Una toalla mojada fue abandonada en el cesto de la ropa, Jay había tomado un baño rápido antes de volver a la sala con Jimin. Son aproximadamente las tres de la mañana, cuando entra a la sala, sólo la luz de luna que entra por el ventanal grande, alumbra el lugar. Supone que Jimin estaba a punto de ir a dormir pues lo encontró en pleno camino en medio de la sala.
– Perdón, me di una ducha primero.
– ¿Estás bien?
Jay asiente con una sonrisa. Se acerca a Jimin, en sus manos sostiene la bolsita en donde guarda el broche que alguna vez compró para él.
– Es idéntico...
– Este es ya muy viejo, Minnie – quita el broche que ocupaba lugar en la cabellera de Jimin, y voltea para tirarlo en el cesto de basura. Jimin da un respingo; sin embargo, no dice nada. Deja que Jay manipule su cabello, eligiendo un mechón y colocando el broche con cuidado. Nada que ver con la forma de Yoongi.
– Gracias.
Jimin siente ganas de golpear su pecho para que su corazón no se acelere como lo hizo. A veces pasaba cuando Jay hacía algo lindo por él. Sus labios se elevan en una sonrisa tímida, al mismo tiempo en que sus brazos se recargan en los hombros de su abogado y sus manitas se encontraban detrás de la nuca del mismo. Tiene que ponerse de puntillas para permitirse acariciar los labios sabor menta del mayor.
Jay no tarda en corresponder, sostiene a Jimin por la cintura, pegándolo a su cuerpo, los besos con Jimin siempre se sienten íntimos, en una buena manera. Algo de lo que no se cansaría nunca, y que tal vez había un poco de sentimientos, pero no lo suficiente para que sea un amor fuerte. Jimin y Jay se aman, pero ambos son consientes que no lo suficiente para ser pareja, otro tipo de amor y ya. Simplemente no se lo cuestionaban.
Cuando el beso cambió un poco de ritmo, y Jimin se cansó de estar en puntillas, tomó impulso de los hombros ajenos y saltó para enredar las piernas en la cintura de aquel hombre, Jay lo sostuvo enseguida y se dio la vuelta para recargar a Jimin sobre la pared más cerca, la que está justo a un lado del pasillo de las habitaciones.
La respiración de ambos comenzaba a ser ruidosa, los deditos de los pies de Jimin se apretaban por la calidez que estaba embargando a su cuerpo, y Jay no le era indiferente en ese sentido. Jamás habían llegado tan lejos, nunca habían pasado de un par de besos, y ahora Jimin estaba sonrojado, con la piel tibia, y con una erección formándose bajo su pantalón de pijama. Los besos reproducían hermosos chasquidos gracias a la humedad y el juego de lenguas que se llevaba a cabo entre las bocas de ambos chicos. Las manos fuertes de Jay no dudaron en apretar el trasero de Jimin para crear un poco de fricción, Jimin ahogó un suspiro entre los labios experimentados de su varonil abogado, y quizá fue eso lo que los hizo reaccionar, porque las mejillas de Jimin se encendieron, bajó de golpe, y Jay desvió la mirada.
Fueron unos segundos en silencio. Jimin tenía mil cosas pasando por su cabeza, los posibles escenarios en los que pudieron terminar aquella noche, y los posibles problemas que esto traería. Jay no estaba muy lejos de ello. Pensaba en que formar un lazo más intimo con Jimin, haría difícil la separación que algún día iba a llegar.
Además, hace unos minutos había estado llorando como un adolescente en el baño.
– Vamos a dormir – su diestra acaricio una mejilla de Jimin con ternura – tenemos que madrugar, es fin de semana, pero sigues siendo mi asistente.
– ¿No puedo arrepentirme?
– Ya es muy tarde para eso.
Se separaron y caminaron juntos hacia sus respectivas habitaciones, Jay abrió la puerta de la suya primero, Jimin volteo.
– Buenas noches, señor Park.
– Buenas noches, Jimin.
Se sonrieron, pero antes de que Jimin entrase a su habitación, el abogado le detuvo con su voz.
– ¿Quieres dormir conmigo?
Aquello ya lo habían hecho antes, y a Jimin le encantaba, secretamente. Dio un saltito y corrió junto al abogado. Sin esperar se tiró sobre la enorme cama, gateó hasta la cabecera para poder destender su parte y hundirse bajo las cobijas calientitas. Jay rió a sus adentros, apagó la luz y fue a tomar su lugar a lado derecho de Jimin, se tomaron la mano bajo las cobijas y se quedaron profundamente dormidos.
Dos horas... durmieron dos malditas horas.
Ambos estaban de un humor insoportable, desayunaron unas donas de la maquina a fuera de la empresa de Jay y se metieron para pasar cinco horas de junta, con un receso de diez minutos. La jornada no paró ahí, el día entero estuvo lleno de trabajo.
– No puedo creer que he pasado un sábado entero encerrado aquí con abogados narcisistas – dijo Jimin de mala gana al grupo de amigos del abogado Park. Claro que había una pizca de broma en ello.
– Debes sentirte honrado mucha gente quisiera pasar un sábado entero a mi lado.
– ¡El gran Song Mino ha hablado! – Jimin puso la tercera taza de café frente al alto y le sonrió con fastidio.
Los abogados a los que Jay les tenía su entera confianza, no eran más que un grupo de hermosos playboys con una perfecta puntuación para que cualquiera pudiese jugar a ser daddy de quien se les antoje.
Song Mino, Wu Yifan, Park Chanyeol, Im Jaebum, Kim Jongin, Woo Jiho y el jodidamente sexy Jackson Wang.
Sinceramente, Jimin sí se sentía honrado por tener la oportunidad de estar rodeado de hombres tan guapos.
Pero ni uno de ellos le ganaba a Jay.
– Puedes ir a descansar, Jimin. Prometo que es la ultima junta del día – habló Jay sin despegar la vista de los papeles.
– Y luego te llevará a cenar – intervino Chanyeol.
– Estoy de acuerdo con Chanyeol, me lo merezco.
Y salió de ahí.
Jimin aseguró que, si el omegaverse existiera, entraría en celo cada que estuviera en junta con esos hombres.

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Valium // YM
FanfictionSegunda temporada de PARACETAMOL. ¿Qué tan rápido se olvida una mentira? ¿Qué tan rápido un golpe deja de doler? ¿Qué tan rápido se puede dejar de amar? ₊˚✧ (!) Es importante que lean la primer temporada.