Capítulo 47.

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NARRANDO DANIEL.

Sonrío, se que está un poco incómoda aparte de enfadada conmigo.

— Bueno —Se encoge de hombros.

— O mejor una con dos camas. —Alza la ceja.

Finalmente pedimos la habitación, nos da la llave y entramos en ella, es gigante, bastante lujosa, hay dos camas, Ledra entra en el baño, me advierte con el dedo y me río.

— No entres. —Advierte.

— No entro.  —Le aseguro.

NARRANDO LEDRA.

Me doy una ducha, cojo un albornoz, salgo bastante avergonzada, Dani está sentado en el borde de la cama mirando la tele, me parece tan dulce, no ha querido incomodarme.

— Puedes entrar.

— Menos mal. —Se ríe.

Pasa por mi lado, se que no me mira mas de la cuenta para no avergonzarme más, él entra, se da un baño y sale con la toalla liada en la cintura.

— Dani. —Cruzo los brazos.

— No había más albornoces.

— Bueno —Me siento.

— Creo que debemos hablar. —Se acerca.

— No quiero hablar. —Digo fría.

— Fui cruel contigo, lo siento. —Murmura.

— ¿Cruel? Me dijiste que solamente querías follarme, que lo que me decías se lo habías dicho a todas. —Frunzo el ceño.

— Ay mandona —Suspira— nunca le he dicho te quiero a nadie, no es algo que suelte así, sin más.

— Ya no puedo creerte, lo siento.

— Lo entiendo, se que te hice llorar y me siento horrible.

Acaricia mi rostro, él sonríe mirando mis labios, eso me pone mucho más nerviosa ya que está semidesnudo.

— Te mereces todo, quisiera poder alejarte de mí pero no puedo, me tienes loco. —Trago saliva.

— Ya, claro.

— No quiero destruirte pero me he cansado de no arriesgarme, de ser un cobarde.

— No quería decir lo que di —Pone su dedo en mis labios.

— Dijiste lo que merecía. —Toco la comisura de sus labios.

— Dani yo te quiero pero no puedo aguantar siempre tus cambios.

Me da un pequeño beso en los labios mientras sus dedos acarician mis mejillas.

— Perdóname por ser tan imbécil, te juro que no quiero perderte. —Suplica.

— Dani —Susurro dulce— No me hagas esto.

— Nuestro amor es animal, pero es nuestro.

Le beso, no puedo resistirme más, pongo las manos en su rostro y le beso con suavidad, de una manera demasiado lenta y apasionada, coloca sus manos en mi cintura, no podemos dejar de besarnos, la pasión y el deseo nos invaden. Despacio me tumbo en en la cama dejando que él se quede encima de mi, solo puedo sentir sus besos, sus intensas caricias sobre mi albornoz, yo también lo acaricio a él, aunque no puedo evitar estar nerviosa.

— Estas temblando —Murmura.

— Yo e..es que nunca lo he hecho con nadie. —Coloca su nariz encima de la mía.

— Tan bonita —Muerde su labio y sonríe.

— Siento ser tan tonta. —Niega con la cabeza.

— Si no quieres dímelo.

— Bésame y mantén la boca cerrada. —Pongo la mano en su nuca.

Ríe, yo también río pero él me besa vuelvo a sentir sus manos sobre mi, pero esta vez siento como poco a poco me desata el albornoz, siento sus interminables besos en mi cuello, inclino la cabeza hacía arriba dejando que él me llene de besos. Cierro los ojos, siento una sensación que no había sentido nunca, comodidad, confianza, felicidad, amor. . . Todo mezclado, creo que no existe combinación más perfecta. Acaba quitándome el albornoz, me da mucha vergüenza pero él consigue que me sienta bien, sus manos me acarician, me hacen temblar, sentir escalofríos por todo mi cuerpo, se coloca encima de mi, pone su nariz encima de la mía y sonríe.

— Eres perfecta. —Sonrío.

— Gilipollas.

— Niña fresa.

Se pone el preservativo, entra en mi muy despacio, siento un fuerte dolor, él agarra mi mano entrelazando nuestros dedos, grito, intenta callarme con besos, se mueve despacio para intentar hacerme el menor daño posible, coloco las manos en su espalda, agarro con fuerza su mano, él besa mi cuello, sigue moviéndose, inclino la cabeza hacía arriba intentando no hacer mucho escándalo. Me llena de besos, aumenta poco a poco la velocidad haciendo que inevitablemente gima, sus manos siguen acariciando cada centímetro de mi cuerpo, haciéndome experimentar cosas nuevas, me da pequeños mordiscos en el cuello, mi cuerpo se estremece al mismo tiempo que cierro los ojos para suspirar muy fuerte. Para mi todo se vuelve más vergonzoso cuando siento que empiezo a sangrar, él se detiene y besa mi frente, yo sonrío y muerdo mi labio.

— No pasa nada —Hace que mis nervios desaparezcan— es normal.

No puedo pronunciar palabra, siento muchísimas cosas, dolor, vergüenza y felicidad, aunque el dolor disminuye poco a poco, no mucho, pero lo hace, él ayuda bastante siendo lo menos brusco posible. Finalmente lo escucho gemir, no sé si es el sonido más gracioso que he oído en mi vida o lo más hermoso, solo que no puedo evitar reír, pone un codo a cada lado, yo coloco las dos manos en su espalda y le clavo mis uñas, él se mueve demasiado rápido, me besa para callar mi gemido y sonríe. Acaba llegando al orgasmo, se coloca al otro lado de la cama, yo no se que decir, solamente me quedo callada mientras miro al techo.

— ¿Tan malo soy? —Me hace reír.

— Gilipollas.

—  ¿Estás bien? —Pregunta y le miro y encojo los hombros.

— Siento algo extraño, diferente.

— Con el paso de los días te acostumbrarás y cuando tengas más sexo el dolor pasará a ser placer, ya verás. —Toco su torso.

— Es la primera vez y ya piensas en más, que vicio. —Besa mi hombro.

— Me va a encantar enseñarle a la niña buena cositas malas. —Dice con su sexy voz ronca recorriéndome con el dedo índice.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora