Capítulo 38.

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NARRANDO DANIEL.

Miro a mis padres biológicos, los adoptivos se levantan cuando ven que yo lo hago furioso.

— ¿Nuestros qué? —Pregunto furioso.

— ¿¡Os habéis vuelto locos!? —Grita Jesús.

— Tenéis un vacío en vuestro interior, queremos que repararlo.

— ¡No intentéis arreglarnos! —Exclamo.

Mi padre adoptivo intenta acercarse a mi pero me aparto lleno de furia.

— Debéis conocerlos, saber porque os dejaron allí. —Añade nuestro padre biológico.

— Porque son una puta basura, no merecen ni que los miremos a la cara, fueron capaces de abandonarnos con seis años, destruyendo a aquellos niños llenos de inocencia ¿Y ahora quieren dar explicaciones? —Me acerco a ellos y mi madre adoptiva me agarra.

— Queríamos conoceros. —Dice la mujer.

— ?Conocernos? ¡Yo no quiero nada de ninguno de los dos! ¿Sabéis por qué? Porque me dais asco.

— Nos han dicho que andáis en malos pasos y quer..—Lo detengo.

— ¿Os preocupamos o os corroe la culpa? —Empiezo a reír— Sois un asco de personas y podéis cruzar esa puerta en este instante.

— Hijo, relájate.

— Y vosotros ¿¡Cómo habéis podido hacernos esto!? Os consideraba mis padres, mis únicos padres pero ahora no os considero nada.

— Queríamos llenar ese vacío. —Se defiende ella.

— ¿Llenar el vacío con una puta visita de unos padres de mierda? ¡No me hagáis reír!

El señor que dice ser mi padre biológico agarra mi brazo, lo miro con furia y observo su mano.

— Yo que tú no lo haría, no te tengo ningún respeto y no me temblará el pulso para romperte la boca. —Advierto.

— Ahora venís, lo hacéis por la maldita culpa que tenéis en el pecho pero cuando nos abandonasteis no teníais culpa ¡Para deshaceros de nosotros no tuvisteis piedad! Abandonar a dos niños de seis años a su suerte, delante de un orfanato —Dice Jesús con rabia— ¿Y ahora venís aquí?

— No sabéis lo que pasamos en esos años dentro de aquel orfanato, las noches en vela preguntándonos porque si éramos buenos niños nos habíais dejado solos, nos habíais abandonado ¡No sabéis cuantas noches nos ahogábamos en llanto pensando qué algún día nuestros papás volverían a por nosotros! Esa era la inocencia de dos niños de seis años que amaban a sus padres y por desgracia, más de lo que ellos nos amaron a nosotros. Por vuestra culpa ninguno de los dos podemos confiar en alguien, porque si las personas que más debieron amarnos nos abandonaron ¿Quién no lo hará? Para mi estáis muertos desde el día que tuve uso de razón  y me di cuenta que nunca ibais a volver a por nosotros. —Digo con frialdad.

Cojo la llave de mi moto dejando atrás todo lo demás, móvil, casco etc. Subo a la moto, arranco, mi madre adoptiva grita mi nombre pero yo no me detengo, me marcho, acelero tanto que todo lo demás se vuelve borroso, la rabia me consume, me destroza un poco más de lo que ya estaba, grito mientras acelero muchísimo más.

NARRANDO LEDRA.

Poco después de llegar a casa aparecen mis padres, al parecer mi madre ha llegado más tarde de lo que dijo y me alegra, no se han dado cuenta de absolutamente nada.

— Creíamos que volverías antes.

— Me ha surgido un percance. —Digo seria.

— ¿Habéis comido? —Pregunta mamá.

— Si, en casa de la tía.  —Responde Lorenzo.

— Nos vamos a la calle. —Dice Matías.

Se marchan, yo me echo un tazón de cereales, estoy flotando en una nube, soy realmente feliz.

— Te noto muy feliz hija. —Sonríe mi madre.

— Si, me gusta verte así. —Añade papá.

— Creíamos que prohibiéndote estar con ese chico te haríamos daño —Acaricia mi pelo— pero ha sido lo mejor para ti.

— Si mamá, tenéis razón.

Subo a mi habitación, me lavo los dientes y me tumbo un rato, cuando despierto ha oscurecido, estaba muy cansada.

Me doy un baño, cuando salgo escucho mi móvil sonar, es un número desconocido.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— ¿Si? —Pregunto.

— Ledra soy Jesús, el hermano de Dani. —Trago saliva.

— ¿Pasa algo? —Pregunto asustada.

— ¿Daniel está contigo?

— No ¿Por qué lo preguntas?

— Dani hace horas que se fue hecho una furia, he salido a buscarle y lo único que he encontrado ha sido su moto, él no estaba por ningún lado.

Nuestro amor es animal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora