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El baño estaba envuelto en una densa capa de vapor, el aire saturado con el dulce aroma de frutos rojos. A Jimin siempre le había encantado su gel de baño, y no podía evitar echarse una cantidad generosa cada vez que lo usaba. Había algo en esa fragancia que le traía calma y le ayudaba a organizar sus pensamientos, especialmente en días como hoy, cuando las cosas parecían moverse demasiado rápido. Cerró el grifo y dejó que las últimas gotas de agua resbalaran por su piel, disfrutando del suave silencio que solo se interrumpía por el eco de su respiración.

Mientras secaba su cuerpo, tarareaba una melodía que había escuchado la noche anterior. Era pegajosa, pero no podía recordar de dónde provenía. No importaba, había asuntos más urgentes en su mente. "¿Qué rayos me voy a poner?", se preguntó a sí mismo, mirando hacia el armario a través de la puerta entreabierta del baño. Siempre había sido de los que planificaban sus outfits con anticipación, pero hoy no había tenido tiempo para eso.

Antes de salir del baño, hizo una pausa. Recordó que Yoongi, seguramente, aún seguía durmiendo en su cama, envuelto en esas cobijas que parecían absorberlo cada vez más. No quería despertarlo. Salió con cautela, sus pies deslizándose silenciosamente sobre el suelo. Fue directo al armario y eligió algo rápido. Un pantalón negro ajustado con finas rayas apenas visibles, ajustado a la cintura por un cinturón de hebilla grande y detalles metálicos, una camiseta corta blanca que dejaba entrever su abdomen tonificado y una corbata negra suelta que le daba un toque despreocupado. El contraste entre la ropa minimalista y su aspecto cuidadosamente arreglado creaba una mezcla de rebeldía y elegancia. No era su mejor elección, pero funcionaría para hoy. "Algo falta," pensó mientras miraba su reflejo, pero decidió no preocuparse por eso ahora. Ya lo descubriría luego.

Mientras tanto, en la habitación, Yoongi estaba sumergido en un sueño profundo, acurrucado entre las cobijas, su respiración tranquila y acompasada. Había algo pacífico en su expresión cuando dormía, una quietud que contrastaba con su usual actitud reservada. Pero esa paz fue interrumpida lentamente por el suave zumbido de la secadora de cabello. Aún medio dormido, Yoongi abrió los ojos con dificultad. Al principio, no sabía dónde estaba. Las luces estaban apagadas, pero una pequeña lámpara de tono violeta en forma de cubo iluminaba tenuemente la habitación, proyectando ondas que simulaban la textura del agua.

Yoongi se frotó los ojos y se sentó en la cama, su cabello negro desordenado, cayendo de forma despreocupada sobre su frente, resaltando su piel pálida. Se veía como si acabara de emerger de un largo sueño invernal. La confusión aún rondaba en su mente, pero el sonido de la secadora en el baño le recordó rápidamente dónde estaba. Se levantó, dio unos pasos hacia la puerta del baño, y tocó suavemente, aún sin estar completamente consciente de lo que hacía.

No pasaron más que unos segundos antes de que la puerta se abriera y la luz del baño lo bañara, revelando a Jimin con su cabello alisado a la perfección. Por un segundo, Yoongi se quedó quieto, paralizado por la visión que tenía frente a él.

Allí estaba Jimin, justo frente a mí. Un aroma delicioso lo envolvía, y me quedé congelado. Su cabello, lacio y brillante, se movía suavemente, como si cada hebra hubiera sido colocada meticulosamente. Me distrajo completamente, como si todo a mi alrededor se hubiera detenido. ¿Desde cuándo pienso que un hombre es bonito? Me hice esa pregunta antes de darme cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo.

Tenía que decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no llegaban. Sólo me quedé ahí, observándolo, notando cómo ese pequeño gesto de abrir la puerta hacía que me sintiera nervioso, algo que no era propio de mí. Sentía como si la habitación hubiera cambiado de temperatura. De repente, era consciente de todo: de la luz que lo iluminaba suavemente, del modo en que me miraba sin decir nada, de lo que estaba pasando entre nosotros, aunque ninguno lo admitiera.

"Te ves... bien", murmuré finalmente, mi voz sonando extraña incluso para mí mismo. No estaba seguro de por qué lo dije, pero lo hice. Quizás para romper el silencio incómodo, o quizás porque, en lo profundo, quería que lo supiera.

Al ver lo bonito que se veía, Yoongi no pudo evitar que su mente viajara hacia aquel maldito día. Sus manos, torpes y llenas de rabia, habían golpeado la piel de Jimin. Recordar ese momento lo llenaba de tristeza. La culpa lo consumía, y aunque intentaba atribuir ese pensamiento a que acababa de despertar, sabía que el verdadero motivo era más profundo. Su cuerpo, actuando por impulso, rodeó la cintura de Jimin, acercando ambos cuerpos en un abrazo que él mismo no comprendía del todo. Era un gesto casi infantil, como el de un niño que busca consuelo al despertar de una pesadilla.

Jimin, sorprendido por el repentino gesto, tardó unos segundos en corresponder al abrazo. No esperaba tal muestra de afecto, pero dejó la secadora en la orilla del lavabo y envolvió a Yoongi con sus brazos, de forma lenta, pero decidida. Sentía la cabeza de Yoongi recargada en el hueco de su cuello, su respiración calmada, mientras su nariz se hundía en el cabello mojado de Yoongi, inhalando con suavidad. A medida que el abrazo se prolongaba, Jimin comenzó a ponerse nervioso.

No podía permitirse hacerse ilusiones. No quería que la cercanía con Yoongi lo llevara por un camino que solo terminaría mal. No podía arriesgarse a caer otra vez. Yoongi, sintiendo la tensión en el cuerpo de Jimin, se separó lentamente, mirándolo a los ojos con una expresión que no dejaba claro si entendía o no lo que acababa de pasar.

Jimin soltó una ligera risa, tratando de aligerar el ambiente. "¿Tienes sueño aún?", preguntó mientras peinaba con cuidado el cabello alborotado de Yoongi.

"Caí profundo, pero creo que ya es suficiente", respondió Yoongi, su voz algo más firme.

Jimin asintió y se dio los últimos retoques en el peinado, mientras Yoongi lo observaba desde la puerta, sus ojos oscuros siguiendo cada uno de sus movimientos. Ambos salieron del baño, y antes de que Jimin pudiera prender la luz de la habitación, se quedaron quietos, mirándose a solo unos pasos de distancia.

Yoongi, sin pensarlo demasiado, estiró los brazos en busca de otro abrazo, y Jimin, sonriendo, se acercó. "Te ves bonito", dijo Yoongi, acariciando un mechón del cabello de Jimin entre sus dedos. Ambos podían escuchar el latido de sus corazones, y aunque ambos insistían en que no era ni amor ni atracción, sino un cariño profundo, sus cuerpos se juntaron en un sincero abrazo.

Hasta que unos gritos desde el piso de abajo rompieron el momento. Escucharon a sus amigos saludando, y luego, la voz inconfundible de Taehyung resonó: "¡Jay!"


El nombre heló la sangre de ambos. Se separaron lentamente y sus pensamientos cayeron de nuevo en la realidad terminando de separarse al instante. Mientras tanto los amigos en el piso de abajo juraban que la sorpresa pondría muy feliz a Jimin. 


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Valium // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora