CAPITULO XVI "EL EJEMPLAR HERMANO MAYOR"

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Eiden era una mezcla extraña entre Samantha y yo que me parecía sumamente interesante en muchos aspectos de la vida, era una dualidad única, no sabes jamás cómo va a tomar las cosas

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Eiden era una mezcla extraña entre Samantha y yo que me parecía sumamente interesante en muchos aspectos de la vida, era una dualidad única, no sabes jamás cómo va a tomar las cosas. Volvimos a Jalisco en cuanto dieron de alta a Jared, Eiden se mantenía sereno, con la mirada indescifrable, asentía, negaba con la cabeza levemente mientras escribía en la computadora, es increíble lo mucho que ha crecido y lo mucho que me recuerda a mí mismo.

— Cuando naciste eras rubio, me sentí tan traicionado que casi lloro, es más, creí que no eras mi hijo. – le dije, me clavó sus afrodisiacos ojos arcoíris por encima de las gafas y ladeó la cabeza.

— ¿Aún tienes ese sentimiento, papá? – negué.

— No, porque para fortuna de todos, tuya, mía, te pareces demasiado a mí.

— Crees demasiado en mi benevolencia.

— ¿Eres malo? ¿Comparado con quién?

— Contigo.

— Haz hecho lo que tenías que hacer y haz sido lo que tenías que ser, Eiden, dudo tener esa capacidad.

— Eres Gibran Palacios, siempre me parecerás una figura que está por encima de todos, incluso de mí, eres el único con vida con esas características.

— Crees demasiado en mi inteligencia, también cometí errores, Eiden.

— Yo no dije que eres perfecto, lo que digo es que siempre es importante tomar en cuenta lo que tú dices, papá, como alguna vez alguien dijo, es complicado que la inteligencia le gane a la experiencia.

— Pasa, creo que la inteligencia puede con la experiencia, sin embargo, es un asunto que no debería inquietarte, haz podido con gente que te duplica la edad.

— No dejo de pensar en lo que podría pasar si yo hago las cosas mal.

— Eso no pasará. – todo fue calma, llegamos a casa, Samantha tenía interés en ver a Bárbara, así que apenas llegamos, tomó rumbo a la casa de Renan, por mi parte, no sabía cómo desquitar el coraje que tenía contra Jared.

— Bien, Jared, esto es lo que va a pasar, estarás en la habitación, no puedes salir de esta casa, si intentas algo estúpido como escaparte o hacer algo gracioso digno de mi molestia, te voy a encerrar con llave así supliques ¿Comprendes? – estaba avergonzado y eso era evidente, Eiden había sido claro con las indicaciones, Jared ni siquiera le miró y caminó directo a la habitación, Liz esperó un poco y después continuó.

— Permiso, señor Palacios, Eiden.

— Pasa, Liz, estás en tu casa.

— Gracias. – es obvio que no es fácil lidiar con tu novio adicto, suspiré.

— ¿Cómo está Gamaliel?

— Ese tiene más vidas que un gato, está bien, vendrán a la conmemoración de Miguel. – suspiré.

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