Capítulo 49.

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NARRANDO JESÚS.

Me resisto a que la policía me detenga, Alícia se pone delante de mi y niega con la cabeza.

— Él ha estado todo el rato conmigo. —Me defiende Alicia.

—  Alicia no lo defiendas. —Ataca la madre de Ledra.

— Es cierto, llevamos varias horas aquí juntos.

— Eso es imposible.

— Ledra está con mi novio comprando unos refrescos.

— ¿Estás segura de eso? —Pregunta el policía.

— Por supuesto.

La miro, ella me sonríe, no sé si sorprenderme o adorarla, me ha salvado de ser detenido.

— Sin pruebas de lo que usted está diciendo —Le dice a la señora— No puedo detenerle, mucho menos cuando un testigo afirma que no se ha movido de aquí.

NARRANDO LEDRA.

Me asomo a la ventana, ya ha dejado de llover, cruzo los brazos por causa del frío, de repente siento como me rodea con sus musculosos brazos.

— Eres preciosa.

— Me siento feliz —Le escucho reír.

— Me alegra oírlo — Le miro de reojo— por cierto, mi chaqueta de cuero te queda genial y mucho más cuando no tienes nada debajo.

— Cerdo. —Me rio.

— ¿Y ahora qué? —Pregunta sonriendo.

— No lo sé —Le miro.

— Ahora somos —Se ríe— Ya sabes.

— No lo sé, dímelo —Me rio.

— No me hagas decirlo.

— Gilipollas —Me besa el cuello.

— Novios, pareja, como quieras llamarlo.

— ¿Quieres qué lo seamos? —Pregunto llena de ilusión.

Me giro hacía él, asiente con la cabeza y lo beso, de repente mi móvil suena, es un mensaje de de Alícia.

— Mierda.

— ¿Qué pasa?

— Casi arrestan a tu hermano por mi culpa, le han ido con el chisme a mi madre de que me he ido contigo en la moto -Suspira- ella confundió a Jesús contigo.

— ¿Pero él está bien?

— Debemos volver ya o sospechará que le han metido.

Cojo mi ropa, me quito la chaqueta de cuero y me visto, él me observan, le miro y cruzo los brazos.

— ¿Nunca has visto a una chica vestirse?

— Sabes que si —Frunzo el ceño— pero nunca había sentido esto.

— Debemos irnos —Me besa.

Nos vestimos, salimos fuera, no es seguro irnos en la moto pero debemos hacerlo para llegar  lo más antes posible, les damos las gracias a todos y nos marchamos. Me siento demasiado extraña después de lo que ha pasado, diferente pero al mismo tiempo muy feliz, conseguimos llegar a tiempo, él me deja bastante lejos de ellos para que no lo vean, deprisa me camino hasta donde está mi madre.

— ¿Mamá? ¿Qué haces aquí? —Pregunto furiosa.

— ¡En este momento nos vamos! —Me Grita.

— ¡Mamá, para, me dejas en evidencia!

— Esto te pasa por desobedecerme

Agarra mi muñeca con fuerza, yo me giro, Daniel me observa desde lejos, mi madre me sube en el coche y discutimos durante todo el camino.  Entramos en mi casa sin dejar de discutir, ella no comprende que ya no soy una niña pequeña.

— Ese chico no te merece ¡No lo aceptaré!

— Basta mamá, no ha ocurrido nada, ya has visto que ha pasado el día con Alícia y no conmigo.

— No te quiero ver cerca de él o haré que lo metan en prisión. Un delincuente no puede estar con mi única hija.

— ¡Ya no soy una niña! Falta poco para mi mayoría de edad y no podrás controlarme más.

— Hasta que eso ocurra tú vas a obedecerme ¿Me oyes?

— Si me quiero enamorar de un delincuente lo hago porque tú no vas a mandar también en eso y aunque tenga que desafiarte mil veces, no me importa mamá.

Levanta la mano para golpearme pero mi padre se interpone.

— Dame tú móvil ¡Ya! —Exclama.

— No podrás mandar sobre mi mucho tiempo más.

Le doy el móvil furiosa, subo a mi habitación y me tumbo en la cama, no puedo evitar romper en llanto, es increíble como pueden arruinarte el mejor día de tu vida, tan fácil.

— Bruja. —Dice Lorenzo entrando por la puerta.

— Quiero estar sola.

— Toma —Me da su móvil.

— ¿Para qué quiero tú móvil?

— Para llamar a Dani.

Alzo la ceja confusa, él seca mis lágrimas y sonríe.

— Venga. —Insiste Matías.

— Mamá no te entiende pero nosotros si.

Cojo el móvil, marco los nueve dígitos de su número, espero varios segundos hasta que responde.

LLAMADA TELEFÓNICA

— ¿Quién? —Su voz es gruesa.

— Dani.

— Mandona —Muerdo mi labio— Estás bien?

— Si.

— ¿Estás llorando? —Suena preocupado.

— Un poco.

— Hey no,  no llores.

— Todo es tan injusto. —Lo escucho suspirar.

— Recuerda que somos felices juntos y que ahora somos novios —Sonrío.

— Si pero odio que me prohiban verte.

— Escúchame ¿Quieres qué vaya a hablar con tus padres?

— ¿Venir?

— Quizás sea una idea horrible pero quiero que estes bien, si tengo que vestirme como un niño fresa y decirle a tu madre que por ti soy capaz de dejar esta mierda lo haré, tu sonrisa vale todo el riesgo que pueda llegar a correr.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora