha blanco en la mano, había que aprovechar cualquier rayo de sol en esa ciudad.
Se sentó en la única mesa libre que había y sonrió entrando en Instagram para ver las últimas actualizaciones de sus amigas. Levantó la vista de la pantalla un momento y vio a un chico castaño escribiendo concentrado en unos folios en la mesa de enfrente. Lo reconoció al momento, era el chico del Etéreo, el que casi la deja tuerta. Se mordió la mejilla y volvió la vista al móvil, no quería que levantara la cabeza de sus quehaceres y la sorprendiera mirándole. Nunca sabia que hacer en una situación como esta, apenas se habían visto unos cuantos minutos, ¿debería saludar? Lo más seguro es que ni se acordara de ella. Con su concentración puesta en dos cosas a la vez (mirar la pantalla era pura estética) vio de refilón como el chico levantaba la cabeza y dejaba de escribir mirándola. Después siguió a lo suyo y bueno, eso significaba que había pasado de ella.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora