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Zoe sacó el tutú de la secadora y se lo llevó a la nariz, después comprobó de manera minuciosa que no se hubiese caído ningún brillante en el proceso de lavado.
Suni gemía de manera escandalosa en el piso de arriba. No podía comprender los ataques de celos que le entraban con Dallas si luego no dudaba en traer a hombres a casa para acostarse con ellos. No pensaba que fuera muy inteligente por su parte si quería conquistarle pero tampoco es que se pudiera esperar mucho de ella.
Se dejó caer a la larga en el sofá y habló por el grupo de Whatssap con sus amigas. Todas le imploraban que le sacara una foto destrangis a su compañero de piso demasiado curiosas por verle al fin después de la descripción que les había dado. A ella también le hubiera picado la curiosidad si le decían que alguna de ellas vivía con un asiático de pelo plateado y ojos del mismo color pero Zoe se negaba a complacerlas, más que nada porque le parecía imposible cogerle desprevenido y sacarle una foto.

El chico bajó las escaleras con cara de sueño, despeinado y sin camiseta. Tal y como le había dejado en la cama de madrugada. Estaba para comérselo.
Se encogió en el sofá como si no fuera a verla por hacerlo y se mordió los labios con nerviosismo mientras levantaba un poco el móvil disimuladamente y lo enfocaba.
El flash lo cegó.

— ¿Me acabas de sacar una foto?

— ¿Qué? ¡no!

Zoe quería morirse, ¡¿por qué narices estaba el flash puesto dentro de casa y a plena luz del día?! ¿de verdad no podía salirle nada bien? En cuestión de segundos su cara estaba más roja que un pimiento.

— Claro que lo has hecho. Déjame ver el móvil— dijo extendiendo la mano.

— ¡No! Fue sin querer. Estaba probando la cámara.

— ¿Te has comprado un móvil nuevo?

— No.

—...

—...

Dallas se inclinó hacia ella violando su espacio vital y le cogió el móvil a la fuerza. Se sentó a su lado y le pidió el dedo.

De nuevo era el mismo chico serio y frio de siempre, el mismo cabronazo que disfrutaba con las desgracias ajenas. Cogió su dedo y puso la huella en el iphone para desbloquearlo. La foto de Dallas se expandió en toda la pantalla para horror de Zoe. Se veía al chico de perfil mirar hacia el suelo mientras los mechones de su flequillo caían sobre la frente. Tenía un perfil muy marcado y bonito, la chica pensó que era una foto digna de admirar y contemplar si no fuera porque él soltó el aire molesto y la borró.

Tres mensajes nuevos:

— ¿Pero por qué eres así? ¿Lo quieres todo para ti, es eso?

— ¡Queremos ver al chino buenorro!

— Dijo que era coreano, no chino.

— ¡Eso, eso. Zoe pedazo de zorraaaaa enseñanoslooooooooo...!

Dallas levantó las cejas mientras leía a las chicas y Zoe arrugó la cara cagándose en la madre de todas ellas. Le miró en hito cuando levantó el móvil, inclinó la cabeza un poco, entrecerró los ojos y se sacó un selfie digno de todos los likes habidos y por haber. Después se levantó sin decir una palabra y tiró el móvil en su regazo sin darle la más mínima importancia.
Entró en la conversación en cuanto desapareció por la cristalera de la terraza.

— Hostia puta. Hostia puta. Hostia puta...— decía una de ellas.

— ¿¿¿¡¡¡Es él!!!???— otra.

— ¡¡Dios!! Está buenísimo...

— Cogeré el primer vuelo directo a Londres.

— ¡No mientas Zoe que cogiste la foto de internet! ¡Ese tío no es real!

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora