Capítulo 77.

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NARRANDO JESÚS.

Alicia me agarra la cabeza, la miro, aunque estoy sangrando no puedo dejar de pensar en ella, en el peligro que la acabo de poner.

— Tengo que llamar a una ambulancia.

— ¡No! —Agarro su mano.

— Jesús tienes una bala en el estómago ¿Estás loco? Por supuesto que irás a un hospital

— Allí será en el primer lugar que me buscarán —Digo tragando saliva— ayúdame a levantarme.

— Jesús, joder.

— ¿Sabes conducir? —Pregunto.

— Si, se un poco pero no tengo carnet.

— No es el momento para preocupaciones después de lo que acaba de ocurrir.

Ayuda a levantarme, pongo la mano en mi estómago, veo como no deja de salir sangre, el dolor aumenta cuando camino hasta mi coche.

— Jesús por favor, déjame llevarte a un hospital —Suplica— Puedes morir.

— No —Niego— no quiero hospitales, yo te indico.

Asiente  con la cabeza, se que está aterrorizada, le indico dónde  parar, me lleva hasta la habitación del hotel donde me estoy quedando, sin que nadie nos vea, me tumba en la cama y me estremezco de dolor.

— ¡No sé qué hacer!

— Ábreme la camiseta.

Lo hace, la rompe dejando mi torso al descubierto, su cara me preocupa, aunque creo que nunca ha visto algo así.

— Jesús —Llora— Yo no se hacer esto.

— Debes coger un botiquín —Trago saliva—busca algo para sacar la bala.

— ¡No soy enfermera!

— Por favor. —Suplico retorciéndome de dolor.

Ella saca todo, intenta llamar a Dani y Ledra pero ambos tienen los móviles apagados , agarro su mano con fuerza y sonrío.

— Tú puedes bonita —Niega— confío en ti.

NARRANDO DANIEL.

Despierto de madrugada, sudado, sobresaltado, pongo la mano en mi pecho y inclino la cabeza cerrando los ojos al mismo tiempo, Ledra despierta segundos después y me mira.

— ¿Pasa algo?

— No, duérmete mandona.

— ¿Otra pesadilla? —Pasa la mano por mi nuca.

— Ha sido algo extraño, lo he sentido.

— ¿Qué has sentido?
— Un dolor intenso en el pecho y mucha angustia.

Besa mi espalda, se sienta detrás de mi y me rodea con sus brazos, pero la sensación no disminuye.

— Descansa —Murmura— mereces un descanso.

— ¿Me haces un masaje de los tuyos?

— Claro.

Me tumbo en la cama boca abajo, ella se sienta encima de mi y empieza a masajear mi espalda.

— Eres irritante, mandona, fea, loca, agresiva, enfadona, viciosa —Ríe— pero perfecta, increíblemente perfecta.

— Tú eres prepotente, gilipollas, feo, muy feo, insoportable, bipolar —Sonrío— pero irresistible, jodidamente irresistible.

— Te amo más que a nada.

— Y yo —Acacia mi nuca de nuevo.

— Me gustan tus masajes y más cuando estás con esa lencería tan fina.

— Tú lo que eres es un vicioso.

— Y tú una provocadora.

— ¿Yo? Que mentiroso.

— Me provocas con esa cara de inocente deseando ser enseñada a hacer cosas malas, me provocas con esos labios tan carnosos y dulces —Escucho su risa— Me provocas con esa jodida sonrisa que me pide a gritos un buen beso.

— Ah ¿Y por qué no me lo das? Es una falta de respeto. —Cruza los brazos haciéndose la enfadada.

— Porque tú tampoco me lo has pedido.

— ¿No dices que mi sonrisa te lo pide?

La miro de reojo, me giro quedando boca arriba con ella encima, recoge su largo pelo, y me mira, ha dejado un mechón que tapa gran parte de su rostro, eso la hace verse excesivamente hermosa.

— ¿Por qué me miras así?

— Porque eres preciosa, como un ángel.

— Exagerado.

— Eres mi ángel —Sonríe y muerde su labio.

— Te quiero con toda mi alma.

La agarro haciendo que acerque sus labios a los míos, nos sumergimos en un beso largo e intenso, un beso de esos que no quieres que acaben nunca por mucho oxigeno que falte.
Se queda tumbada en mi pecho, la rodeo con mis brazos y beso su cabeza, creo que este es el mejor lugar donde podría estar, amándola, teniéndola en mis brazos.

— ¿Te sientes mejor? —Me pregunta dulce.

— No —Suspiro— Sigo teniendo una fuerte presión en el pecho, creo que voy a llamar a Jesús.

— Si, quédate más tranquilo

Enciendo el móvil.

NARRANDO ALICIA.

La cama se convierte en un charco de sangre, él cada vez está más débil y más pálido, consigo sacarle la bala pero no mejora, ha perdido demasiado sangre.

— Todo estará bien.

— Llamare a una ambulancia quieras o no.

— No. —Dice serio.

— ¡Jesús, te puedes morir en cualquier momento! —Exclamo desesperada.

— ¡He dicho que no! —Grita.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora