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— Dallas.

El chico miraba fijamente la carretera e ignoraba intencionadamente a Zoe, de vez en cuando se miraba en el retrovisor y se colocaba el flequillo o saltaba las canciones que sonaban en la radio hasta encontrar alguna que no le diese dolor de cabeza.

— Dallas, te estoy hablando — continuó.

— Ya lo sé, no has parado de hacerlo desde que nos fuimos.

Era cierto, Zoe estaba un poco borracha y eso la hacía hablar más de costumbre. Quería preguntarle todo lo que nunca se había atrevido y si decidía ser la aprendiz de Yoongi estaba segura de que nunca podría hacerlo.

— ¡Pues entonces contéstame! ¿Cómo llegaste a ser mentor?

La verdad es que en ese momento no le importaba si se enfadaba con ella por entrometida. Incomprensiblemente algo dentro de su cuerpo la incitaba a buscar su genio y podía sentir como sus zonas más intimas hormigueaban con la idea de Dallas encendido. No sabía qué pretendía con ello, y seguramente en cuanto lo lograse se acobardaría como siempre ocurría. Era un sinsentido, le odiaba por tratarla como lo hacía pero cuando el chico no la molestaba sentía la necesidad de que lo hiciese. La había hecho daño y mucho, pero ahora no podía evitar volver a evocar la imagen de Dallas entre sus piernas y como encontraba placer en sentirse frágil y pequeña entre sus brazos. Su alarde de poder la excitaba como nada lo había hecho nunca aunque jamás lo admitiese. En su cabeza estaba mal, era horrible, un monstruo, pero su cuerpo le gritaba todo lo contario y quería volver a someterse a él una y otra vez.

— No voy a contestar a ninguna pregunta personal— el chico se lo pensó mejor y miró hacia la chica con una media sonrisa— A no ser que sea de sexo, estoy muy duro Zoe...

Dallas se inclinó hacia ella y le mordió el hombro de manera muy sexy, hizo que la chica se estremeciera de pies a cabeza.

— Dallas... la carretera...

El chico se mordió el labio y adelantó las caderas enseñando su abultada zona a la chica pero volvió la vista al frente.

— ¿Y bien?

— No sabía que... que te gustaran los chicos— se mordió la mejilla y miró por la ventanilla para evitar su mirada que se había posado en ella de nuevo.

Zoe no había podido quitárselo de la cabeza ni un solo segundo, era extraño porque jamás se había excitado al pensar en dos hombres juntos, pero imaginarse a Dallas era algo que la sobrepasaba. Al contrario de los celos enfermizos que sentía al saber que estaba con otra mujer, saber que lo hacía con chicos hacía que su cuerpo se incendiara en llamas.

— Eso no es una pregunta muñeca.

— ¿T-te gustan los hombres?

Dallas cogió su barbilla para que le mirara y le contestó con una sonrisa pícara.

— Sí ¿Te pone caliente saber que me gustan?— Ver como Zoe arrugaba la nariz y escondía su cara entre las manos le dio la respuesta, estaba más roja que un tomate— ¿Quieres saber qué hice en el reservado? Podría contártelo si me das algo a cambio.

— ¿Qué tengo que darte a cambio?

— Oh... asique estás interesada en saberlo ¿eh? Qué traviesa, pequeña...

— Solo curiosidad.

Dallas inclinó la cabeza hacia atrás riéndose, estaba tan guapo cuando lo hacía.

— Seguro que si... ¿Por qué no empiezas quitándote el tanga?

Zoe se mordió y relamió los labios nerviosa, ¿debía complacerle? Sabía que entraría en un peligroso juego si lo hacía. Pero ¿qué demonios? Si era su última noche juntos al menos que valiese la pena.
¿Por qué no enseñarle todo lo que había aprendido gracias a él?
Empezaría por demostrarle como su vergüenza se había disminuido considerablemente.
Zoe sonrió de forma felina y se bajó la ropa de interior de encaje sin dejar de mirarle, levantando el culito del asiento y moviendo sus caderas de un lado a otro. Dallas no perdía detalle intercambiado la mirada de la carretera a sus movimientos cada pocos segundos. Gruñó fuerte cuando ella misma lo guardó en el bolsillo de sus pantalones, eso hizo que su polla se sacudiera como loca. Le estaba provocando, le estaba provocando mucho.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora