CAPITULO VIII "MISIÓN: MOSCÚ"

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No importa cuando huyas de algo o de alguien, la tierra es redonda y de algún modo lo que en un momento coincide, tiene que chocar de frente, era mi reacción al conjunto de acciones, porque no creo en el destino

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No importa cuando huyas de algo o de alguien, la tierra es redonda y de algún modo lo que en un momento coincide, tiene que chocar de frente, era mi reacción al conjunto de acciones, porque no creo en el destino. Me vi en la penosa necesidad de volar directo a Tequila, pensaba en muchas cosas que podían incomodarme y ninguna se comparaba con volver a verla otra vez.

— Eiden, serás el hombre más cabrón que conozco, pero sé que no estás listo para verla.

— Lo sé, mi amigo, pero ¿Qué le puedo hacer? – le respondí a Mauro con calma, Remington también había volado con nosotros, no así los gemelos, estos se habían quedado aún en el hospital, es increíble como Gideon puede estar tan mal como su hermano sin estarlo del todo real, pero bueno, ese es punto y coma, el punto es que estoy en la cede de Imperial Logistic's, caminando a una dirección a la que no quiero caminar, Mauro y Remington fueron mis fieles brazos, uno se colocó a la derecha y el otro a la izquierda, caminamos el corredor eterno hasta la zona presidencial, en donde Diego esperaba. Aquí es dónde comienzo a metaforizar, me imagino que el bing bang se crea de manera alterna y reiteradas veces, podía aportar mis tres doctorados iniciales a que, sin duda alguna, lo que pasó en mi cabeza al verla de nuevo fue algo semejante al bing bang, así se crea la vida, en una mirada y un montón de polvos de estrellas.

— Bienvenidos. – las reverencias orientales también estaban impregnadas aquí, no articulé palabra, no era necesario cuando puedes confesarlo todo en un segundo, con una mirada fija al infinito.

— Gracias ¿Cómo estás Roma?

— Excelente señor Palacios, un gusto volver a verle. – le dijo a Remington sin preguntar más, obvio su discapacidad es notable, así como un golpe que tengo en la boca y mi incomodidad para respirar en algunos momentos. Las secretarias abrieron la sala de juntas para nosotros, Mauro y Remington de algún modo entraron primero que yo, me sentí lento, pero pude manejarlo.

— Bienvenidos ¿Cómo están? Esto es un verdadero desmadre ¿Necesitan algo?

— Solo deja de hablar, amigo, me mareas. – le dije antes de saludarle. – Suave. – le dije al momento de acercarme.

— Lo siento mucho, hermano. – de algún modo Diego me ofrecía sentarme en la silla presidencial, ladeé la cabeza.

— Es tu silla, me sentaré acá.

— No me siento cómodo, vayamos a la sala. – nos sentamos todos en la sala. – No esperaba que del aeropuerto viniesen para acá, pero es prudente.

— ¿Qué sucede?

— Supimos que Eric pronto piensa presentar a Darién como el líder de la Bratva, celebrará un usufructo vitalicio del poder.

— Vaya, el viejo no confía en su garrapata, le otorgará el poder hasta que él muera, buena jugada.

— No es tan sencillo, Mauro, lo que pretende es dejar que Darién haga su voluntad, pero, de algún modo, las cosas seguirán bajo el puño de Eric.

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