continuación...
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Marizza.
Al subir en el ascensor le parti la boca a Pablo. No podía rendirme, quería demostrarle que estaba lista sin tener que nombrar esas palabras tan vergonzosas.
Él me empujó contra la pared, apretando su cuerpo con el mío. Sentí una oleada de calor, fuego por la parte baja de mi vientre, un cosquilleo en mi feminidad. Algo increíble y embriagador.
Quería detener el ascensor y llevar las cosas a otro nivel, justo acá y ahora. La calentura no me dejaba pensar con claridad.Justo cuando iba a apretar algún botón para parar el ascensor, Pablo se separó de mi boca. Lo miré confundida. ¿Él no estaba tan caliente como yo?
Podía sentir mis labios hinchados, probablemente rojos por la presión de su boca. Tenía la necesidad de seguir, de quitar toda la ropa que se sentía tan pesada sobre mi cuerpo en plena revolución hormonal, para que él me haga suya, para hacerlo mío y que me haga lo que quiera con tal de parar este fuego que me quema por dentro, provocando que esté desesperada por tenerlo cerca mío.Le pregunté que le pasaba, pero al escuchar un "¿Por qué?" de su parte, sentí furia. Me había dado un malhumor de mierda, sólo por no haber obtenido lo que quería y necesitaba en ese momento: seguir.
Además de que él sólo me dejó ahí, sin darme una explicación ni nada.Mi enojo desapareció completamente, casi en un abrir y cerrar de ojos, cuando él me dijo la razón por la cual había parado: No quería presionarme. Quería esperar a que yo esté lista y segura, sin apurar nada. Dejándome mi espacio y el tiempo necesario como para sentirme preparada para ese momento.
Me mostró el gran bulto que tenía entre sus piernas. Una erección muy grande estaba a mi vista, algo que nunca había visto en Pablo, nunca había visto la reacción de su cuerpo al estar así. Tan calientes.Iba a contestar cuando se abrieron las puertas del ascensor y Pablo me llevó casi arrastrando por todo la recepción hasta llegar donde Mía y Manuel.
Tiempo después, llegaron mi vieja y Franco por lo que salimos del hotel y nos subimos en dos taxis para ir a la casa de Manu.
Yo subí de copiloto mientras los chicos iban en la parte de atrás.El chófer que se encontraba al lado mío, me veía de una forma extraña. ¿Le molestará que esté como copiloto?
En cambio, Pablo lo miraba a él con odio, como si fuese su enemigo. Pronto ambos comenzaban una guerra de unas pocas palabras, mientras Pablo avisaba ser mi novio ya que el chófer me preguntó cuál era mi nombre. Esto era algo insoportable.
Al llegar, bajamos todos con nuestros bolsos en mano, pero segundos antes de que me aleje del auto junto a todos los demás, que ya se encontraban unos metros delante de mí, el chófer me paró en seco tomándome de la muñeca. Lo miré confundida.- Chófer: Siento mucho haber sido un irrespetuoso. Es que, la neta, eres una morrita muy linda y pareces chida.
- Marizza: Todo bien, en serio
- Chófer: Que tengas un lindo día - sonrió
- Marizza: Gracias, igualmente - contesté siendo lo más cortés posible
Seguí mi camino hacia la puerta de la casa Aguirre, donde estaban los chicos esperándome. Pablo me miraba con el ceño fruncido. Seguro espera alguna explicación.
- Manuel: Al fin fosforito. Ven, vamos a entrar - sonrió
Manu golpeó la puerta de su casa y al instante abrió una señora de mi estatura más o menos, pelo castaño oscuro y ojos cafés.
- X: ¡Mi Manolete! - sonrió y abrazó a su hijo - Te estábamos esperando chamaco
- Manuel: Hola mamá, estás hermosa - sonrió - Deja que te presente a mis amigos
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Eterno amor. ©
FanfictionEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.