Capítulo 92.

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NARRANDO DANIEL.

Cierro los ojos, ella acaricia mi espalda con suavidad, seguidamente agarro su rostro con las dos manos y la beso varias veces hasta que finalmente la hago sonreír.

— Tú no eres la egoísta —Alza la ceja— yo soy el egoísta y créeme que odio serlo pero no puedo, no quiero ser padre.

— Vale —Murmura— no quiero seguir hablándolo.

— ¿Me perdonas por ser tan Gilipollas?

— No puedo perdonarte, me enamoré de ti porque eras un gilipollas.

— Oh vaya, no era porque te encantaba cuando nos picábamos, era específicamente porque era gilipollas, casi prefiero lo primero.

— ¿Y tú por qué te enamoraste de mi?

— ¿Por qué? —Me rio— Pues.. —Le doy un beso— porque me di cuenta que era más feliz contigo en una hora, dos o toda una tarde, de lo que había sido en toda mi vida, tú me dabas la felicidad que nadie pudo darme antes.

— Claro, seguro que tus polvos no te hacían feliz.

— ¿De qué servía una felicidad pasajera? La felicidad con las chicas que me acostaba antes de ti me duraba pues lo que tardaba en echar el polvo.

— ¿Y yo?

— Pues contigo no tuve sexo hasta que no estuve loco por ti, me moría por tus huesos y tú te hacías la dura —Se ríe— chica buena pero al mismo tiempo muy mala.

— Era virgen, comprende que no iba a acostarme con el primero chaval guapo que se me cruzaba por el camino, tenía cabeza.

— Osea que si no hubieras sido virgen te habrías acostado conmigo varias veces antes de estar enamorada de mi —Empieza a reír.

— No —Me tapa la cara con las manos— no seas cerdo.

— Oh no, tú lo has dicho así. —Se burla.

— Claro que no —Reímos.

— Te confieso que yo quería echarte un par de polvazos —Frunce el ceño— pero te hacías la dura niña y al final acabé enamorándome de ti, ese era tu plan desde el principio.

— Claro, cuando te vi en la puerta de mi instituto por primera vez pensé: Voy a hacerme la dura para que esté gilipollas se enamore de mi.

— Lo sabía —Me besa— Lo planeaste todo.

— ¿Sabes lo qué pensé? Antes de que casi me atropellas claro.

— ¿Qué pensaste?

— Que suerte la de la chica que despierte con un chico así todas las mañanas.

— Oh —Me rio— y mira quien despierta conmigo todas las mañanas, una niña fresa.

— Que caprichosos es el destino ¿No? —Acaricio su rostro.

— Que maravilloso ha sido conmigo después de todo.

Ríe, se acerca a mis labios y suspiro, ella me hace tan feliz, tanto como la primera vez que me hizo reír, en ese momento me di cuenta de que ella no seria una más, seria la definitiva, lo sentí porque nunca antes había sido feliz en toda mi vida.

— Jesús siempre ha tenido razón.

— ¿Por qué?

— Pues porque siempre dijo que somos bipolares.
— Bah, todos los enamorados somos bipolares, pasamos del amor al odio en segundos con la persona que amamos, es un don.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora