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Dallas azotó unas cuantas cosas más mientras buscaba en su armario, dos meses ya le parecía poco para que estuviera lista, él mismo se estuvo preparando durante cuatro meses y resultó que aún le faltaba preparación para lo que se encontraría, tal vez toda una vida. Suerte que él no era como su mentor. No sabía por qué había accedido, esperaba no confundirse y que luego lo compensara con creces, debía tomárselo como una inversión o eso acabaría con sus nervios. La chica parecía inteligente asique pensó que no sería tan mala idea hacerlo así. Cuanto antes aprendiera antes empezaría a ganar dinero. Y si no funcionaba, si ella le decepcionaba... Bueno, mejor que no lo hiciera.
Se paró de nuevo frente a la chica y le dio una camisa suya, era de seda gris, acarició entre sus dedos unos cordones de cuero y se sentó en el sofá.

—Cámbiate.

Zoe aun estaba asustada, el chico la miraba como si quisiera arrancarle la piel a tiras, su personalidad había cambiado de un momento a otro y sin previo aviso. Empezó a caminar hacia su habitación.

— Cámbiate aquí. Quiero ver como lo haces.

El corazón empezó a latirle desbocado, decidió hacer lo que le decía antes de que sus piernas tomaran vida propia para salir corriendo y no hubiera marcha atrás. ¿No podía ser un poco más flexible? Tal vez le costara menos desnudarse si el volvía a ser medianamente agradable como estaba siendo antes. Cogió la camiseta y se la sacó por la cabeza. Agradeció ser una apasionada de la ropa interior y llevar un bonito conjunto de encaje negro, no quería que la atacara también por eso.

— Mírame.

La chica lo hizo, vio como Dallas deslizó la vista desde su rostro hacia su pecho después de segundos mirándola fijamente.

— ¿Es que no tienes sangre en las venas? Muévete, acércate, no sé, haz algo. ¿Qué harás cuando tengas que hacer un baile privado? ¿Cuándo te quieran follar? ¿Te quedarás auto compadeciéndote con los ojos brillantes de lágrimas?

Zoe mordió su labio inferior, eso era precisamente lo que estaba haciendo. Pensó en lo que él mismo le dijo, debía estar preparada y para eso necesitaba separar el cuerpo de la mente. Tenía que demostrarle que valía la pena como fuese.
La chica hizo un pequeño pero sensual movimiento con las caderas y Dallas que la estaba atravesando con la mirada se dispuso a levantarse del sofá.

— Déjalo, estamos perdiendo el tiempo.

Zoe pareció dudosa, pero terminó por empujarle y se sentó a horcajadas sobre él, se mordió el labio y se paso las manos por el pecho, estrujándolo y juntándolo a su paso.  El chico miró a esa zona y sonrió de lado.
Tomó la camisa y se la puso despacio, mirándole desde arriba y aprovechando el movimiento para rozar con su centro el miembro de Dallas que dejo salir el aire entreabriendo los labios. Fue cerrando los botones uno a uno, con los ojos relucientes de deseo fijos en los ahora oscuros y plateados del chico.

Cuando terminó, Dallas llevó sus manos hacia ella y le desabrochó un par, abrió la camisa despacio y acarició con un dedo lentamente la piel de su escote y cuando Zoe inclinó la cabeza hacia atrás excitada y disfrutando del momento, con la otra mano le atizó fuertemente las nalgas.

—¡¡Aah, Q-Qué?!!

Se impulsó con ella encima y la dejó caer en el suelo. Encendió un cigarro mirando el móvil.

— Péinate, maquíllate y no tardes. Ya llego tarde.

Tenía que admitirlo, la chica le había sorprendido para bien.

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Zoe terminó de peinarse el cabello ondulado y se lo había llevado todo hacia un lado con horquillas. Se había pintado con eyeliner la raya intensificando el aspecto gatuno de sus ojos y volvió a utilizar el rosa palo en los labios porque no tenía otro.
Sonrió de nuevo al recordar el mensaje de su hermano en el que le informaba que el Doctor había dicho que la situación de su padre no era tan grave. Que aunque debía operarle pronto no parecía correr riesgo.
Se reprochó mentalmente cuando olió la camisa por tercera vez, ese olor era adictivo, podría quedarse a vivir dentro de su armario. Se quitó los pantalones e inspeccionó que no tuviera ningún pelo, por si acaso, y después de mirarse al espejo decidió quedarse sin ellos porque le pareció que era más sexy. Es bien sabido que a los hombres les gustan las mujeres con camisas masculinas y nada debajo. Se puso un culote porque no quería enseñar las vergüenzas y se acomodó bien la camisa, asegurándose de que no se le veía nada. Se subió a los zapatos que aún no le había devuelto y después de respirar hondo salió fuera.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora