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Zoe alargó el brazo en busca del cuerpo de Dallas y se despertó asustada y desorientada de golpe al encontrar una cama extraña y vacía. Se frotó la nuca frustrada al darse cuenta de lo que alimentaba su malestar. No era esa adorable habitación, ni tampoco el hecho de saber que el chico podría encontrarla en cualquier momento. Era la falta que le hacía a su lado. Por primera vez se sentía sola y solo en ese preciso momento se daba cuenta de ello. Se había acostumbrado a convivir con él y ahora que no estaba sentía un extraño y enfermizo vacío que no la hacía estar nada contenta con su comportamiento. Parecía una obsesa y eso no le gustaba en absoluto.
Bajó las escaleras tal como estaba con la enorme sudadera con orejitas y unos calcetines que le quedaban grandes y sonrió cuando vio a Yoongi adormilado en el sofá del salón rodeado de gatos. Apenas debían ser las ocho de la tarde.

— ¿Qué, tienes hambre?— le preguntó revolviéndose el pelo y frotando su cara para espabilar.

— No mucha.

Yoongi miró el atuendo de la chica con una sonrisa. Dios, era jodidamente adorable y sexy a la vez. Le recordó tanto a Jimin... aunque siempre se metía con él por ponérsela en realidad le encantaba verle con la capucha puesta y las mejillas sonrosadas como un niño grande.

— Pídete una pizza cuando tengas, aquí no hay gran cosa al no ser que quieras comida de gato— dijo bajando una pierna y encogiendo la otra para que Zoe se pudiese sentar.

La chica miró de reojo cuando Yoongi se estiró haciendo que se subiera su camiseta y dejara a la vista sus abdominales. Estaba bueno, tenía que admitirlo, por algo era mentor.

— Creo que paso, pero gracias— dijo arrugando la nariz y sentándose encima de sus propias piernas.

— ¿Le echamos un ojo al contrato o qué?

— Claro.

Yoongi se levanto y salió segundos después con un papel en la mano y entrecerrando los ojos mientras parecía buscar algo.

— ¿No ves bien?— le preguntó Zoe acercándose a él para ver también el contrato.

— Seguro que tiene alguna letra pequeña que a simple vista no se ve.

— Pensé que todos los contratos eran iguales, o que lo hubieses redactado tú.

— Ehmm... no. Veamos...

Yoongi fue leyendo en voz alta punto por punto mientras ella lo hacía para sí misma con la cabeza pegada a la suya. No quería ser estafada.

La mayoría de los puntos eran iguales al contrato de Dallas, el horario, los descansos, los honorarios a cuenta del mentor, las prohibiciones sobre mantener relaciones sexuales fuera del Etéreo... pero al contrario que el contrato del lobo no mencionaba nada de ningún castigo por incumplimiento, tan solo la penalización correspondiente. Se alegró al ver la duración; tan solo tres meses con opción a prórroga si se diese el caso y quince días a prueba en el que tanto mentor como aprendiz podrían rescindir el contrato sin problema. Los besos estaban admitidos siempre y cuando el o la aprendiz así lo decidiese.
Zoe inevitablemente esbozó una sonrisa, era mucho mejor de lo que pensaba.

— ¡¡Santa mierda!!— gritó de pronto Yoongi con molestia.

— ¿¡Qué!?— preguntó asustada mientras leía los siguientes puntos para encontrar el que había hecho reaccionar a Yoongi.

Prohibido mantener relaciones sexuales con el mentor. TERMINANTEMENTE PROHIBIDO.
En ese supuesto las represalias serán para ambos.

¿Era eso lo que le había molestado? Los demás puntos eran tonterías sobre higiene, controles médicos y demás.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora