La Bratva ha decidido abandonar "La asociación" comandada por Eiden Palacios, con ello, consolidan una vez más su enemistad.
Madaby Palacios no es ninguna paloma blanca, a pesar de los esfuerzos vanos de su hermano mayor, se verá atraída por los be...
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— ¿Qué fue lo que hiciste ahora Jimmy Ricón?
— No hice algo malo, bueno, no lo sé, lo que pasa, es que tu hermana, mi adorada esposa, estaba trabajando en mi computadora y un tropiezo, me escribió un mensaje muy inapropiado y ella lo leyó.
— ¿Engañas a mi hermana?
— ¡Claro que no! Si tengo una remota idea de qué mierdas es el amor es por tu hermana, Gaby, auxilio.
— La cagaste.
— Tal vez eso no sea totalmente cierto, pero no importa, solo quiero que ella me escuche.
— ¿Qué hizo?
— Se encerró en el baño a llorar.
— ¿Si entiendes que está embarazada? Regla número uno, Palacios, sé un marido astuto.
— Ya lo sé. — dije mascullando. — Lo sé, lo sé, maldita sea, lo sé, por favor, Gaby, auxilio.
— Está embarazada bobo ¿Que no eres lo suficientemente listo para entenderlo?
— ¡Lo entiendo!
— No, no entiendes que ella está así porque está embarazada. — me quedé callado, pero claro.
— Si, por supuesto. — me golpeé la frente con la palma de la mano. — Tiene alteraciones hormonales ¿Crees que no esté realmente molesta?
— Roma es una mujer que escucha dos versiones, si no la convences te pedirá el divorcio el cual será millonario al haber un bebé.
— A Roma no le importa el dinero y sinceramente, a mí tampoco, el poder si, el dinero es mediático.
— El dinero generalmente otorga poder, pero bueno, Palacios, espera a que ella se calme, está encinta, lleva al cuarto algo que le guste comer ultimadamente y saldrá sin poderlo evitar, es como una ratona y tú un gato mimado y torpe.
— Oye.
— Intenta con eso, suerte. — me colgó. Solo ella sería tan maldita como para colgarme en estos momentos, exhalé con pesar y como pocas veces, fui a la cocina a preparar algo muy oloroso que la haga salir del baño. Una vez que tenía todo listo, subí a la habitación, encendí la televisión para ver Guardianes de la Bahía. Entonces mi plan funcionó, a los pocos minutos la puerta del baño se abrió suavemente, si no estuviera tan preocupado con su enojo, me reiría en estos momentos, asomó sus ojitos verdes por detrás de la puerta, la miré de reojo, seguí comiendo pan con margarina mientras ella salía del baño, la ignoré, todo el tiempo. Se limpió sus lágrimas y se sentó en el extremo de la cama, opuesto a dónde yo me encontraba, seguí comiendo, de pronto su mirada me incomodó y la miré. Ella me sonreía, traviesa, jugueteaba con sus dedos, la miré extrañado y seguí viendo la película. Roma se acercó, poco a poco hasta terminar a un lado de mí, puso sus manos entre sus piernas y se reía, levemente, como cuando haces una travesura y estás orgulloso de ello; acto seguido, me pinchó el brazo un par de veces.