Capítulo 23.

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*Capítulo anterior*

Mis ojos se abrieron como platos al ver esos ojos azul cielo acorralandome contra una pared de este acoplado, mi respiración estaba más agitada de lo normal y lo único que pude hacer fué arrinconarme más contra esta pared fría.

Narra Marizza:

Pablo me tenía contra la pared, posicionó sus brazos a cada costado de mis hombros y me miró fijamente con sus ojos, que de alguna manera parecían tristes, sin vida. No podía dejar de mirarlos, aunque quisiera, había algo que me lo impedía, como si sus ojos me forzaran a hacerlo.
Mis nervios me hacían una mala jugada y mis piernas flaqueaban ante la seria mirada de Pablo. No sé que me estaba pasando, pero es como si nada de lo que pasó hubiese pasado, como si éste fuese ese Pablo que me inventó en un intento de seducción para su asqueroso plan. Al instante de darme cuenta de como estábamos uno en frente del otro, a tan sólo unos centímetros de distancia, quiste salirme de entre sus brazos y escapar de este momento tan incómodo, pero no pudo ser posible, no me dejaba ir

- Pablo: Por favor, no te vayas.

Lo miré confundida, sus palabras me dolían pero también me volvían loca, la manera en que lo decía, sus labios carnosos emitiendo sus palabras, sus ojos azules mirándome con dulzura, su pelo rubio que con la poca luz se veía más oscuro, su cuerpo, pegado al mío en un intento de no dejarme ir. Estaba loca por este hombre, pero lamentablemente él no sentía lo mismo, sólo estaba jugando conmigo.
Me miró por unos instantes más al no recibir ninguna respuesta de mi boca, me tomó por el mentón, acariciándolo con su suave pulgar y mirándome descaradamente los labios dijo "Perdón" casi en un susurro. Mi corazón latía a mil por hora, no sé si él también lo sentirá, me moría de nervios, se podía escuchar los latidos de mi corazón a kilómetros y eso me preocupaba, no quería demostrarle como me afecta tenerlo tan cerca. Poco a poco acortó la poca distancia que separaba nuestros labios y me besó con ternura, cerré mis ojos y él puso una de sus suaves manos en mi mejilla, acariciándola, mientras con su mano libre tomó mi cuello, pegándome más a él para intensificar nuestro beso. Puse mis manos en su pecho alejándolo lentamente, mis ojos seguían cerrados y agaché la cabeza, nerviosa.
Al abrir mis ojos volví a sentir como levantaba mi mentón para mirarme fijamente.

- Pablo: Marizza, yo...
- Marizza: Pablo no me hagas esto, sabés que me dolió lo que pasó, pero yo estoy dispuesta a olvidarlo y dejarlo atrás
- Pablo: Me vas a perdonar? *dijo, esperanzado*
- Marizza: No Pablo, voy a olvidar lo que pasó pero también te voy a olvidar a vos
- Pablo: Cómo?
- Marizza: Pablo, no te quiero ver más, todo va a ser como antes, las peleas y todo, porque a pesar de todo nos odiamos y no estamos de acuerdo en muchas cosas, pero vos y yo ya no somos más nada
- Pablo: Pero Marizza, yo... yo te
- Marizza: Qué me vas a decir? Que me querés? Ya demostraste que no, deja de decir estupideces
- Pablo: Yo de verdad te quiero, me equivoqué, ya lo sé. Y te juro que me arrepiento demasiado, soy un imbécil por todo lo que hice, pero te juro que te quiero.
- Marizza: Ya es tarde Pablo, tengo que entrar al colegio.
- Pablo: Por favor Marizza, yo sé que soy un estúpido por lo que hice, pero después de haber hecho eso me dí cuenta de lo mucho que te quiero, sos muy importante para mí, desde que te besé que me pasan cosas con vos
- Marizza: Cortala Pablo, chau, me tengo que ir.

Dicho y hecho, me fuí. Pero no sin antes volver a mirar a ese rubio que me había mentido tanto, que me había lastimado. Tenía la mirada perdida y se tocaba la cara con desesperación, era raro. Me miró con una lágrima cayendo de sus hermosos ojos y seguí mi camino al instante, sintiendo dolor. Me dolió pensar que tal vez era verdad todo lo que me decía y está sufriendo, pero no puedo dejar que me falle otra vez, que me mienta, que me use, así que saqué ese pensamiento de mi cabeza, dejándome ver lo que es en realidad, un mentiroso.

Narra Pablo:

La ví ahí parada y no podía creerlo, había vuelto de Italia y estaba completamente diferente. Su pelo, su cuerpo, su ropa, su manera de mirarme. Estaba hermosa, siempre lo fué, pero éste cambio no le quedaba nada mal. Esperé como un tarado que se acercara, que me abrazara y me besara, pero soy un estúpido, después de lo que le hice jamás volvería a pasar eso.
La noto nerviosa, no esperaba verme ahí, ni yo a ella. Me acerqué de a poco, despacio, quería tocarla, sentir su aroma a frutilla, acariciarla, abrazarla. Pero enseguida huyó de mí, se escapó de mis brazos, no me iba a dar por vencido, no después de verla otra vez acá. Corrí en busca de ella, pero al no encontrarla me desesperé, la llamé, la busqué, grité, suspiré y esperé apoyado en un acoplado viejo que nunca había visto acá. Estará ahí dentro?
Esperé a que salga y cuando por fin lo hizo, puse mis manos a sus costados para que no huyera más de mí, la miré a los ojos, esos ojos color chocolate, ya no tenían el mismo brillo que cuando estábamos juntos, es como si ya no me quisiera. Me habrá querido realmente alguna vez?
Quiso escaparse nuevamente después de minutos mirándonos fijamente pero no la dejé, le dije "Por favor, no te vayas" suplicándole que no me deje, que se quede conmigo. Al cabo de un par de minutos más le tomé el mentón, acariciando su suave piel, disfrutando de cada caricia y memorizando este momento con amor, me acerqué muy despacio a sus labios, los miré deseándolos y le susurré un "Perdón". Choque mis labios con los suyos, le acaricié la mejilla y la tomé por el cuello, pegándome más a ella, besándola con amor, con ternura. Ella me correspondió el beso y por unos segundos creí que ella lo deseaba tanto como yo, pero no fué así, me alejó, me apartó de ella en un suave movimiento y agachó su mirada con sus ojos todavía cerrados, me estaba matando todo esto. Le tomé el mentón nuevamente levantando su carita, la miré y comencé a hablar, nervioso por lo que quería decirle, pero no pude. Ella me miró con dolor en sus ojos y en una manera dolorosa me dijo que no me quería ver más, que lo nuestro se había terminado y que nunca más íbamos a estar juntos. Fué como una punzada en el pecho, sentí que cada palabra que emitían sus labios eran cuchillos en mi corazón, me dolía demasiado. Pero qué podía hacer? Si yo arruiné todo, me merecía esto, pero no quería que me dejara de esta forma, la quería mucho como para dejar que se fuera, era egoísta mi pensamiento pero no podía pensar otra cosa.
Se fué, yo sentía una lágrima correr por mi mejilla, una lágrima que no pude contener y miré hacia donde se había ido, todavía estaba ahí mirándome, pero al sentir mi mirada sobre ella se fué.
Lloré, lloré como un niño, me dolía demasiado lo que dijo, que me iba a olvidar, yo no quería que me olvide, quería que me perdone y que por fin estemos juntos, sin mentiras. Sólo nosotros y nuestro amor.
Perdí toda esperanza de ser perdonado ante sus ojos, perdí esperanza a que otra vez estuviera conmigo, ya no creía que vuelva a mí, debía acostumbrarme a vivir sin sus besos, sin sus caricias, sin su amor que tanto bien me hacía. Ya era tarde para arreglar las cosas.
Me limpié las lágrimas y me fuí de ese lugar que me recordaba solamente sus frías palabras. Me pegaba el sol en la cara, me dolían mis ojos rojos de tanto llorar, como pude entré al colegio sin ser visto y me metí en mi habitación, me acosté en mi cama a pensar en todo lo que había pasado hasta dormirme.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora