CAPITULO X "ENFURECIDO HERMANO MAYOR"

234 31 7
                                    

Luces, el goteo de la tubería rota del edificio que se encuentra a un lado de mí, los latidos de mi corazón, mi aliento, el palpitar de mi cerebro y la sirena de la patrulla que se encuentra a dos calles

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luces, el goteo de la tubería rota del edificio que se encuentra a un lado de mí, los latidos de mi corazón, mi aliento, el palpitar de mi cerebro y la sirena de la patrulla que se encuentra a dos calles... tres dosis de heroína, una desesperación inusual, histeria, visión borrosa y frío. Me quedé tirado en medio del corredor... pasaron unos minutos, tal vez horas, hasta que me pude levantar. Una noche, unos dólares y tienes droga y un lugar para poncharte, la ventaja de ser rico es que puedes cambiar de jeringa cada golpe, me da asco de solo pensar que cuando salga de aquí, algún desesperado se ponchará con mis jeringas. Me puse de pie y me apoyé en la pared, me acerqué al lavabo a vomitar, sin querer me miré al espejo, he perdido cerca de ocho kilos y unas cinco mil horas de sueño en lo que voy con esto, hay noches que no duermo, paso más de veinticuatro horas alerta, como un maniático. Salí de la habitación de ese nauseabundo lugar, a trompicones.

— Haré lo que me pidas por una dosis, guapo. – me dijo una chica, desesperada, saqué un billete, desconozco la denominación y se lo di.

— Quita tu puta cara de mi vista. – bajé las escaleras muy poco estético, tenía frío y en este momento, he olvidado dónde vivo ¿Qué importa? Lo recordaré en el camino. Llovía de manera tenue cuando saqué la cara de ese edificio, metí las manos a los bolsillos y caminé sin conocer realmente a dónde iba.

— Oye, latino. – me dijo un sujeto mientras caminaba mirando al cielo. – Hablo contigo, idiota, esos tenis que tienes parecen caros. – seguí camino hasta que tiró fuerte de mi hombro y me golpeó la cara, retrocedí hasta caer, cuando intentó acercarse le golpeé fuerte y me levanté.

— Solo quiero ir a casa. – el sujeto sacó una navaja.

— Los tenis, latino. – aparecieron más sujetos, apenas y pude levantarme, no podía enfocar a ninguno, solo éramos mi instinto y yo. Comencé una riña de la que por ningún motivo podría salir airoso, no estaba sobrio, no tenía equilibrio y ni siquiera recordaba mi nombre ¿Cómo por qué ganaría esta pelea? Los hombres se lanzaron contra mí y me molieron a golpes.

— Creo que está muerto. – susurró uno de ellos a otro, por lo que, para terminar su crimen de manera decorosa, me aventaron a un contenedor de basura en dónde perdí por completo el conocimiento.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
♛ 𝘌𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴 𝘐𝘯𝘵𝘪𝘮𝘰𝘴 ♛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora