Capítulo 29.

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NARRANDO LEDRA.

Grito, tengo muchísimo miedo, pongo la cabeza en su espalda, siento su mano acariciar la mía con suavidad pero la aparto. De repente escucho las sirenas de policía, vienen detrás de nosotros, Daniel no se detiene, quizás porque tiene esa mierda aquí, en la moto.

— ¡Dani, por favor! —Grito.

— !No puedo! —Grita.

— ¡Hazlo por mi! —Le grito.

Niega con la cabeza, mientras lo tengo agarrado de la cintura puedo notar la pistola, me asusta, me aterroriza la idea de que puede sacarla en algún momento.
Aumenta mucho más la velocidad, cierro los ojos, de repente se detiene, lo miro, él me observa desde el retrovisor.

— Baja. —Niego.

— ¿Y dejarte solo? —Pregunto.

— ¡No quiero meterte en esto! ¡Hazlo! —Me grita.

Hago lo que me dice, le doy el casco, él se lo pone y se marcha, me escondo para que la policía no me vea, los veo pasar a mucha velocidad, siento miedo, miedo de que le ocurra algo malo.

NARRANDO DANIEL.

La policía viene detrás de mi, yo acelero mucho más, siento que la moto cada vez está más ahogada, cierro los ojos y suspiro. Me meto por los parques intentando que no me atrapen, consigo despistarlos, saco mi móvil y llamo a Jesús.

LLAMADA TELEFÓNICA

— ¿Qué pasa? —Pregunta Jesús.

— La pasma viene detrás de mi. —Respondo.

— ¿Qué? ¿Qué cojones has hecho?

— Era huir o que me pillaran toda la puta droga ¿Entiendes?  —Digo desesperado.

— ¡Joder! —Exclama.

— Necesito una matrícula nueva ¡Rápido!

— No te preocupes, mándame tu ubicación y la conseguiré enseguida.

— ¡Gracias hermano!

CUELGO.

Escondo mi moto, después de media hora en vilo aparece Jesús, corre hacía mi y mira mi moto.

— Aquí tienes.

— Gracias hermano. —Suspiro.

Cambio la matrícula, Jesús vigila que nadie nos vea.

— Necesito que busques a Ledra, la dejé a unos kilómetros de aquí. —Me mira sorprendido.

— ¿Ibas con ella? —Pregunta serio.

— ¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Está sola y necesita ayuda! —Grito.

Él se marcha, no me preocupa la maldita policía, me preocupa lo que ella esté pensando de mi y lo que pueda llegar a pasarle por mi maldita culpa.

NARRANDO LEDRA.

Me siento en un escalón, no puedo evitar llorar, me he metido en esto por idiota, por inconsciente. De repente veo una luz, un coche se aproxima hacía mi, me asusto y vuelvo a esconderme.

— ¿Ledra? Soy Jesús, el hermano gemelo de Dani. —Se acerca.

— ¿Qué quieres?

— ¿Cómo qué que quiero? Que te subas al coche.

— No quiero.

— No seas malcriada, es una orden de mi hermano. —Frunzo el ceño y me levanto enfadada.

— ¡Tú hermano no es nadie para darme órdenes y yo no soy una de sus mujeres para obedecerle! —Exclamo.

— Entiendo que estes furiosa, no estás acostumbrada a esto.

Termino por subir al coche, me mantengo callada todo el camino, él también se queda en silencio. Le indico dónde puede dejarme para yo ir sola a mi casa, él se niega e insiste en llevarme hasta mi puerta, pero yo insisto más y acabo ganando.  Bajo del coche, él baja la ventanilla y le miro.

— Le diré a mi hermano que estás bien.

— Mejor le dices que no quiero volver a verle nunca más. —Digo fría.

Camino hacía mi casa, de repente escucho el motor de una moto pero no me detengo.

— ¡Ledra! —Grita llamándome.

— ¡No me hables! —Le grito— ¡Olvídate de mi!

— Entiendo tú enfado, créeme pero quería saber si estás bien.

— ¿No me ves? Lo estoy.

— Estas llorando. —Se acerca.

— Como si te importara.

— Me importa, sé que estás asustada y que todo es mi culpa —Le miro— lo siento.

— ¿Eres feliz viviendo así? ¿Huyendo de la policía por el miedo a qué te pillen con esa mierda? ¡Cómo puedes vivir así!

— Es mi vida ¡No puedo hacer nada! —Sus ojos brillan más que nunca.

— ¡Cambia!

— Acepta qué ya no puedo salirme de esto! ¡Llevo toda mi puta vida! —Sube la voz.

— Y tú entiende que quiero sacarte de esto porque he visto que no eres tan malo como quieres hacer creer.

— Soy horrible, mi mundo es un infierno y te estoy empujando a vivir en el.

— Me lo avisaste ¿No? Puedes ser mi mayor fortuna o la puta bomba que me destroce.

— Soy la bomba para ti que nunca has estado involucrada en esto, soy la puta bomba que te destrozará, quizás no hoy, ni mañana ¡Pero algún día lo haré!

—  ¿¡Crees qué no lo sé!?

— ¡Pues entonces deja de intentar salvarme y sálvate tú ahora qué estás a tiempo! —Suplica.

— ¡No puedo, ya estoy metida hasta el cuello!

—  ¿¡Qué!? ¡No! ¿Por qué demonios dices eso?

— Por qué estoy enamorada de ti! —Grito confesándole lo que llevo días callándome.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora