Algunos trajes fueron cambiados por ropa más casual, al igual que los zapatos y accesorios. Si bien su compañía era pequeña, Jay tenía la libertad de no trabajar como antes. Solo tenía que firmar unos papeles y, de vez en cuando, revisar algunos números. Llevaba casi un año en terapia, y por fin empezaba a entenderse mejor: a sí mismo, a sus emociones y a los demás.
Lo más difícil que había aprendido era algo que todos temen: dejar ir.
Ver a Hyunjin de nuevo fue lo más bonito que le pudo haber pasado, pero, aunque doliera, ya no eran las mismas personas. Ambos habían crecido, aprendido, sufrido y cambiado. Y esa evolución los llevó a una decisión dolorosa, pero necesaria: no seguir juntos. Se despidieron con pequeñas lágrimas de felicidad, agradecidos de haberse encontrado una vez más, pero conscientes de que sus caminos ya no iban en la misma dirección.
Jay, tras esa despedida, se perdió por un tiempo. Empezó a tener actitudes autodestructivas: salía a beber cada fin de semana, pasaba días sin tomar agua y su cocina se llenaba de comida chatarra. Dejó de preocuparse por su imagen y, algunas noches, las lágrimas que había contenido durante el día salían sin aviso.
Pero entonces algo cambió. Jay decidió buscar ayuda. Y esa decisión le cambió la vida. La terapia, que al principio le parecía algo lejano e innecesario, se convirtió en su salvavidas.
Ahora se preocupaba más por sí mismo, no solo por su apariencia, sino por quién era en realidad. Buscó un nuevo estilo, algo que lo representara mejor, y en el camino, se encontró con quienes siempre habían estado a su lado. Chanyeol, Kris y sus colegas lo apoyaron mientras él pasaba por esta metamorfosis, encargándose de los asuntos de la empresa que él ya no podía manejar.
Jay empezó a viajar, a explorar y a salir con nuevos chicos, de manera casual.
Uno de ellos lo intrigaba especialmente. Era un violinista con un porte elegante y una sonrisa tranquila, como la de alguien que había hecho las paces con todo el mundo. Que no se ahogaba en problemas y que, aún así, no era perfecto. Este chico, a quien Jay veía de vez en cuando, le enseñaba algo valioso: que no importa cuánto sepas sobre ti mismo, siempre habrá momentos difíciles. Pero aprender a navegar esos momentos era la verdadera fortaleza.
Aunque tenían la misma edad, Jay admiraba la serenidad con la que el violinista vivía su vida. Salían a cenar, a ver películas, o simplemente charlaban durante horas. Pero lo que Jay más apreciaba de esta persona era su calma. No había inseguridades, no había dramas. Sabía todo sobre el pasado de Jay y, aun así, no se sentía amenazado.
"Todos tenemos un pasado," le dijo una vez el violinista, "pero es sólo eso."
Esa frase se quedó en la mente de Jay.
Hoy, sin embargo, era un día especial: el cumpleaños de Jimin. Después de dejar a su posible nueva pareja en casa, Jay se preparó para salir. Optó por un look casual completamente negro, tomó el regalo que había comprado para Jimin y salió hacia su casa. Hacía tiempo que no se veían. Aunque siempre reaccionaban a sus historias en redes sociales y no se perdían lo que el otro hacía, no sentían la necesidad de hablar hasta ese momento.
La pequeña reunión en la casa de Jimin estaba llena de risas y amigos de la universidad. Jay se encontró compartiendo una cerveza con Yoongi, mientras observaba desde la distancia cómo Jimin no despegaba las manos de los brazos de un chico que no le inspiraba confianza. Pero Jay ya no sentía que fuera su lugar intervenir. Sabía que Jimin había crecido y que no era ingenuo. Sin embargo, lo tendría que interrumpir.
Con ayuda de un "Jimin" con su profunda voz que captó la atención al instante, le hizo la seña de salir al patio en busca de silencio y privacidad.
— Te ves diferente —dijo Jay con una sonrisa. Era una sonrisa que guardaba tantas emociones.
— ¿Más adulto? —Jimin se rió, rodando los ojos con diversión mientras se acercaba a abrazarlo.
— Quizás —contestó Jay, devolviéndole la sonrisa, mientras lo abrazaba sin dudar.
El abrazo fue breve, pero profundo. Jay soltó a Jimin solo para peinar con suavidad un mechón de su cabello, acomodándolo detrás de su oreja derecha.
— Ser adulto es una cosa —dijo Jay en voz baja mientras colocaba el regalo de Jimin en su cabello—, pero mantener tu esencia es otra.
Jimin, al sentir el broche en su cabello, sonrió. Sabía lo que significaba. Jay siempre había sido alguien que lo entendía a un nivel más profundo, alguien que nunca olvidaba quién era realmente.
— Gracias —susurró Jimin, emocionado.
Jay se inclinó y le dio un pequeño beso en la frente. Un gesto lleno de cariño y significado. Las despedidas, había aprendido Jay, no siempre eran tristes. A veces, dejar ir te daba la oportunidad de encontrar algo nuevo. Y ahora, mientras veía las luces de la ciudad a lo lejos, comprendió que, aunque el pasado siempre formaría parte de él, su futuro apenas comenzaba.

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Valium // YM
FanfictionSegunda temporada de PARACETAMOL. ¿Qué tan rápido se olvida una mentira? ¿Qué tan rápido un golpe deja de doler? ¿Qué tan rápido se puede dejar de amar? ₊˚✧ (!) Es importante que lean la primer temporada.