CAPITULO CII "PEQUEÑO COOKIE"

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ALGUNAS SEMANAS DESPUÉS

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ALGUNAS SEMANAS DESPUÉS.

Esperé afuera,  a que Albert terminara su momento romántico, tuvo una llamada y se retiró haciéndome una seña indicándome que no se tardaría, entonces fue cuando apareció la madre.

— Tú.

— ¿Sí?

— ¿El imbécil de mi hijo está con Charlotte? – negué.

— Dijo que no tardaba.

— Excelente, ven. – entramos a la habitación, Charlotte es de esas mujeres que puede estar en sus peores momentos, pero nunca, nunca se verá mal.

— Hola mamá. – le dijo a la señora.

— Muéstramelo. – la señora apreció al pequeño Jason, era parecido a ambos, bastante agradable a la vista.

— Es hermoso, se parece a ti, sin duda.

— Mamá, no seas cruel con Albert, la ha pasado muy mal.

— Se lo merece, Keled estuviera aquí si él no fuera tan avaricioso.

— Solo quiere lo mejor para mí, para los niños, incluso para usted.

— Creo que la única forma de que lo perdone es que me traiga la cabeza de quién hizo esto. – me miró. – Sé que tú sabes quién fue, lo quiero, Darién.

— ¿Quiere que ignore las indicaciones y procedimientos administrativos de la KGB y traiga a los que hicieron esto?

— ¿Puedes o no?

— Sí, tengo un plan, como siempre, solo estaba esperando el momento indicado para ejecutarlo. – por no decir que estaba esperando un momento de desesperación como este.

— Hazlo, por Albert, trae a quien hizo esto, de la forma en la que tú quieras, tiene que pagar lo que hizo, a como dé lugar. – miró a Charlotte. – Y tú más vale que seas buena esposa y guardes silencio sobre esto, es la única forma que tiene Albert para conseguir mi perdón, quiero aplicar la ley del Talión con esos sujetos, los famosos Palacios ¿No.

— Si, con ellos, son fuertes, son coordinados, no será fácil, pero tampoco es imposible, tengo un plan para tenerlos en dónde queremos señora Briar, el punto está en golpearles la cabeza.

— Hazlo, y te recompensaré de forma inmerecida, Darién, hablo en serio. – tomó al pequeño en brazos. – Y tú, amor. – le besó la frente.

— Bien, hablaré con nuestro contacto. – dije y después de mirar al pequeño Jason salí de la habitación, tomé mi móvil y realicé la llamada que había estado esperando por meses.

— Pensé que nunca llamarías.

— Bazú, me urge reunirme contigo.

— Te espero en Bagdad, espero sean buenas noticias.

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