CAPITULO XCI "VEINTICINCO DE MARZO"

255 37 87
                                        

Estaba soñando que, como en la época colonial, era el rey, sin embargo, esa imagen de mí mismo no me agradó, entonces pensé en que había olvidado mucho de lo que mi abuelo me había enseñado, soy un patán, incluso creo haber fruncido el cejo mientr...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba soñando que, como en la época colonial, era el rey, sin embargo, esa imagen de mí mismo no me agradó, entonces pensé en que había olvidado mucho de lo que mi abuelo me había enseñado, soy un patán, incluso creo haber fruncido el cejo mientras duermo, qué feo eres Eiden Isaac Palacios Anderson, el peor. Había decidido de forma tramposa que nuestro hijo naciera en Jalisco, por ello, había traído a Roma a Tequila una vez más, unas semanas antes del nacimiento, la escuché ronronear un par de veces, pero estaba tan cansado, que no había sido suficiente para despertar.

— ¿Eiden? – escuché una voz temblorosa. – Eiden, Eiden creo que hice pipí.

— ¿Qué pasó? – entonces mi cerebro procesó la información, encendí la luz y me topé con algo que me aterró por completo, Roma estaba teniendo una hemorragia, lo que no considero normal, no en esa cantidad, me puse los primeros zapatos que encontré, metí mi móvil al bolsillo y me puse el auricular, Roma comenzó a llorar. – Amor, tranquila, por favor.

— Mi bebé.

— Tranquila.

— Eiden.

— Amor, necesito que te calmes.

— No puedo respirar. – llamé a la clínica.

— Clínica Santa Inés.

— Madre, soy su ángel favorito, Roma entró en labor de parto, tiene hemorragia y no puede respirar, voy para allá.

— Te esperamos. – colgué la llamada, tomé una sábana y cubrí a Roma, la sostuve y como no podía abrir la puerta, me desesperé y la tiré de una patada.

— ¿Qué sucede?

— Serás abuelo, hoy. – bajé con Roma las escaleras.

— Te llevaremos lo que necesites, sé fuerte Roma. – dijo mi mamá, la subí a la camioneta, le puse el cinturón y abordé del lado del piloto, encendí el motor y aceleré a fondo.

— ¿Cómo te sientes amor?

— Me duele mucho.

— Respira, cariño. – apretó con fuerza el asiento y gritó, debo aceptar que estoy cagado de nervios, pero logro controlarme.

— No puedo respirar. – vi que seguía sangrando, aceleré, el bebé nacerá en cualquier momento.

— ¿Te sentiste mal en el día?

— No, ayudé en la cocina, fue todo.

— Te dije que estuvieras descansando.

— ¿Quieres pelear ahora? Porque tengo tanta fuerza que podría tirarte todos los dientes, solo ten la vista en el camino y no me jodas. – puso sus manos en el tablero y volvió a gritar. — ¿Por qué está naciendo tan rápido?

— No lo sé. – lo bueno es que son las cuatro de la mañana y no hay autos transitando, al cabo de unos minutos llegamos a la clínica, tomo a Roma nuevamente y entro.

♛ 𝘌𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴 𝘐𝘯𝘵𝘪𝘮𝘰𝘴 ♛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora