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— Te ves hermoso.

— Gracias.

Jimin y Jay se dan un beso antes de que el abogado abra la puerta de copiloto para Jimin.

Ayer habían tenido sexo suave toda la noche, hasta que dieron las cuatro de la mañana y Jay regañó a Jimin. Tenía que ir con energía a la escuela y debía dormir. A la mañana siguiente tuvieron un poco más, en silencio en la cama de Jimin, en la hermosa posición de cucharita y luego de nuevo en la bañera.

Ahora ya iban hacia la universidad, Jay tenía que volver.

— Te voy a extrañar demasiado.

— Y yo a usted... Por favor no tarde en venir.

— No lo haré, amor.

Jimin sonríe por el dulce apodo.

Hace unos meses había ido de compras con Jay, y Jimin se había vuelto loco por un pantalón de cargo negro, estaban en tendencia y lo necesitaba. Jay se lo compró, era un estilo completamente diferente al que Jimin solía tener. Pero se le veía hermoso, caliente. El trasero predominaba de una manera casi ilegal. Y claro que Jimin lo combinó con un crop top negro de manga larga. Pero le faltaba algo y Jay sabía bien qué era y cuanto le encantaría.

Saca del bolsillo de su pantalón un broche nuevo. Sencillo, negro. Los ojos de Jimin brillaron y dejó que Jay lo colocara. Luego le dijo que tenía diez minutos más, diez minutos en los que se besaron hasta que no quedó más de ellos. Jay se bajó para abrir la puerta de Jimin y compartieron un abrazo fuerte.

Jimin se sintió bien entrando a la universidad. No le importaron las miradas. Se sentía bien, se sentía feliz y nadie podría contra eso.

Se encontró a Jaewon, quien lo cargó y le dio un par de vueltas.

— Te ves hermoso.

Lo mismo con Taehyung. Le había dicho los piropos más sucios del mundo y Jimin se botaba en carcajadas.

— Te ves muy bien, amigo. No sé si por lo que usas hoy o por el hecho de que sigues oliendo a "estoy siendo jodido por un verdadero hombre".

— Supongo que las dos cosas.

Los tres rieron.

Los nuggets siempre tardaban más. Nunca venían a la cafetería central. Pero estaba cerca y el olor lo había cautivado. Le pidió a Jae y Tae verse ahí.

Hablaba con Bobby por teléfono, a Jimin le gustaba hablar por teléfono cuando tenía que estar con mucha gente alrededor. Así se sentía en su propio mundo. Rió echándose para atrás, y chocó.

Volteó disculpándose, conocía al chico, tal vez en una de las fiesta de Félix, ¿Daehyun?

— Ten más cuidado, marica.

Jimin se quedó helado cuando las manos del tipo lo empujaron hacia atrás. Escuchó a Bobby preguntar si todo estaba bien. Pero Jimin simplemente estaba en blanco.

— ¿Qué? — el tipo se acercó de nuevo — ¿vas a llorar?

Jimin apretó los puños. Pero seguía sin decir nada, hasta que de un jalón en su cabello el broche fue arrancado.

— ¡No!

Jimin se abalanzó hacia adelante. Era un regalo de Jay, era suyo y nadie podía hacer eso.

Se sentía patético. Pequeño. Y el coraje le hacía llorar, haciéndolo parecer débil ante todos esos estúpidos. Quiso arrebatar el broche, pero fue empujado nuevamente. La cafetería estaba viendo todo, y como siempre, nadie hacía nada.

— ¿Te lo regaló tu novio? — la burla eran flechas que se clavaban directo a la valentía de Jimin, debilitándola — Qué lindo, sería una pena si... — Daehyun abrió el broche y con fuerza hizo que se doblara hasta que el material cedió y quedó en dos piezas.

— ¡Hijo de puta! — Jimin se abalanzó nuevamente, su puñito iba directo a la cara del idiota. Pero vio a Yoongi en la fila, siendo espectador de todo. Unos segundos solamente en los que Daehyun se burló y dio el primer golpe, tirando al piso a Jimin.

Y no quería, pero lloró. Vio a Yoongi moverse, las lágrimas empañaron su vista, escuchó algunos golpes, gritos y luego a unas manos ayudándole a ponerse de pie y sacándolo de ese infierno.

Valium // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora