Capítulo 86.

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NARRA LEDRA.

Acaricio su cabeza con suavidad, él me mira con esos hermosos ojos marrones, humedece sus maravillosos labios carnosos y pone su nariz encima de la mía, dejando su mano izquierda encima de mi abdomen, haciéndome desear que me haga el amor.

— Tú también lo eres —Confieso— Siempre lo serás.

— ¿Qué seré?

— No me hagas decirlo, odio admitirlo.

— Vamos niña fresa, dímelo —Me pide mientras acaricia mi vientre-

— Eres el amor de mi vida, siempre lo serás.

Vuelve a iluminarlo todo con su increíble sonrisa, baja la mirada hasta mis labios y se pone serio.

— Déjame besarte, me muero por hacerlo.

— Bésame, joder.  —Suplico.

— Te dejaría con las ganas pero —Ríe y muerde su labio— no podría resistirme.

Me besa, vuelve a tumbarse encima de mi sin que su herida roce mi cuerpo, no quiero hacerle daño, dejo las manos en la cama mientras él saborea mi cuerpo al mismo tiempo que me desnuda, llegué a pensar que nunca volvería a sentir esto, que jamás volvería a ser él quien me tocase así.. Sigo sin creerme que esto sea real pero no me importa, quiero disfrutar de esto, de nuestro amor animal.

Sigue besándome, me dejo llevar por sus labios, por sus dulces besos tan apasionados y sexys, cambiamos de posición, me coloco yo encima de él, beso su abdomen con cuidado al igual que beso el resto de su cuerpo, él me mira de una manera tan irresistible mientras lo hago que termina enloqueciéndome.

Lo desnudo, ambos quedamos completamente desnudos, termina agarrando mi trasero con fuerza para acercarme a él, me hace girar para quedar él encima de mi y poder hacerme lo que quiera pero no me importa, me encanta. Se pone el preservativo, entra en mi haciendo que mi cuerpo se estremezca y ponga las manos en su espalda, agarra mi muslo con fuerza, se mueve muy rápido con muchas ganas, gimo bastante alto, él también pero en mi cuello, haciéndome sonreír, me embiste con fuerza y grito, pongo la mano derecha en su nuca, él besa mi cuello mientras yo disfruto del placer que siento, lo hace cada vez más rápido pero sin dejar de ser suave conmigo, es lo que más me gusta de él, me trata como el primer día que lo hicimos por muy duro que lo haga. Lleno la habitación gemidos altos e intensos, le pido que no se detenga, él me sonríe y dios, no hay cosa más hermosa en el mundo, rodeo su cadera con mis piernas, escucho sus gemidos cada vez más altos, nos besamos y se ahogan con los míos, pone los codos a cada lado, muerde su labio y gimo al sentir más placer cuando lo hace lento, se que lo hace para hacerme sentir así.

Llegamos a un orgasmo mutuo que hace salir de mis labios un suspiro y nos empuja al clímax llenándonos de placer.

— Uno de los mejores ¿O solo me ha parecido a mi? —Murmura con la voz agitada y me rio.

— Uno de los mejores —Afirmo.

Ambos reímos, nuestra típica sonrisa tonta después de un buen polvo. Besa mi nariz para seguidamente besarme.

— Puedo acostumbrarme a esta tranquilidad —Sonrío y toco sus labios.

— Yo también —Me da un pico.

—Que fea eres niña.

— Tú sí que eres feo.

— ¿A si? ¿Quieres ofenderme?

— Gilipollas.

— Bla, bla, bla —Se ríe.

— ¿Acaso quieres qué te abofetee? —Pregunto bromeando.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora