18

11.4K 1.8K 248
                                    

— ¿Creés que le agrade Jiyul?

— ¿A quién no le agradaría? Nuestro Jiyul Es un dulce.

Jiyong sonríe en dirección al pequeño de un año de edad y este se abraza a la pierna de su padre buscando ser cargado, cosa que consigue enseguida junto un beso en la mejilla de su otro padre: Seungri. Los tres recreando la hermosa imagen familiar que cualquiera desearía.

Aunque hacía falta Yoongi. Su familia nunca estaría completa sin él.

— Todo estará bien, dale tiempo y no dejes de insistir, amor — Jiyong recibe un tierno beso en los labios por parte de su esposo. Sonríe.

Es feliz, y le encantaría compartir aquella felicidad con Yoongi.

No lo había encontrado de nuevo e ir a su casa no se sentía correcto. No quería violar su privacidad. Darle espacio era lo mejor.

Pero no podía esperar más. No por falta de tiempo, Seungri y él habían fundado una empresa de exportación de frutas y verduras, les iba bastante bien. No podía esperar porque extrañaba a su hijo. Porque ya se había perdido bastante de su vida y no quería perder más.

Seungri también tiene un gran cariño hacia Yoongi. Para él Yoongi nunca fue un obstáculo que se opuso entre ellos. Seungri siempre tuvo un cariño auténtico por el hijo de Jiyong. Los tres salían de campamento al bosque, pescaban, exploraban y la pasaban genial. Los adultos nunca hacían cosas fuera de lugar en presencia del pequeño, siempre fueron cuidadosos. Bueno, salvo una ocasión, ocasión que hizo explotar la bomba que hace mucho quería explotar.

El proceso de adopción empezó dos años después de que se fueron a Estados Unidos, pero fueron negados por años a pesar de su buena posición económica, una casa adaptable para un bebé en casa. Tenían buenas notas por parte de la trabajadora social. Simplemente... No podían por ser varones.

Pensaron en un vientre rentado, pero Jiyong pensaba que había muchos niños allá afuera que necesitaban amor y un hogar cálido.

Duraron un largo tiempo apoyando económicamente a los orfanatos con pocos recursos. Claro, el dinero nunca lo rechazaban.

Y no se rindieron hasta que hace un año Jiyul se pudo ir a casa con ellos, con justo un hermoso mes de nacido.

Pero no se sentía completo. Necesitaba a Yoongi.

Actualmente vivían en el que fue departamento de Seungri, colocaron protectores en todas las esquinas de muebles, cubrieron los enchufes y adaptaron todo para la comodidad de su pequeño bebé. Pasarían un largo tiempo en Corea. Jiyong pidió dejar una de las habitaciones vacías, sería de Yoongi algún día.

Jiyong no podía negar lo asustado que estaba, recordaba como tratar al Yoongi pequeño, como hacerlo feliz, pero no sabía nada en absoluto de el Yoongi de veintitantos.

Para empezar, ni siquiera sabía si accedería a reunirse con él.

— ¿Vamos a cenar fuera? — Seungri hizo que volviera a la realidad con un beso en la mejilla. Jiyong asintió.

— Iremos a ponernos guapos.

Abrigó bien a Jiyul, amaba llenar el ropero del pequeño con ropa de ultima moda en bebés. Se puso algo elegante y a la vez casual y estuvieron listos para ir por ahí a despejarse.

La noche era hermosa. Jiyul amaba estar en la calle y tocar todo lo que sus manitas alcanzaran. Eligieron un restaurante con juegos para que su pequeño se divirtiera e hiciera algunos amigos.

Comieron pasta, un par de platillos con carne y la noche terminó con un postre de cerezas. Jiyul no quería irse, pero un beso de papá lo convenció.

Caminaron por las calles sosteniendo cada quien una mano del bebé. Una familia hermosa. Irradiaban felicidad.

Y eso lo vio Yoongi desde el otro lado de la acera.

Valium // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora