Nuestro amor es animal.

Capítulo 40.

NARRANDO LEDRA.

Niego rotundamente con la cabeza, él sigue acariciando mi rostro, siento sus suaves dedos acariciar despacio mis mejillas secando así mis lágrimas.

— No me hagas esto —Murmuro.

— En el futuro me lo agradecerás mi preciosa niña fresa —Niego.

— ¿Cómo voy a agradecerte esto? Me estás haciendo daño. —Mi voz se rompe.

— Sh —Vuelve a besar mi frente— en ningún momento he querido hacerte daño pero necesito que te alejes de mi.

— ¡No puedes obligarme!

— Si puedo y lo harás.

— Te seguiré buscando, no me importa lo que tú digas ¿Entiendes?

— No hagas esto más difícil de lo que ya es Ledra. —Susurra.

— Estas borracho, quizás cuando pienses con claridad cam..—Me detiene.

— Estoy muy cuerdo y se lo que digo, lo siento pero es lo mejor para los dos.

— Dirás lo mejor para ti, para mi no es mejor tenerte lejos, no he sido nunca tan feliz en toda mi vida Dani.

— Mi felicidad siempre llevará tu nombre —Me agarra la cara— después de diecinueve años una niña fresa vino para enseñarme la felicidad que jamás había conocido.

Pongo las manos en su rostro, coloco mi nariz encima de la suya y niega para seguidamente apartarse.

— Déjame besarte, una última vez. —Susurro mientras mi voz se quiebra.

— Si te lo permito no será la última, si lo haces te impediré que te marches.

— Dani, joder.

Se levanta, agarra la pistola y la pone en su espalda, me levanto detrás de él y agarro su brazo.

— Ledra basta. —Dice serio.

— No Dani, no puedes volver loco todo mi mundo y después marcharte. —Digo llenándome de enfado.

— Perdóname. —Agacha la cabeza.

— Joder Dani.

— Es lo mejor para los dos y no quiero más berrinches de niña pequeña, no quiero más estupideces, los dos iremos por caminos separados y espero que todo te vaya como mereces.

— ¡Pues me niego! —Exclamo golpeando su espalda.

— ¡Pues acéptalo! —Grita girándose.

— Dani —Dice Jesús— entiendo tu miedo, no quieres meterla en esta mierda pero no puedes decidir por ella.

— Tú cierra la boca, dijiste que ella estaría mejor sin mi y tenías razón, estará mucho mejor sin mi. —Le dice frío.

— ¡¿Por qué nadie piensa en lo qué yo quiero?!

— ¿Tú piensas en lo qué siempre han querido tus padres para ti? Un chico de bien, que se capaz de bajarte el cielo.

— Pues no me importa, yo no quiero que nadie me baje el cielo, quiero a alguien que sea capaz de llevarme a él sin tocarme ¡Y ese eres tú! —Aseguro apunto de llorar.

— Pues lo siento, no eres correspondida.

— No vayas por ese camino Dani. —Advierto.

— ¿Y si te digo qué solamente quería llevarte a la cama? —Pregunta.

— No te creo, porque tú y yo no nos hemos acostado. —Respondo.

— Me he cansado de ti porque eres una maldita estrecha ¿Eso querías oír? He intentado suavizarlo todo para no destrozarte pero si es lo que quieres oír ¡Quería follarte! —Me grita.
YO: ¡No te creo! —Le grito.

— No me importa si me crees o no.

Me acerco a él, pongo las manos en su rostro pero me las aparta.

— Hace apenas unos minutos me estabas diciendo cosas hermosas, estás viendo que no me alejaré de ti e intentas hacerme daño con tus palabras para que lo haga. —Susurro.

— He intentado suavizarlo todo, decirte cosas absurdas para que te alejes de mi porque sinceramente no seguiré haciendo tonterías para meterme entre tus piernas.

— No conseguirás lo que quieres.

— ¡No me importa lo qué pienses niña!

Camina, me quedo parada, Jesús me observa y encoge los hombros.

— Me has dicho que me querías, que estabas enamorado de mi —Se detiene— y se que un chico como tú jamás diría eso si no fuera real.

— Se lo he dicho a todas, no te sientas tan especial por unas simples palabras y mucho menos cuando las he utilizado con todas las que me he follado. —Dice sin mirarme.