CAPÍTULO XLIX "EL GRAN DÍA"

212 31 99
                                    

Mi abuelita me había dicho que el amor es una ciencia muy extraña, cada persona, somos una sustancia, que, al querer mezclarse con otra, puede volverse algo hermoso como una flor, turbio como agua salada o explosivo como un volcán

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi abuelita me había dicho que el amor es una ciencia muy extraña, cada persona, somos una sustancia, que, al querer mezclarse con otra, puede volverse algo hermoso como una flor, turbio como agua salada o explosivo como un volcán. Hoy una mezcla que había dado por resultado una flor, unirían sus vidas, la abuela a veces usa palabras extrañas para explicarme lo que sucede, pero dijo que, a partir de hoy, Shantall y Gideon contarán como uno. Y es hermoso mirarles, están tan enamorados que ignoran todo lo demás, para él solo existe ella y para ella, solo existe él.

Sin embargo no todos son afortunados, del otro lado, teníamos una reacción química totalmente diferente, mi primo Gamaliel había tenido la tristeza de explotar cuando quiso unirse con mi prima Elizabeth, sin embargo y que conste que tengo escasos seis años, considero que tal vez no explotaron, tal vez, algo llevó a Elizabeth a querer explotar, porque al fin y al cabo, nadie, nadie es culpable de sentir miedo cuando va por la vida, es tan común como respirar y ella, estaba experimentando todo de manera novedosa y generalmente, como dice papá, todos tendemos a querer destruir lo que no entendemos. Estábamos listos para ir a la ceremonia, tenía un vestido privilegiado porque soy la que arroja las flores junto con Vero y Anaís, cuando me sentí lo suficientemente lista, fui a buscar a Gamaliel, había lugares precisos para encontrarlo, me bastó escuchar para darme cuenta que estaba cerca del piano. Cuando llegué ahí me escondí detrás de la pared, solo asomé un poco los ojos y pude verle, perdido, reflexivo, como lo había estado todas estas semanas, desconectado de él mismo o como dijo Sophy, tal vez está buscándose a sí mismo. Era tan ligero cuando tocaba, lo hacía ver tan fácil, me fascinaba, era demasiado talentoso. Creo que se dio cuenta que estaba ahí porque cambió la canción, una de mis favoritas, la danza del hada de azúcar, así que no pude más y comencé a bailar y tropecé cuando recordé que probablemente, él había ido a ver a mi prima bailar, me caí sentada y le sonreí.

— Siempre sos tan elegante que realmente dudo que tengas seis.

— Dímelo tú, eres tan elegante como mi papá.

— ¿Qué haces aquí? — se levantó y me ayudó a levantarme también.

— Vine por un hombre guapo que estaba perdido en el piano.

— ¿Llevas vos mucho rato esperando?

— Un rato mediano.

— ¿Mediano? No me queda claro, pero. — extendió los brazos. — Es lo que tengo.

— Te ves muy guapo.

— Al menos alguien de este mundo lo nota.

— No digas eso, eres encantador, tienes chispa. — sonrió.

— Chispa, vamos señorita chispa. — lo miré acusadoramente. — ¿Qué?

— Estás fumando.

— Se me quitará pronto, te lo prometo.

♛ 𝘌𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴 𝘐𝘯𝘵𝘪𝘮𝘰𝘴 ♛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora