Segunda temporada de PARACETAMOL.
¿Qué tan rápido se olvida una mentira?
¿Qué tan rápido un golpe deja de doler?
¿Qué tan rápido se puede dejar de amar?
₊˚✧
(!) Es importante que lean la primer temporada.
Dice Yoongi que perdón, aquí la pastilla, de una sola toma, cuesta dos dolares. :(
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Fue entre sabanas y abrazados que Jay le contó a Jimin la historia con Hyunjin. Se permitió bajar la guardia y refugiarse entre los brazos de su compañero, Jimin lloró un poco también.
<< ¿Por qué no lo buscas? >>
<< No tengo el derecho de hacerlo >>
Los días pasaron muy rápido, entre cajas de mudanza, maletas , tardes y noches enteras de Jay y Jimin teniendo sexo. De pronto Jimin ya no quería volver a Daegu.
– Deja un poco de ropa, porque me vas a visitar, ¿verdad?
Jay deja la última caja de Jimin en la entrada del departamento para que el trabajador la lleve a la camioneta.
– Por supuesto, pero tú tienes que ir a Daegu, ¿bien? Y no trabajes mucho, ya no podré cuidarte cuando enfermes...
Jay atrapa la cintura de Jimin y este lo abraza por el cuello, sus deditos se entierran entre las hebras de cabello que caían por la nuca.
– ¿Qué haré sin ti? – la nariz de Jimin, quien se debe de poner de puntitas, acaricia la de Jay en un tierno beso esquimal.
– Puedes buscarlo.
Jay suelta el aire por la nariz y niega.
– No hables de él ahora. Estás a punto de irte.
Los besos sabían a despedida, a soledad ahora que no los iba a tener. Ahora que Jimin se iba, y de pronto su hogar se sentía más frio.
– Te necesito, Jay.... Antes de irme, por favor.
A la mierda lo de las mudanzas, que esperaran.
Jay cargó a Jimin y lo llevó hasta su habitación. Pudo aprovechar la sala, o la cocina, incluso las escaleras, como habían estado haciendo durante esa semana. Pero quería el olor de Jimin en su cama, alargando un poco su presencia.
Jay alzó la falda rosa de Jimin y tiró de su ropa interior. Tenían poco tiempo y tener a Jimin vestido no era un impedimento para brindarle placer. Hace apenas tres horas habían estado teniendo sexo en la habitación de Jimin y luego en la bañera, ya había grabado perfectamente cada parte de la hermosa anatomía contraria.
Jimin estaba acostado, Jay lo miraba al pie de la cama, jaló de las piernas del menor y le dio la vuelta, un tanto brusco, pero a Jimin le encantaba cuando Jay lo manejaba. No perdió tiempo, sostuvo su cuerpo con ayuda de sus rodillas y luego estiró los brazos y pegó el pecho al colchón quedando expuesto para su Jay.
– Me arrepiento de no hacer esto antes...
El abogado apretó un glúteo de Jimin, y cuando este quiso voltear para ver a qué se refería, sintió humedad en su entrada.