Capítulo 16.

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NARRANDO LEDRA.

Mantiene mi mano agarrada, consigo sacarlo de entre tanta gente, lo subo en la moto y me subo con él, Alícia se queda impresionada, hasta yo lo estoy por calmar a un bestia como él, me pongo el casco y arranca, al principio acelera, me asusta y lo agarro con fuerza, eso hace que disminuya la velocidad. Se detiene en un parque solitario, bajo de la moto, me quito el casco y le observo.

— ¿No vas a decir nada? —Pregunto.

— No tengo nada que decir. —Responde frío.

— He evitado que te detengan.

— Oh vaya, debo darte las gracias. —Dice sin mirarme.

— Exactamente, ya no te debo nada, hoy he sido tu heroína.

Sonríe, me siento en uno de los bancos y él se mantiene de pie.

— ¿Tampoco vas a sentarte? Vaya muermo. —Me mira.

— ¿Muermo? ¿Quién demonios habla así? —Se burla.

— Yo -Ríe- ¿Pasa algo? —Frunzo el ceño.

— Que me molesta tu habla de niña fresa. —Se ríe.

— Gilipollas. —Cruzo los brazos.

Puedo oír como ríe, se sienta a mi lado y pone las manos en su nuca.

— Mierda —Se queja tocando su labio.

— Oh, estás sangrando. —Digo preocupada.

— No moriré por un labio roto. —Asegura.

— Tus nudillos —Digo mirándolos.

— ¿Esto? Bueno, cosas que pasan. —Encoge los hombros.

— No son cosas que pasan, están destrozados.

— Espera, espera ¿La niña mandona se está preocupando por el gilipollas? Hay algo raro aquí. —Me hace reír.

— No me preocupo —Me mira.

— Vale, vale, sigue negándolo.

Lo empujo, saco un pañuelo de mi bolsillo y me acerco a él, se queda quieto mientras limpio la sangre de su labio.

— Al parecer no es tu primera pelea. —Le digo.

— Tengo antecedentes por muchas más. —Confieso.

— Ah —Digo y trago saliva.

— ¿Preocupada por estar al lado de un chico con antecedentes? —Pregunta.

— No, bueno, nunca he estado junto a uno. —Sonríe.

— Soy el primero en algo más. —Frota sus manos.

— Eres idiota.

— Y la niña sigue insultando —Me rio— ¿Me tienes manía?

— Un poco, no puedo negártelo, cada vez que veo tu cara de feo me dan ganas de decirte gilipollas. —Se ríe.

— ¿Ah si? Pues yo cada vez que veo la tuya deseo decirte que eres una niña irritante, gritona, terca, mandona y muy fea.

— Pero serás —Lo vuelvo a empujar.

— Soy guapo, dilo sin miedo. —Bromea y rio a carcajadas.

— ¿Guapo tú? No te has mirado al espejo últimamente.

— Tienes razón, no deseo enamorarme de mi mismo, sería un amor imposible. —Humedezco mis labios tras una sonrisa.

Ambos reímos, es una sensación bastante extraña, como si todo lo demás no tuviera importancia mientras estamos juntos, riendo como dos críos.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora