CAPÍTULO XL "AMARTE ES UN PLACER"

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Me miré en el espejo, este vestido era como el que cualquier mujer puede soñar, suspiré, emocionada, sin poder creer lo mucho que ha cambiado mi vida en menos de un año

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Me miré en el espejo, este vestido era como el que cualquier mujer puede soñar, suspiré, emocionada, sin poder creer lo mucho que ha cambiado mi vida en menos de un año.

Hace menos de un año hubiera matado con mis manos a Eiden, lo hubiera golpeado y tuve muchas ganas de lanzar su té de limón con una de azúcar sobre su cara, pero ahora, estoy aquí, a poco de convertirme en su esposa, dispuesta a ensuciarme las man...

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Hace menos de un año hubiera matado con mis manos a Eiden, lo hubiera golpeado y tuve muchas ganas de lanzar su té de limón con una de azúcar sobre su cara, pero ahora, estoy aquí, a poco de convertirme en su esposa, dispuesta a ensuciarme las manos por él.

— ¿En serio vas a casarte con el agrio ese?

— Gabriela, es momento de que comiences a respetar a Eiden, es tú jefe, un ser humano que ha cambiado mucho y lo más importante, será tu cuñado.

— No estoy segura de quererle entregar a mi querida hermana para que sea su esposa.

— Debes querer, por mí, porque es lo que yo quiero.

— Si es lo que quieres, después no digas que no te lo advertí, eliges a un esposo muy extraño.

— Uno que me ama.

— ¿Te lo ha dicho?

— Me lo demuestra a medida que aprende.

— Bueno. — mi hermana tomó mis manos, dejó justo en ellas una fotografía de mis padres, no quiero llorar. — Ellos estarían muy orgullosos de lo que eres ahora. — asentí, evitando las lágrimas.

— ¿Roma? — apareció Madaby.

— Hola, ven aquí. — nos abrazamos.

— Espero mi hermano y tú sean muy felices, le haces bien a ese cuadrado asqueroso.

— Oye, no le digas así. — dijimos entre risas. — Gracias Mady.

— ¿Estás lista?

— Sí, pero no, sinceramente estoy muy nerviosa.

— Es normal, te vas a casar con un sujeto sumamente raro. — salimos de la habitación y afuera se encontraba doña Victoria, ahora sí, voy a llorar, me miró sonriente.

— Toda una princesa.

— Doña Victoria. — nos abrazamos. — No sabe el honor que siento al ser parte de su familia, gracias por estos años de apoyo, me encantaría que el señor Isaac estuviera aquí.

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