Capítulo 28.

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NARRA DANIEL.

Ella ríe, no puedo dejar de mirar su increíble sonrisa, sus amigos no miran y eso me hace reír, al chico no le ha hecho gracia el beso que me acaba de dar.

— Y decías que no tenías nada para contarme. —Reprocha Alicia.

— ¿Tienes algo para contar? —Pregunto mirándola.

— Creo que no hay mucho que decir —Se ríe.

— Llevas besándote con el malote este desde hace días —Me rio.

— No tantos, créeme, me acordaría.

Ledra me empuja, Alícia la empuja a ella y choca conmigo.

— Vete con él.

— No, que sufra. —Sonríe.

— No me hagas subirte yo mismo a la moto niña fresa.

— Inténtalo. —Me mira desafiante.

Bajo de la moto, la cojo de la cintura y la levanto del suelo, ella patalea mientras ríe, inclina la cabeza hacía arriba y beso su frente.

— Si no quiere ir, que se quede. —Añade el chico.

— Claro, contigo ¿Verdad? —Digo encendiéndome.

— Pues si —Frunzo el ceño.

— Quizás si me quede contigo Oscar. —La miro alzando la ceja.

— Pues como quieras. —Arranco la moto.

Ledra me mira riendo, agarra mi casco y sube a la moto, la miro desde el retrovisor, ella me saca la lengua y eso me hace morder mi labio.

— Voy solamente porque tienes que seguir enseñándome a conducir esta hermosa moto. —Murmura.

— Si, seguro. —Me rio.

— ¿A qué no voy? A mi no te me pongas chulo.

Me pongo en marcha para que no pueda bajarse de la moto, ella golpea mi espalda hasta que se cansa y deja de resistirse.

— No vuelvas a ponerte así de chulo, voy contigo porque quiero, no des a entender que tú y yo tenemos algo. —Ataca.

— Además eres enfadona —Me rio— creo que me estoy arrepintiendo.

— Entonces da la vuelta y me dejas con Oscar.

— Ni de coña ¿Has visto cómo te mira el culo? ¿Quien se cree? —Pregunto molesto.

— ¿Y tú quién te crees para ponerte celoso?

— No te confundas, yo no soy celoso.

Veo cómo ríe desde el retrovisor, inclina la cabeza hacía arriba y deja que el aire de en su rostro. Me detengo en un lago, ella se quita el casco, me bajo de la moto, ella está totalmente despeinada y eso me hace reír.

— ¿De qué te ríes gilipollas?

— De tus pelos de loca.

— Esto me recuerda —Se ríe.

— La primera vez —Sonríe.

— Sigues siendo igual de gilipollas. —Susurra en medio de una carcajada.

— Y tú igual de mandona.

Me empuja, ambos reímos, agarro su cintura y pegó su cuerpo al mío, noto como tiembla, me gusta que lo haga, se ve tan bonita.

NARRANDO LEDRA.

Me aparto de él, empieza a reírse y le saco el dedo del medio.

— Pero serás ¡Ven aquí! —Exclama.

— No. —Me rio.

Empiezo a correr, él viene detrás de mi, me pongo detrás de un árbol, Daniel me observa, de repente agarra mi muñeca y me tira al suelo, se coloca encima de mí agarrando mis muñecas para impedir que me mueva.

— Niña fresa. —Murmura.

— Gilipollas. —Murmura.

— ¿Y si te beso? —Pregunta con la voz gruesa y sexy.

— Le presento a tus testiculos mi pierna izquierda.

— Dios, me ha dolido y aún no lo has hecho, eres mala. —Reímos.

Consigo quitármelo de encima, nos sentamos, él no deja de mirarme y eso me pone mucho más nerviosa.

— Cuéntame algo de ti.

— ¿De mi? No hay mucho que saber. —Se tensa.

— Seguro que si. —Mira hacía delante.

Se queda bastante serio, creo que he metido la pata hasta el fondo.

— No quiero hablar de mi Ledra.

— Si no quieres no pasa nada, pero a veces te veo tan bien y otras —Me mira— tan destruido.

— Nunca había sonreído realmente y si te soy sincero, solamente lo hago contigo.

— ¿Por qué? —Pregunto dulce.

— Porque tú no me juzgas, si, quizás me dices que no debería vender esta mierda o cualquier estupidez, pero mientras estamos riendo, me haces sentir que no soy esto.

— Puedes cambiar, salir de todo, yo puedo ayudarte.

— No te metería en esto, nunca.

— Pues no lo hagas, sal de todo esto, hazlo por mi.

— ¿Por qué crees qué lo haría por ti?

— Porque según tú, yo te hago feliz.

Desvía la mirada, entrelaza sus manos y resopla.

— Está es mi vida, esta es mi mierda. —Susurra.

— No eres malo Dani —Ríe irónicamente.

— Si lo soy.

— Creo que solamente eres un corazón herido.

— No quiero seguir hablando. —Dice cortante.

— Vale, lo respeto.

Se queda totalmente serio, intento tocarle pero se aparta, al parecer le ha afectado más de lo que pensaba hablar de él.

— Es mejor que te lleve con tus amigos.

— Pero —Niega.

— Yo debo irme.

— ¿Dónde? —Pregunto preocupada.

— ¿Enserio lo preguntas?

— Ya, bueno —Digo agachando la cabeza.

Me ayuda a levantarme, camina serio hasta su moto, me da el casco y me subo detrás de él, agarro su cintura, él arranca, acelera bastante, hasta llega a asustarme.

— Dani no vayas tan rápido. —Lo agarro con fuerza.

Disminuye la velocidad, toca mi mano y vuelve a colocarla en la moto.

— Mierda, la policía. —Dice furioso— Agárrate.

— No, Dani —Niego con la cabeza.

— No puedo detenerme.

— Dani por favor. —Le suplico.

— Agárrate muy fuerte. —aumenta  la velocidad.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora