[84]

574 87 32
                                    

Algunas veces es difícil actuar con dignidad ante la persona que te hiere, es difícil seguir molesto con la persona amada. Jungkook era un buen ejemplo de ello, por muy desanimado que llegó a su apartamento, por muchas veces que maldijo y pensó que ya no más, en cuanto había escuchado la suave y melodiosa voz de Jimin pidiéndole disculpas su enfado desapareció casi de inmediato. Pero el miedo no desaparecía, no... Eso era algo con lo que había tenido que aprender a convivir.
Su mayor temor era que dejase de quererle, que se acabara el amor o, que tanto Jimin como Dallas se diesen cuenta de que no lo amaban realmente. Que todo había sido una ilusión.
Por eso aún seguía asustado, porque tenía miedo de que Jimin le pidiese tiempo para estar solo porque no estaba seguro de su relación. Le aterrorizaba que le dijese que no lo cuidara... cuando él sabía que a su pequeño le encantaba que lo hiciese desde que eran tan solo dos niños.
Aunque le costaba no hacerlo no quería sacar conclusiones precipitadas, prefería que el propio Jimin le explicara qué le estaba sucediendo con él. Quería que supiera que podía contarle cualquier cosa, que sabía lo mal que lo estaba pasando por Dallas, que él también sufría, y quería ser su apoyo igual que él era el suyo. Necesitaba decirle que si hacía falta, iría personalmente a la cabaña del lago y le traería de vuelta solo para ver de nuevo su sonrisa.

El hascky movió contento la cola y lloriqueó impaciente mientras Jungkook lo sacaba del coche. Probablemente ya había percibido el olor de Jimin que estaba loco con él después de haberse reencontrado. Al perrito le gustaba mucho más estar en esa casa, corriendo libre por el césped, que su apartamento. Jungkook se bajó la capucha de la sudadera la cual la mayoría de las veces se olvidaba que llevaba puesta y sacó las llaves del bolsillo trasero. Frunció el ceño cuando al abrir la puerta se encontró con Zoe cabizbaja en el fregadero. Se sujetaba con ambas manos y no se giró hacia él.
El chico se acercó y sonrió cuando ella le miró al fin.

—¿Estás bien?— dijo colocando un mechón de su cabello descolorido detrás de su oreja. Aunque Zoe se estremeció con el contacto no lo dejó ver. Hacía tantos días que nadie la tocaba fuera del Etéreo... Tanto tiempo que nadie se preocupaba por ella. Asintió con la cabeza.— ¿Hoy tampoco piensas hablar?

Zoe evitó su mirada, posándola en un vaso que solitario en el fregadero, cogió el estropajo y se dispuso a lavarlo por hacer algo pero Jungkook posó su mano en la suya para detenerla.

— Me duele lo que te estás haciendo ¿Qué fue de aquella chica carismática y alegre?—Zoe no contestó, solo se quedó mirando fijamente el vaso.— Está bien... no quiero molestarte. Pero ¿sabes? Cuando te conocí yo tampoco estaba bien, estaba muy lejos de estarlo. Pero en vez de encerrarme en mí mismo me abrí a ti, creo que inconscientemente buscaba ayuda. Tus ganas de vivir y de luchar me motivaban a seguir adelante. Tu compañía me hacía bien y me encariñé contigo. Confundí sentimientos, es verdad, porque yo lo que necesitaba era una amiga no suplantar a Jimin. Aún no me has dicho si te hice daño, si me odias por ello, si yo he ayudado al estado en el que te encuentras ahora... No sé si amas a Dallas, porque a veces cuando te miro pienso que si. No sé hasta qué punto él te hizo daño. Te considero mi amiga y no se nada de ti... Solo quiero que sepas que no estas sola— Jungkook sonrió débilmente y cuando estaba a punto de irse ella habló.

— No te odio.

— Es un alivio saberlo, gracias.

— Y... y si que hablo... hoy hablé con Yoonhori.

Jungkook apreció su gesto, como la chica aunque había ignorado todo lo que había dicho acerca de ellos, acerca de Dallas, hacía un esfuerzo por entablar una conversación y demostrar que no quería cerrarse a él.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora