Capítulo 11.

16.2K 717 14
                                    

NARRANDO DANIEL.

Choca su dedo con mi pecho para apartarme, niega con la cabeza y ríe.

— En tus sueños. —Repite.

— Me debes una. —Repito yo.

— Yo no te debo nada ¿Vale? Me salvaste de un idiota pero nada más.

— No te estoy pidiendo que te cases conmigo niña —Me burlo.

— Yo no salgo con chicos como tú. —Asegura.

— Eso es comprensible, podría ser el primero. —Digo mirándola.

— Lo siento, tengo planes.

Sigue caminando, inclino la cabeza hacía arriba y suspiro, golpeo la moto para seguidamente reír, es la chica más dura y terca que he conocido en mi vida. Vuelvo a sentarme en la moto, me pongo el casco, Jesús ha acabado de vender y pedir dinero, se sube detrás de mi.

— Vamos a por más mercancía. —Me dice Jesús.

— Vamos.

NARRANDO  LEDRA.

Tengo que soportar a Alícia, aunque tengo la cabeza en otra cosa, muerdo mi bolígrafo hasta que Alícia me hace volver a la realidad de golpe.

— Oye —Me empuja riendo.

— Lo siento —Me rio— ¿Decías?

— ¿Cómo has podido rechazar a un chico así? —Pregunta riendo.

— Pues como se rechaza a cualquier persona, él no es especial. —Digo riendo.

— Está buenísimo.
—No es para tanto, si quieres puedes tener la cita tú —Se ríe— quizás así no lo soporte más.

La profesora nos interrumpe, eso nos hace callar, sigo distraída y no entiendo porqué, creo que voy a tener que comprar un bolígrafo nuevo.

NARRANDO DANIEL.

Llegamos al lugar donde nos van a vender más mercancía, saco la pistola que me dio Raúl y me la meto en la espalda, ambos caminamos hasta encontrarnos con Ezequiel, un gran narcotraficante.

— Me han hablado mucho de vosotros dos. —Dice Ezequiel mirándonos.

— Espero que cosas malas. —Me rio.

— Sois unos gemelos muy conocidos por estos barrios, algunos os temen. —Añade.

— Mejor que teman, así nadie se pasará de listo.

— Me gusta tu actitud, eres valiente. —Sonríe.

— Para estar en esta mierda hay que serlo y créeme, no me asusta nada, ni siquiera tú y la gente que nos apunta desde tu coche. —Digo serio.

— Chico listo.

Hace un gesto con los dedos para que los del coche dejen de apuntarnos.

— No somos imbéciles, por lo menos nosotros venimos solos, no nos hace falta guardaespaldas. —Dice Jesús.

— Nadie mejor para cubrir las espaldas que un hermano ¿No?

— Exacto.

— Hemos venido para comprar, no para hablar. —Añade Jesús.

— Aquí lo tenéis.

Nos da un maletín, lo miro y alzo la ceja.

— Toma el dinero. —Se lo doy.

— Lo de siempre, nadie conoce a nadie. —digo serio.

— Exacto.

— Recuerda que las traiciones se pagan caras. —Digo serio.

— Yo no traiciono, espero que vosotros tampoco.

Subimos a la moto, Jesús agarra el maletín, Ezequiel nos observa hasta que nos marchamos.

— No me trasmite confianza. —Me murmura Jesús.

— A mí tampoco —Digo serio.

— Voy al parque ¿Vienes?

— No, tengo cosas que hacer, te dejo allí.

Lo dejo en el parque con nuestros colegas, finalmente me marcho tras saludarlos a todos.

NARRANDO LEDRA.

Tras una mañana llena de estudios al fin podemos irnos, cojo mis cosas, salgo un poco más tarde que las demás porque la profesora habla conmigo de mis despistes últimamente. Camino hacía fuera, ahí está él, me detengo y suspiro.

— ¿Qué quieres? —Pregunto.

— Una cita. —Insiste.

— He dicho que no.

— Que terca eres niña. —Suspiro y río.

— No voy a tener una cita con un chico como tú. —Se encoge de hombros.

— Olvida lo que soy —Me mira con sus profundos ojos marrones— Soy un chico pidiéndote una cita.

— Eres un imbécil, no puedo olvidar eso.

— Bueno, un imbécil majo. —Reímos—

— Tengo que irme, tengo hambre.

— He venido para invitarte a comer, no me puedes rechazar la oferta. —Insiste y me rio.

— Iré porque mis padres están trabajando y mis hermanos comen en casa de sus amigos —Ríe— pero no es una cita.

— Te llevaré a un sitio muy romántico —Alzo la ceja—el Macdonal.

— Vaya, muy romántico.

— Hey, me has dicho que no era una cita —Se ríe— los amigos van a sitios así.

— No somos amigos.

— ¿Conocidos? —Pregunta.

— Tampoco. —Respondo.

Me da el casco, él me observa mientras me lo pongo, subo en la moto y evito agarrarle.

— Puedes agarrarme, no voy a morderte — Sonrío— por ahora.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora