Capítulo 105.

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NARRANDO LEDRA.

Me quita la camiseta, yo lo empujo y recorro el apartamento jugueteando con él hasta que me atrapa, me besa y me tira al suelo.

— No te escapas. —Susurra.

— No tengo intención de escapar.

Sus labios empiezan a trepar por mi cuerpo hasta detenerse en mi cuello y dejarme con ganas de mas. Sus manos frías erizan mi piel con tan solo tocarme, desabrocha mi pantalón y mordisquea mis muslos.

— Joder. —Jadeo.

— Despacio. —Me susurra.

— No, despacio no. —Ríe.

Meto los dedos entre su pelo mientras él besa mi intimidad, gimo, muerdo mi labio y estremezco todo mi cuerpo hasta que se detiene, besa mi abdomen y vuelve a mi boca para besarme.

— Eres la más bonita y sexy de todas.

— Daniel, ya me has metido en tu cama, no me eches piropos —Lo hago reír.

— Te metiste en mi corazón antes que en mi cama, fuiste la única. —Jadea.

— Bésame.

Lo hace, me besa mientras sus manos hacen el resto del trabajo y las mías le dan el mismo placer que él me ha dado a mi. El sudor, nuestros cuerpos uno encima del otro, sus labios debitándome, mis gemidos tan sonoros como una melodía rítmica que parece haberse convertido en su canción favorita, realmente no encuentro en mi memoria un momento más bonito que este y hemos vivido miles.. tal vez la tranquilidad que nunca hemos tenido convierte un momento de sexo cualquiera.. en el mejor momento de nuestras vidas.

Entra en mi tras ponerse el preservativo, sus manos se aferran a mis muslos que poco a poco deja de estar tensos para dejarse vencer como mi cuerpo, por el intenso placer que ambos estamos sintiendo. Grito, él gime y gruñe al sentir como mis uñas se hunden en su espalda hasta arañarlo. Sus embestidas cada vez son más rápidas, mi cuerpo se siente suyo, solamente suyo, nadie más va a tocarme así nunca porque ningún otro me haría sentir lo que él hace con tan solo tocarme.

Nos llenamos de caricias, él suelta palabras cortas en mi odio haciéndome sonreír como una idiota y disfruto, disfruto tanto de esto, de lo que solo nosotros somos capaces de crear detrás de un sofá.

Llegamos al clímax después de un orgasmo que nos deja riendo como idiotas.

— Niña fresa. —Suena cansado.

— Gilipollas.

— Vas a enfermarte ¿No te han enseñado qué no debes tumbarte en el suelo frío? —Me hace reír.

— ¿Y a ti no te han enseñado a callarte?

— Suelen callarme.

— ¿Quién?

— Una rubia bastante.. sexy, pero muy, muy fresita.

— ¡No me llames fresita! —Exclamo riendo.

— Te llamo como quiero.

— ¡Imbécil!

Seguimos en el suelo, tumbo la cabeza en su pecho y le hago círculos con los dedos.

— Está tranquilidad.. es tan perfecta. —Dice él.

— Esto es lo que necesitábamos, paz.

— Te prometo que la seguiremos teniendo.

— Ojalá.

De repente escuchamos un móvil sonar.

— El mío. —Dice él.

— ¿Desde cuándo tienes móvil?

— Me lo compró Jesús en España.

Se pasea desnudo hasta encontrar el móvil y lo pone en manos libres.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— Hermano ¿Cómo estás? —Pregunta Jesús.

— Muy bien ¿Y vosotros qué? ¿Nerviosos?

— Deseando irnos para empezar de cero.

— Cuando sales de esa vida de mierda parece como si hubieras vivido en otro mundo toda la vida.

— Alicia y yo estamos tan felices.

— Nosotros también lo estamos por vosotros. —Añado.

— Vaya, una espía.

— Dos, en realidad. —Dice Alicia.

— Mañana ya estaréis aquí y todo habrá acabado. —Dice Dani.

— Llegamos a las diez.

— Os esperaremos en el aeropuerto.

— Genial, no tengo ni puta idea de nada en París. —Dice Jesús haciéndonos reír.

— No te diferencias mucho de Dani, él tampoco tiene ni idea de nada aquí.

— La niña fresa esta me ha apuntado a clases de francés.

— Wow. —Jesús ríe— quien te ha visto y quien te ve hermano.

— Cállate gilipollas.

— Pues me has dado una idea —Añade Alicia— sé de alguien que me acompañará a mi también.

— ¡Dani te odio! —Exclama Jesús.

— ¿Qué pensabais? No os vamos a traducir todo el rato.

Después de hablar durante casi hora y media, colgamos para ducharnos e ir a cenar a un sitio romántico.

NARRANDO JESÚS.

Alicia y yo nos acostamos temprano después de prepararlo todo.

— Mañana. —Susurra ella.

— Mañana. —Susurro rodeándola con los brazos.

— Te amo tanto.

— Yo te amo más bonita. —Le beso la cabeza.

Ella niega con la cabeza y me besa apasionadamente.

— Vamos a empezar nuestra nueva vida.

— Nuestra —Sonríe- suena tan bonito.

— Será nuestra y para siempre.

Al día siguiente nos levantamos temprano para desayunar e irnos al aeropuerto con tiempo para no perder el avión, ella se despide de su madre y yo de mis padres adoptivos, a pesar de todo son los que me han criado y si, sé que querían esto desde un principio. Les dejo el dinero suficiente para que se marchen muy lejos de aquí y olviden este lugar que solo les ha traído tristezas.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora