La Bratva ha decidido abandonar "La asociación" comandada por Eiden Palacios, con ello, consolidan una vez más su enemistad.
Madaby Palacios no es ninguna paloma blanca, a pesar de los esfuerzos vanos de su hermano mayor, se verá atraída por los be...
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Miré a mi tío algo intenso con Eli, así que se me ocurrió algo.
— Basileo de la Grecia antigua ¿Podemos hablar? – miré a Eli. – Vaya ¿Ya te orientaron tan rápido?
— No te digo nada únicamente porque ahora no puedo.
— ¿De qué acabamos de hablar
Agachó la cabeza — Ups.
— Es muy mal educada con sus superiores, le dio un golpe a un sujeto que bien podría lastimarla si quisiera, el punto es que tengo que poner en jaque a alguien. — abrí la puerta de la habitación de Gamaliel. — Jian Li ¿Nos das unos minutos? — ella me miró extrañada.
— Claro, Isaac.
— Ella es Jian Li, es hija del líder de la Sun Yee On, una triada china aliada.
— ¿Por qué parece ser que terminarás metiéndome en líos, sobrinito?
— Eres un lío andante, no me vengas con ese tipo de comentarios, Li, él es el jefe de no sé dónde y ella su hija.
— Un placer conocerles, volveré más tarde.
— Gracias Jian. — cerró la puerta tras ella. — Qué guapa está.
— ¿Qué pasa?
— Lo que pasa es que no puedes volver a Argentina, los sureños tienen vigilados a los tuyos hasta los dientes, en México tengo a los Varela, así que. — suspiré. — Creo que es apropiado que tu suegro se haga cargo de mantener tu cabeza en su lugar.
— ¿Qué?
— Vamos Gamaliel ¿Quieres estar con Eli o no? Es tu oportunidad.
— ¿Disculpa? — negó con ambas manos —. No, no, no, no, no y no. Si quieres ver arder el mundo, quémalo tú solo, pero no inicies en mi casa.
— ¿Me dices que no puedes tener a un par de niños de veintidós años a salvo? Solo hasta que se recupere, tiene trabajo que hacer, no holgazaneará, tiene cosas que hacer y lo sabe.
— Estás cometiendo una equivocación, Eiden.
— Yo opino lo mismo.
— Tú no hables, Saga, te duele la garganta ¿Lo recuerdas?
— No puede ser tan malo — dijo mi prima.
— Tú no tienes derecho a opinar ahora.
— ¿Cuál es el problema, señor Basileo, dios de las reliquias? ¿No puedes? Es simple ¿Puedes o no puedes evitar que los maten?
— Eiden.
— ¿Del mundo? Incluso dormido lo haría. ¿De mi hija? Esos ya son otros veinte dólares.
— Cállate, Gamaliel, es la última vez que te lo digo ¿Por qué no me respetas?