Capítulo 25.

14.9K 716 15
                                    

NARRANDO LEDRA.

Cierro los ojos al sentir las caricias de Daniel, no puedo negar que me hace sentir algo que jamás había sentido y tengo miedo que sea lo que siempre he deseado, que sea él ese amor que me consuma hasta el alma.

— ¿Yo te hago feliz? —Pregunto.

— Si —Responde en un murmuro— sabes lo que le jode admitir que la niña más fresa que he conocido me hace feliz. —Sonrío.

— ¿Y cómo sabes qué es felicidad? —Pregunto.

— Porque es una sensación nueva para mi.

— ¿Nunca has sido feliz?

— Nunca —Confiesa— solamente cuando estás conmigo y es extraño, tú has conseguido cosas que ninguna otra.

— ¿Cómo qué? —Pregunto nerviosa.

— Muchas preguntas mandona —Ríe.

— Gilipollas —Frunzo el ceño.

— ¿Sabes qué veo cómo frunces el ceño desde el retrovisor?

— ¿Y tú sabes qué no me importa?

— ¿Ves? Me haces reír.

Giro la cabeza, él me observa haciendo una mueca con la boca, seguidamente me sonríe y eso me hace verle irresistible.

— ¿Me sigues enseñando?

— Eres una alumna horrible. —Responde riendo.

— Pero si has flipado chaval.

— Lo digo porque eres fea.

— !Gilipollas! —Subo la voz riendo a carcajadas.

— Venga, arranca.

Lo hago, esta vez él me deja conducir sola, mantiene las manos en mi cintura y creo que ya lo hace solamente para tocarme, apuesto a que él nunca se agarra a nadie cuando va en una moto.

— Soy la mejor alumna que has tenido chaval.

—  ¿Te cuento un pequeño secreto? —Alzo la
ceja.

— Uy, uy, el chico malo contando secretos ¿Ya puedo empezar a sentirme especial o lo haces con todas?

— No lo hago con nadie.

— Vaya, vaya, soy la primera —Me rio-.

— Déjame contarte el secreto. —Insiste.

— Te dejo. —Ríe.

— Nunca he permitido que nadie conduzca mi moto, jamás.

— Venga ya, este truco lo habrás hecho con todas para meterte entre sus piernas —Ríe— pero eh, entre las mías no te meterás.

— Ordinaria.

— No me lo has negado.  —Se ríe.

— Te juro que nunca nadie había conducido mi moto, tú eres la primera.

— ¿También juras? —Se ríe nuevamente.

— Eres irritante ¿Lo sabías?

— Me lo dices siempre.

— Pues lo eres, joder.

Detengo la moto, apago el motor y me doy la vuelta para sentarme delante de él, agarra mi cintura para que no me caiga, Le miro riendo y le golpeo.

— Vete a la mierda.

— Cuanta manía me tienes.

— Cierto, no puedo negártelo. —Saco la lengua

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora