No quería ir a casa. En su casa estaba solo, la mayor parte del tiempo sumido en sus pensamientos. Jeon Jungkook se comía demasiado la cabeza y a veces también pecaba de recrear recuerdos en su mente con un final inventado, o conversaciones que aún no habían tenido lugar. Varias veces había fantaseado con la idea de plantarle cara a Dallas y al fin lo había hecho, aunque para echarle valor primero tuvo que sentirse pisoteado y echo polvo. No se sentía orgulloso de ello, pero tampoco pensaba que se hubiese pasado, a fin de cuentas no era ni la mitad de cruel de lo que el chico de plata había hecho con sus sentimientos.Lo único que le atormentaba era lo que vino después, como Dallas sin escrúpulos siguió jugando con su cordura mediante Jimin de nuevo y como parecía hablar con alguien que no estaba allí con el dolor pintado en su cara.
Como tantas veces antes. Tal y como hacía en el psiquiátrico.No era el Jimin que le gustaba recordar, era el que estaba justo en medio del proceso entre Jimin y Dallas. Siempre triste y agotado, inestable y autodestructivo.
Se sentó tras la barra de un mugriento bar de carretera con dudosa reputación y pidió una copa de vino mientras el silencio de Dallas pesaba cada vez más y más sobre sus hombros.
NUEVE AÑOS ANTES.
Los dos chicos clavaron la vista en él atraídos por el ruido sordo que hicieron sus rodillas al caer sobre la tarima. Estaban completamente desnudos, con las mejillas encendidas y los labios brillantes a causa de la traición. Jimin ni siquiera tuvo la decencia de taparse, su pene erecto le señalaba cruelmente con burla y su cara tenía una expresión de suficiencia que nunca había visto.
— N-no... no, no...— jadeó Jungkook mientras negaba con la cabeza sin poder creerse lo que estaba viendo. Una enorme lágrima se deslizó por su mejilla incluso antes de sentir su corazón hacerse añicos.
— ¡Jungkook! ¡Déjame que te lo explique!— dijo su hermano intentando cubrirse y saliendo del cuerpo del menor sin cuidado.
La pálida piel de Yoongi había perdido el poco color que tenía y su corazón empezó a latir con fuerza viendo a su hermano pequeño llorando arrodillado en el suelo como si su cuerpo no hubiese aguantado tal cantidad de dolor de un solo golpe. El castaño no era capaz de reaccionar, solo miraba hacia los chicos negando con la cabeza y con los ojos muy abiertos. Nunca hubiese esperado algo así, tal vez si de Yoongi, ¿pero de su Jimin? No... y mucho menos después de todo lo que habían compartido. Él realmente se sentía amado por él, entonces ¿por qué le hacía eso? ¿por qué rompía su corazón en mil pedazos sin importarle apenas? ¿Tan poco significaba para él que no se merecía siquiera que intentase justificarse?
— ¿Jimin...?— su voz apenas era un susurro ahogado.
No le estaba recriminando, era la voz rota de alguien que no reconoce a la persona que tiene delante después de haber sufrido el mayor daño de toda su vida. Tan solo quería comprender lo que había ocurrido o cualquier cosa que le confirmase que era una pesadilla. Ayudarle incluso si es que se había perdido y no sabía lo que hacía. Le había prometido que no dejaría que se fuera de su lado y ahora no sabía como cumplir su palabra.
El chico de pelo rosa se levantó y pasó por su lado mirando al frente y sin mover ni un solo músculo de su cara ante la sorpresa de Jungkook. Su reacción indiferente era incluso peor que lo que había hecho. Escuchó la puerta de su habitación cerrarse con calma.
— ¡Jungkook!— su hermano se arrodilló ante el cogiéndole de los hombros— ¡Yo no fui debes creerme...!
Jungkook empezó a llorar de verdad siendo realmente consciente de la gravedad del asunto, no solo había perdido a Jimin sino también a su hermano. Empujó a Yoongi haciendo que cayese de espaldas y salió huyendo.
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MUÑECOS ROTOS [+18]
FanfictionOscuro, excéntrico, lujurioso, peligroso e inestable. Sé bienvenido al Etéreo. No olvides guardar el secreto. ADVERTENCIA ⚠️ Alto contenido sexual explícito y delicado, lenguaje obsceno. Mención de abusos y enfermedades mentales. Pareja principal:...