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– ¿Es Jimin?

Hyunjin pone atención al chico que viene en dirección hacia ellos, siente a Gray abrazar su cuerpo desde atrás y jura que a su novio se le ha caído la quijada hasta el estacionamiento tres pisos abajo.

– Joder, sí que es Jimin.

Cabello totalmente lacio, en un negro tan obscuro como la noche, mirada profunda, labios apetecibles, una playera corta color blanco. Una hermosa vista el abdomen y la tersa piel del chico y una corta falda de mezclilla, zapatillas blancas, calcetas blancas un poco arriba del tobillo. El broche, no olviden el broche... Y unas piernas perfectas, muslos de pecado, sonrisa de...

– Hola chicos, ¿listos para el día de hoy?

Un Jimin completamente renovado, el del pasado era atrevido, pero un poco tímido, el que había sido hace un par de días era un Jimin que se había olvidado de su ser, sus gustos, cómo sentirse bonito. Este Jimin es uno seguro de sí mismo, hermoso y tan él mismo.

– ¿Qué tienes para nosotros? – pregunta Hyunjin bastante animado, Gray sólo le mira orgulloso.

Jimin entrecierra los ojos, pensando qué sería bueno.

– Jay dijo que vendría en la tarde, para ir a cenar todos juntos, podemos comer algo ligero e ir a los videojuegos o pasear por el centro comercial, ¡hay un lugar con pista para patinar!

– Me gustaría patinar, ¿tú qué dices? – el menor de los tres toma el rostro de su chico esperando por la respuesta.

– Lo que mis chicos quieran.

Los menores ríen y enseguida se dirigen al área de comida. Subway es el establecimiento elegido para comer algo, además siempre tienen chicos lindos atendiendo. Mientras comían charlaron un poco sobre comida, la que odian, lo que aman, la importancia de los colores en esta y todo tipo de recetas extrañas. Una hora después Jimin y Hyunjin competían en lanzar las pelotas de baloncesto a la canasta, había una cámara polaroid a quien llevara más tickets, y aunque los chicos llevaban pocos, tenían una absurda esperanza de conseguir diez mil.

Al termino del turno esperaron que la maquina sacara una larga hilera de tickets...

– Eso, vengan con papi – Jimin pone la mano frente a la maquina y lame sus labios emocionado por ver cuantos van a salir, el primero sale seguido del segundo y ahí se corta.

Sólo dos ticktes. Hyunjin tres. Gray suelta una carcajada.

– Ahora les faltan sólo nueve mil novecientos noventa y cinco.

– No le hagas caso, Jimin – Hyunjin mira mal a su chico y le da la espalda quedando frente a Jimin, se acerca para susurrar en su oído– cuando consigamos esa cámara no le dejaremos unirse a las fotos.

Por el tiempo que pasaron en aquel lugar, Jimin y Hyunjin se hicieron bastante cercanos, al punto en el que Gray se sintió un tanto excluido, mas no se sintió mal pues le alegraba que sus chicos preferidos se llevasen tan bien. Tres horas más tarde, sólo tenían ciento cincuenta boletos.

Decidieron guardarlos, acordaron ir a jugar todo lo que pudieran antes de que Hwang regresara con Gray a Jeju. Caminaban por el pasillo viendo los mostradores de algunas tiendas, Gray había ido a conseguir un par de helados y a pagar el boleto de estacionamiento.

– Gray y tú hacen una pareja excelente, me alegra verlo tan feliz, y sé que le costó conseguir la primera cita.

Las mejillas de Hyunjin tomaron un leve color carmín.

– No me sentía preparado... Verás hace ya un tiempo me enamoré perdida...

– Dos helados para dos hermosos chicos – Gray interrumpió llegando de la nada y los menores se dieron una mirada cómplice que prometía seguir con la anécdota luego.

Ambos agradecieron y salieron del centro comercial a la espera de Jay, quien diez minutos después de lo acordado seguía sin llegar, hasta que Jimin le llamó.

– ¿Papi? – inicio con un toque divertido– ¿en donde estás? Te estamos esperando.

– Lo siento amor, pasé a la casa a darme un baño rápido, Mino hizo un desastre con el pollo que compró para comer con los chicos en la oficina y sentí que olía terrible, odiaré el pollo un tiempo, te veo en cinco, estoy cerca.

– De acuerdo, con cuidado.

Jimin les avisó a los chicos, ofreció dejar que se adelantaran y eligieran un lugar, estos se negaron, pero al final Jimin les convenció. Jay no tardó mucho en llegar, Jimin se subió al auto antes de que este se bajara a abrirle la puerta y le saluda con un largo beso en los labios.

– Luces... Jimin –su mano derecha no se contiene de ir hasta el muslo descubierto de su chico– contaré los segundos para volver llevarte conmigo a casa y mostrarte cuanto me encanta como luces hoy.

Jimin se sentía deseado, y aquello le encantaba.

– Le llamaré a los chicos, veamos si ya eligieron un lugar.

Dos tonos, y Gray respondió.

– ¡Por qué no me dijiste del KFC que estaba cerca! Estamos ahí, estoy realmente hambriento, en Jeju ya no venden las tiras barbecue.

Pollo. La cara de Jimin se deformó.

– De hecho...


Valium // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora