Capítulo 48.

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NARRANDO LEDRA.

Un intenso escalofrío recorre cada centímetro de mi cuerpo, cierro los ojos, inclino la cabeza y me dejo llevar por sus labios, los cuales recorren todo mi cuerpo.

— Dios —Murmuro.

—  ¿Te he dicho ya qué eres perfecta? —Pregunta sonriendo.

— Bueno, solo un poco —Me rio-.

— Eres perfecta, preciosa, maravillosa —Sonríe— lástima que seas una niña fresa.

— Y tú un gilipollas.

— Nunca me imaginé que la chica que no paraba de insultarme y era irritante me volvería tan locos.

— Ya has conseguido lo que querías —Alza la ceja— ¿Ahora qué?

— Nunca quise esto, siempre quise tenerte, solo eso.

— Claro, nunca pensaste en sexo.

Empieza a reír, se tumba encima de mi sin dejar ningún tipo de peso, acaricia mi hombro de derecho, tiene una expresión bastante distinta, no sabría describir su cara en este instante.

—  ¿Por qué tienes esa cara? —Pregunto.

—  ¿Qué cara? —Besa mi hombro.

— Esa cara. —Se ríe.

— Estoy feliz. —Confiesa.

— ¿A si?

— Pensé que después de lo que te dije te perdería para siempre —Lo miro dulce— tú eres la única capaz de contener mis demonios.

— ¿Por qué? —Acaricio su torso.

— Porque te quiero y supe que te querría desde el primer día que te vi, cuando te pusiste roja. —Me rio.

— Es que la primera vez que te vi estabas tan excesivamente atractivo y yo me veía tan niña.

— Eras una niña fresa, bueno, eres.

— Gilipollas. —Me besa.

— Te quiero.

—  ¿De verdad?

— No, de mentira. —Frunzo el ceño y ríe.

— No me hagas esas bromas.

— ¿Por qué?

— Porque si después de esto me dices que no me quieres yo —Me detiene con un beso— Para ¡Déjame hablar! —Exclamo.

— Tienes una boquita tan bonita —Ríe— Me provoca tantas cosas.

— Cerdo.

— ¿Qué quieres qué piense si tengo tu cuerpo desnudo de abajo del mío? ¿Eh? —Me ruborizo.

— No sé —Me rio.

Empieza a hacerme cosquillas, me estremezco muriendo de la risa, él también ríe, también le hago cosquillas y ambos reímos hasta que acabamos besándonos lenta y apasionadamente.

NARRANDO JESÚS.

Llamo a Daniel varias veces, él no responde, también llamo a Ledra pero tampoco hay contestación, me siento en un banco y vendo mercancía.

—  ¿Sabes algo? —Me pregunta Alicia.

— No, ninguno responde.

— ¿Crees qué se han reconciliado?

— Eso espero, aunque mi hermano tiene muchos cambios de humor.

— Lo he notado —Reímos.

— Hemos tenido una vida bastante mala.

— ¿De verdad lo dices?

— Mejor no hablemos de eso, no deberías estar aquí, vienen mucha clase de hombres y son bastante desagradables, tú eres atractiva, no me gustaría tener que defenderte.

— Bueno, con un chico como tú nadie tiene miedo —Ríe y me hace reír.

— Te lo digo enserio, esto no es para ti.

— ¿Por qué hacéis esto? Tú y tu hermano. —Suspiro.

— Al principio por necesidad, después por vicio y ahora porque de este negocio solamente se puede salir muerto.

Ella asiente con la cabeza, se que la he asustado un poco, saco un cigarro, lo enciendo y le doy varias caladas.

— Creo que Dani es todo lo que Ledra siempre ha querido, un chico que la consuma, que la vuelva loca y al mismo tiempo la haga feliz.

— A mi me gusta Ledra para mi hermano, lo hace feliz, mi hermano nunca lo ha sido y con ella le veo completamente feliz.

—  ¿Esa es la madre de Ledra? —Giro la cabeza.

Ella viene directamente hacía nosotros, detrás de ella hay dos agentes de policía.

— ¿Ocurre algo? —Pregunto serio.

—  ¡Dónde está mi hija! Me han dicho que se ha ido con un chico en una moto ¡Dónde tienes a mi hija! —Me grita.

— Señora tranquila.

— ¡Has secuestrado a mi hija! ¡Dime qué le has hecho!

—  ¿Qué?

— Tendrá que acompañarnos. —Me dice el agente sacando las esposas.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora