CAPITULO XXXVI "LLUVIA"

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Dejé de sudar cuando vi que mis viejos habían llegado primero, miré el reloj, estaba preocupado por Gamaliel, de algún modo, nuestras vidas peligraban al parejo

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Dejé de sudar cuando vi que mis viejos habían llegado primero, miré el reloj, estaba preocupado por Gamaliel, de algún modo, nuestras vidas peligraban al parejo.

— ¿Estás bien, cachorrito?

— Si, vieja, es que, el Castillo me va a morder las pelotas, primero debí decirle "Señor suegro, me quiero casar con su hija, se lo digo así de macho", pero no, se me ocurrió primero preguntarle a ella.

— Es que es con ella con quién vos te vas a casar, purri, tranquilo, si queré bronca, le doy bronca y ya está.

— ¿Qué haría yo sin vos? — le dije a mi viejo, el timbre de la puerta sonó, era el momento de morir.

— Yo abro. — dijo Shan saliendo disparada de la cocina.

— Amor, si vos ves que ellos están armados, no los dejes pasar, por mi seguridad.

— No seas dramático. — abrió la puerta, sus padres al frente y los dos guaruras más temibles de toda la comarca, fijo, hoy es mi día de muerte.

— Bienvenidos. — dijo mi mamá, mi suegro fue el primero en acercarse.

— Bueno, es lógico, ella es mi princesa, no tu conquista, cuídala, de otro modo, ni Gamaliel podrá salvarte de esta ¿Entiendes? Me agradas, no hagas que eso se acabe.

— Hecho. — fue mejor de lo que pensé.

— A mí siempre me agradaste como yerno. — dijo mi suegra, la abracé.

— Y usted siempre me gustó como suegra. – después seguía Mauro.

— Cuídala, es la única que tengo y la amo mucho.

— Así será, hermano. – Joaquín me miró.

— No puedo odiarte por más que quiera ¿Por qué? – nos reímos, le di un abrazo.

— Cuídala mucho, o sangre te hará falta para derramar.

— Lo sé, la cuidaré. – nos sentamos a la mesa, mi vieja, claro tenía que abrir el diálogo.

— Pues, Eiden ha sido claro, se casa el fin de semana, llega de París con Roma y está casi todo montado, quedó a cargo la mayoría de todo sobre María Hassán.

— Shan y yo habíamos hablado que si María está ocupada, podríamos tomar a Liah Hassán, ambas tenén gustos muy adecuados, aunque la mayoría de las cosas Shan las queré elegir.

— Ambos, amor. – me tomó de la mano.

— Ella va a elegir. – todos nos reímos, pero claro, las pibas mandan.

— Bien, la fecha que Shan nos había dicho data en tres meses ¿Por qué tan pronto?

— Porque estoy embarazada. – casi me trago la cuchara, miré a Shan mientras tosía, ella queré quedarse sin prometido.

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