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El hombre frunció el ceño y dejó de tocar a Zoe, se alejó unos pasos molesto.
La chica cogió aire y volvió a colocarse el tutú. Obligó a sus dedos a que dejasen de temblar y que sus movimientos aun en ese momento fuesen fluidos y eróticos.
No supo de donde sacó la fuerza para levantar la cabeza y sonreír de una manera encantadora y coqueta.

— ¿Le importaría esperar un momento?

El hombre estaba confuso pero aun así asintió embrujado por el encanto de la preciosa chica. Que le pidiese esperar solo aumentaba sus ganas de poseerla.

— Solo serán unos minutos, póngase cómodo por favor.

Cerró la puerta a sus espaldas y se posó en ella cerrando los ojos. Dallas iba a matarla, la iba a descuartizar y luego quemaría sus restos en cualquiera de los almacenes abandonados de los alrededores. Él tenía razón, no estaba preparada, su mente no lo estaba y su cuerpo se negaba a funcionar para ese extraño. Se sintió fracasada y más que nunca se angustió pensando en qué podría hacer para pagar la deuda que tenía si no era esto, qué otro trabajo podría conseguir que se ganara tanto dinero en tan poco tiempo. ¿De verdad lo había intentado o había tirado la toalla demasiado pronto? Aún estaba a tiempo de volver dentro...

Miró hacia el techo reteniendo las lágrimas y una mano la agarro bruscamente tirando de ella hacia el reservado de al lado. Dallas cerró la puerta de un portazo. Su mirada se clavó en ella de tal manera que la hizo encogerse en el sitio.

— ¿Qué estás haciendo?— preguntó entre dientes.

La chica no pudo contenerse y dos inmensas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
— N-no puedo, no puedo...

Quería decirle que enviara a otra chica a ocupar su lugar, que le diese tiempo pero de sus labios no salían mas que jadeos incomprensibles, estaba aterrada. Su cuerpo le picaba por las ganas que tenía de frotarlo para quitar el recuerdo de ese tipo en su piel.
Dallas se frotó la cara y estampó su palma al lado de la cabeza de la chica, se acercó encarándola mientras ella lloraba más fuerte.

— Volverás ahí ahora mismo, te disculparás... — redujo el volumen hasta ser solo un susurro— y te lo follarás como sé que sabes hacerlo.

— Él notará que no me gusta..., ¡basta con tocarme entre las piernas para saberlo Dallas!— lloriqueó.

El chico estaba muy pero que muy enfadado, si Zoe le dejaba mal no solo perderían dinero, si no un cliente valioso como pocos. Brandon había pagado el doble por Zoe que por el resto de los chicos, no volvería nunca por allí si hería su orgullo y lo rechazaba.

— Puedes... puedes enviar a otra...

— No— la interrumpió— no hay nadie que te pueda suplantar ¿no te das cuenta?— dijo desquiciado—Antes estabas mojada, utiliza eso, piensa en mí.

A Zoe un cosquilleo le recorrió el bajo vientre pero negó con la cabeza.
— E-eso me sirvió ayer, me pusiste tan ca-caliente... Pero antes me masturbé en cuanto te fuiste Dallas — la chica se tapó la cara muerta de vergüenza—y ahora soy incapaz de volver a encenderme si no es contigo.

El chico plateado sintió como una gran satisfacción le quemó el pecho. Su pantalón le apretó en la zona delantera sin poder evitarlo. La chica le decía que le necesitaba a él para que su cuerpo se activara y no había placer más grande que escuchárselo decir e imaginarla tocándose el sexo pensando en él en la intimidad.

— Maldita sea Zoe...

Los fuertes brazos de Dallas agarraron a la pequeña chica y la sentó en un tocador de manera brusca quedando entre sus piernas. No fue suave ni tierno cuando sin previo aviso hizo a un lado la braguita del tutú y deslizó la lengua de arriba abajo entre sus labios interiores.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora