CAPITULO LXXXVI "HASTA MI FINAL"

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Después de la ceremonia y ver a mi primo hecho un drama cerca de su ahora esposa, se llegó el momento de ir al gran salón del hotel en dónde se festejaría la boda

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Después de la ceremonia y ver a mi primo hecho un drama cerca de su ahora esposa, se llegó el momento de ir al gran salón del hotel en dónde se festejaría la boda.

— ¿En qué piensas?

— En lo hermosa que estás. — abracé a Roma y miré a Remington, éste ladeó la cabeza para mí, Mauro ya se dirigía para allá y más adelante, Gideon.

— Ahora vengo amor ¿Te dije que el novio se montó una coreografía con nosotros para la novia?

— No, no me dijiste.

— Lo hizo, iremos a ver cuándo será, siéntate con mi madre, cariño, voy en un segundo.

— Claro. — me moví para seguir a mis primos, cuando hacen ese tipo de reuniones es porque algo anda menudamente mal.

— ¿Qué sucede?

— Tenemos intrusos, no tengo noción de quién se trate, los Araujo, no tengo ni puta idea.

— ¿Quiénes son los objetivos?

— No importa, Gi, solo hay una forma por la cual pudieron entrar a Cancún sin que los nuestros se hayan dado cuenta. — suspiré. — Vamos por ellos.

— ¿Nosotros?

— ¿Quieres que maten a tu hermano, Gideon? ¿Estás muy ocupado? ¿Te da miedo que te maten ahora que vas a ser padre? Todos los presentes con excepción de Remington seremos padres ¿Crees que no tengo miedo?

— Si creo que vos no tienes.

— Estás en lo cierto, camina, traigan sus armas, será rápido si no me equivoco. — salí de la habitación y fui con mi esposa.

— ¿Qué pasa?

— Olvidaron las palmeras, tendré que ir a meter miedo.

— ¿Por qué eres así?

— Porque así nací. — le besé la frente. — Te amo, voy por las palmeras. — cuando salí ya me estaban esperando los otros tres.

— ¿Qué le dijiste?

— Manden a comprar dos palmeras con luces para el baile sorpresa. — Mauro tomó el teléfono.

— Yo me encargo. — abordamos la camioneta que yo mismo conduje.

— Está enojado. — dijo Remington. — Dios ¿Por qué vamos a la casa de Cañas?

— Ahorita vas a ver, Gideon, abre la puerta. — mi primo se bajó y metió un cable al monitor de acceso, en unos segundos, estaba abierto, entré con la camioneta, Cañas salía a ver qué demonios pasaba.

— ¿Era necesario demostrarme que es el mejor hackeando lo que se le ponga en frente? — me saqué el arma y le golpeé en la frente, lo tomé del brazo y le pisé la pantorrilla a efecto de que se arrodillara.

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