Capítulo 69.

9.9K 463 13
                                    

NARRA DANIEL.

Sigo forcejeando con sus guardias, hasta que él hace señales para que me suelten, agarro su cuello, lo miro con odio y aprieto su cuello hasta que siento como lucha por respirar.

—  No lo hagas —Dice uno de sus guardias.

— No tengo nada que perder.

— Tiene hombres esperando en la puerta de la casa de esa niña —Le miro— con solo una orden abren fuego.

— Déjala en paz —Lo suelto— en esta mierda estoy metida yo, no ella.

— Pero la quieres y ese es el mayor error que has podido cometer, metido en este mundo no puedes querer a nadie, porque tus enemigos te destrozaran con lo que más quieres y ambos sabemos que no tienes nada, solo a ella.

— Ella no se merece estar amenazada por mi culpa, esto es entre tú y yo.

— Se que con ella te tengo cogido por los huevos Daniel —Se burla— tampoco podrás hacerme daño o ella lo pagará todo.

Le doy un fuerte puñetazo, quizás no pueda matarlo pero si puedo golpearle hasta que me canse. Sus guardias me agarran de nuevo, él se pone en pie y ríe limpiando su sangre.

— Te quiero en una hora haciendo el trabajo.

Salgo fuerza, golpeo mi moto hasta el cansancio, inclino la cabeza hacía arriba y suspiro intentando relajarme. Llamo a Ledra para tranquilizarla, sé que estará preocupada.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— Niña fresa.

— Me tenías preocupada ¿Todo bien? —Pregunta y la noto angustiada.

— Si, todo solucionado —Muerdo mi labio—Escúchame mi niña, llegaré un poco tarde ¿Vale?

—  ¿Pasa algo?

— No, es que tengo que solucionar algo con Jesús, llevar a nuestra madre al hospital y varias cosas más —Toco mi nuca.

— Te noto raro.

— Estoy bien mandona, no me esperes despierta ¿Vale?

— Bueno —Suspira— te quiero ¿Vale?

— Yo más, te aseguro que yo más.

— Prométeme que te cuidarás.

— Me cuidaré, lo prometo.

CUELGO.

Subo a mi moto, Ezequiel me da toda la información para hacer el trabajo y yo debo hacerlo, lo hago solo por ella, solamente por ella.

NARRANDO JESÚS.

Llevo a mi madre al hospital, afortunadamente solamente tiene heridas leves, poco después volvemos a casa.

— No se que hemos hecho mal para que seáis así. —Nos dice nuestro padre adoptivo.

— No es culpa vuestra, nosotros elegimos nuestro camino mientras estamos en el orfanato.

Ellos se sientan, no quiero discutir con ellos, siento que tienen razón en parte pero no toda, nosotros somos así porque nadie nos dio cariño de pequeños, solamente nos teníamos a nosotros y nunca fue suficiente.

— Nunca debimos intentar arreglaros —La miro.

— No podíais hacerlo.

— Erais niños heridos, quizás necesitabais más amor.

— No —Niego— con doce años ya no queríamos amor y mucho menos después de todo lo que habíamos pasado.

Acaricia mi cabeza, me duele verla así, llena de golpes por nuestra culpa.

NARRANDO LEDRA.

Tras estar todo el día sola me quedo dormida, a media noche escucho un ruido y me despierto, él se tumba a mi lado, me acaricia y sonríe.

— Has llegado tarde. —Susurra.

— Tenía que hacer muchas cosas.

— ¿Qué cosas? —Pregunto.

— Ya te lo dije.

— No me mientas Dani, odio que me mientan.

— Es cierto, no pienses tonterías ¿Vale? He estado ocupado haciendo cosas con Jesús. —Besa mi cuello.

— ¿Cuándo vas a salir de esto Dani?

Me siento en la cama, pongo mis manos en sobre mis rodillas y le miro.

— Ledra.

— Intento soportarlo, créeme, pero el simple hecho de pensar que pueden matarte me aterroriza —Suspiro— es lo que tiene querer a un narcotraficante.

— Voy a salir de esto.

— ¿Cuándo? 

— No lo sé.

— No puedo pedirte que lo hagas y ya, se que tiene consecuencias, pero odio esto.

— Lo sé, se que lo odias y te aferras a estar a mi lado. —Acaricia mis nudillos.

— ¿De nuevo vas a pedirme qué me aleje? —Pregunto.

— Solo quiero protegerte.

— No, quieres volverme loca Dani, ahora si, ahora no, joder.

— Se que ya estás metida hasta el cuello —Suspiro— y lo siento.

— Déjalo.

— Solo dame tiempo. —Susurro:

— ¿Tiempo? Se lo que significa esa palabra para ti Dani, significa un poco más —Digo seria— un poco más de dinero ¿De verdad has pensando en dejarlo? Respóndeme.

Él se mantiene callado, yo lo miro decepcionada y asiento con la cabeza.

— No sé porque me empeño en luchar por sacarte de esto si tú no quieres salir. —Digo decepcionada.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora