Capítulo 84.

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NARRANDO LEDRA.

Mi abuela me mira dulce, cojo el billete de avión y suspiro, lo coloco en mis labios, seguidamente saco la maleta para empezar a meter todo lo necesario.

Llaman a la puerta, mi abuela va a abrir, poco después llaman a la puerta de mi habitación.

— ¿Puedo? —Pregunta Raúl.

— Si. —Respondo.

— Te vas.

— Me convenciste.

— Es lo mejor ¿Seguro qué quieres ir sola?

— Si, en París no necesitaré.

— Soy tu amigo.

— Lo sé —Le miro— te lo agradezco.

— Si necesitas marcharte no veo mejor opción que París.

— Si, Daniel quería llevarme allí —Sonrío—

Mira mi billete, también mira la dirección del hotel donde me quedaré, se sienta en la cama y me mira.

— Estoy bien Raúl.

— No estás bien, apenas han pasado días desde que —Se detiene— desde lo que pasó.

— Intento seguir con mi vida, eso es todo.

NARRANDO ALICIA.

Desayuno en la cafetería del hospital, entro en la habitación para ver a Jesús, él habla por teléfono.

JESÚS: Si, todo está bien -Me sonríe- si, eso lo está averiguando Raúl, bueno te dejo, hablamos luego.

Cuelga, me acerco a él, le beso y acaricio su nuca.

— Buenos días.

— Buenos —Dice y suspira— hace días que dejaron de ser buenos.

— Dime que no estabas haciendo negocios, Jesús, ya no nos molestan, por favor, sal de esto.

— Era un negocio pequeño, se que ya no nos molestan —Me acaricia— no me arriesgaría.

— Gracias.

— ¿Has dormido bien? —Le Pregunto al verla tan seria y pensativa.

— Estoy preocupada por Ledra, ella está tan mal, dice que está bien pero creo que tiene depresión o sigue sin aceptar la muerte de Dani.

— Deberá aceptar que él ya no está —Desvía la mirada— por el bien de todos.

NARRANDO LEDRA.

Llega el día, hoy me marcho a París, a intentar desconectar o tal vez tener una vida nueva, lejos de cada recuerdo que me destroce el alma.

— Quiero ir contigo.

— Raúl, tengo que hacerlo sola.

— Está bien —Suspira— pero si pasa cualquier cosa quiero que me llames.

— Te llamaré. —Lo abrazo— Cuida de mi familia, no confío en esta paz tan repentina.

— Lo haré, no te preocupes.

Termino subiendo al avión, miro por la ventana viendo como todo se vuelve cada vez más pequeño, hasta ser diminuto, pero el dolor no no disminuye, cada vez se hace más intenso.  Rompo en llanto, le necesito, él debería estar aquí, en este viaje acompañándome.. y no soporto este maltido dolor.

NARRANDO ALICIA.

Pasan las semanas, Jesús ya está en su nuevo apartamento , mientras estaba en el hospital le ayudé a alquilar un apartamento. Su actitud es extraña, como si nada hubiese pasado y no sé si es negación o que intenta hacerse el fuerte.

— Odio que me duela tanto. —Se queja.

— Pronto empezará a cicatrizar y no dolerá.

— Debo hacer una llamada —Alzo la ceja.

— Jesús.

— A mi madre —Suspiro aliviada.

Coge su móvil, marca los dígitos del número y me besa.

— ¿Todo bien? —Dice hablando por teléfono— Oh genial, espero que todo salga bien, te llamaba para saber cómo ibas —Me mira— si, aún me duele pero está cicatrizando.

Poco después cuelga, me besa, esta bastante cariñoso y eso me hace sonreír.

— Idiota.

— Tengo que contarte algo.

NARRANDO LEDRA.

Me doy un baño, llevo varias semanas en este hotel y la verdad es que está todo genial. Miro la torre eiffel desde mi ventana, es preciosa, no puedo evitar que se me salgan las lágrimas, siento que este dolor no va a desaparecer nunca porque nunca podré olvidarle.

Por él hice cosas que jamás imaginé que haría por nadie, tienen razón los que dicen que el primer amor no se olvida. . . A veces, se puede convertir en el último amor real de toda tu vida.
Llaman a la puerta, debe ser el desayuno que he pedido, cuando la abro detrás de ella esta Raúl.

— ¿Qué haces aquí? —lo abrazo.

— Quería verte —Sonríe.

— Podrías haberme avisado.

— Ven, siéntate.

— ¿Por qué?

Nos sentamos, él agarra mis manos y acaricia mis nudillos.

— Me estás preocupado ¿Ha pasado algo?

— Le prometí a Dani protegerte.

— Lo has hecho, de verdad. —Aseguro dulce—Me alegra haberlo hecho —Sonríe— pero ya no hará falta, mírate, estas aquí y no correrás ningún peligro.

— Oh, Raúl.

— Cierra los ojos.

— ¿Qué? ¿Para qué?

— Ciérralos.

Lo hago, todo se queda en silencio, de repente suelta mis manos pero segundos después vuelve a agarrarme.

— Yo me voy. —Dice.

— ¿Qué? ¿Cómo qué te vas?

Abro rápidamente los ojos, me quedo impactada, siento como mi corazón se detiene, todo lo demás lo hace. Caigo de rodillas al suelo, empiezo a llorar con las manos en mi rostro y negando con la cabeza.

— Perdóname —Murmura Dani y me abraza—perdóname por haberte hecho llorar tanto mi vida.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora