Capítulo 58.

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NARRANDO DANIEL.

Siento que todo dentro de mi se rompe un poco más, pensaba que eso no era posible pero si lo es, lo peor es que no puedo correr para explicarle todo.

— Buen coche —Ríe— como se nota la pasta, la niña está bien bonita.

— Cierra la puta boca, no te soporto.

— Debes follarlo mejor, está amargado. —Le dice a Anabel en medio de una sonrisa.

— Sexo no le falta —Suspiro.

— Ya puedes pirarte Ezequiel.

— No olvides que mañana te espero.

— ¡Qué te pires! —Le grito.

Él se marcha riéndose, Anabel se aparta de mi y encoge los hombros.

— De nada.

— No has hecho nada por lo que deba darte las gracias, al revés.

— No entiendo, encima que te sigo la puta mentira que has inventado, eres un idiota.

— No te soporto.

— No le hables así a mi hermana.

— No estoy en condiciones para que te pongas chulo, cierra la boca tú también. —Advierto.

NARRANDO LEDRA.

Evito llorar, evito hacerlo delante de mi padre, el dolor cada vez es más fuerte, la decepción es demasiado grande.

— Ya hemos llegado. —Me da un beso en la cabeza.

Bajo del coche, cojo mi maleta y entro sin detenerme para despedirme, mi abuela abre la puerta, me da un beso y voy a mi habitación directamente, cierro la puerta y dejo de ser fuerte, es increíble que haya resistido tanto, deslizo por la puerta hasta quedarme sentada en el suelo, pongo la cabeza entre mis rodillas y lloro desconsoladamente.

No puedo creer que haya jugado conmigo así, que después de todo tuviera a otra esperándole, que no solamente haya estado conmigo, el dolor cada vez se intensifica más, casi no puedo soportarlo.

— Cariño ¿Estás bien? —Pregunta mi abuela.

— Si abuela — Respondo intentando que no note mi voz— saco la ropa de la maleta y salgo.

— Vale cariño.

Me levanto, voy hacía la cama y me siento en ella, deslizo las manos por mi cuello, inclino la cabeza hacía arriba y golpeo la cama, lo mío fue real y me jode haberle creído.

NARRANDO DANIEL.

Después de vender me detengo en uno de los bancos donde estuvimos juntos, compro varias cervezas y bebo mientras miro a la nada, escucho un ruido, saco la pistola, Jesús levanta las manos y la bajo.

— ¿Qué hace aquí? —Pregunto.

— Me preocupas.

— Estaré bien, he soportado cosas peores.

— Si, lo sé, las hemos soportado ambos —Le miro— pero yo jamás he sentido el dolor de perder a la persona que amo porque jamás he amado, no sé cómo es el dolor que estás sintiendo.

— No te lo recomiendo —Rio irónicamente— siento que me voy a volver loco y lo peor es que esta vez la he perdido para siempre.

— La has alejado por su bien.

— Me ha visto besándome con Anabel.

— ¿Qué? —Dice y frunce el ceño.

— Tienes delante a un imán de la mala suerte.

— ¿Tú y Anabel.. —Lo detengo.

— No podría estar con otra, no ahora.

— ¿Entonces?

— Ezequiel fue a casa de Raúl, después llegué yo y tuve que hacerlo para que crea que realmente estoy con Anabel.

— Entonces ella os vio.

— No me preguntes que hacía ella por allí, no tengo ni la más remota idea.

Jesús coge una cerveza, la choca con la mía y bebemos.

— Todo es una puta mierda.

— Nacimos para ser infelices.

— Eso parece —Le miro, ambos reímos— estamos jodidos hermano.

— Si, realmente jodidos.

— ¿Crees qué podremos salir de esto? —Pregunta y encojo los hombros.

— Creo que esta es nuestra vida y que debemos asumirlo, dejar de soñar con otra maldita vida —Saca un cigarro— con ella a mi lado podía soñar, soñar con una vida distinta, con una vida donde ella despertara a mi lado todos los días, no te imaginas lo puto bonita que se ve en mi cama después de habérmela comido a besos, de haberla acariciado -Me rio- ha sido lo mas hermoso que me ha pasado en la vida y si, soy un maldito cursi, ella me ha hecho ser así.

— Necesitamos tequila del malo.

— Necesito beber hasta olvidarla.

Pasa el brazo por alrededor de mis hombros, mantengo la cabeza agachada, mientras tengo la cerveza en las manos.

— Que duro es salir del infierno para rozar el cielo y volver a caer, de golpe contra todos los demonios que me atormentan.

— ¿Por qué no luchas por ella?

— Porque la quiero y porque la quiero necesito que se mantenga lejos de mi, si le pasa algo me muero hermano, me muero. —Digo entre lágrimas con la voz ronca y rota.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora