Capítulo 42.

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Chicxsss.

Antes de comenzar con el capítulo quería pedir perdón por estar tan inactiva. Traté de escribir mil veces pero la falta de inspiración no me dejó escribir nada bueno ni divertido.
Voy a tratar de concentrarme más en los siguientes capítulos y actualizar más seguido, ya extraño Pablizza y me muero porque lean las ideas que tengo...
Sin nada más que decir, acá el siguiente capítulo. ♥️

*Capítulo anterior*

Con una de sus manos acarició mi mejilla y se acercó lentamente hasta que nuestros labios se rozaron. Susurró un "Me hacés muy feliz" y me besó. Era un beso lleno de sentimientos y emociones, lleno de amor y ternura. Sus labios dulces abrían los míos mientras su lengua recorría toda mi boca.
Nos separamos por falta de aire, apoyó su frente contra la mía y sonreímos, felices de al fin estar juntos.

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Pablo

No pude evitar sonreír como tonto cuando Marizza me dió el sí. Esto era lo que esperé por tanto tiempo, tenerla a ella conmigo, a mi lado. Sin mentiras. Sin planes. Sin apuestas. Sólo nosotros dos y nuestro amor.

Yo sin Marizza no sería nada. Ella me cambió para mejor, me demostró que no importa tener plata y mil minas atrás si al final del día no tenés a quien te escuche o quien te apoye en todo lo que te propones. Lo material no es esencial en la vida. El sexo y el alcohol no te llenan ni te hacen mejor persona. ¿En cambio el amor? El amor todo lo puede, siempre y cuando sea un amor sano y alegre que te llene de felicidad.

Cuando la conocí a Marizza, a mi barderita hermosa, jamás creí que podría enamorarme de ella. Si me decían hace tan sólo unos meses que yo iba a estar muerto de amor por la pelirroja nueva, me habría cagado de risa en sus caras. Pero la vida está llena de sorpresas que, por suerte, para mi fueron buenas, o al menos hasta ahora.
Nunca pensé que una chica podría causar tanto descontrol en mí, que iba a despertar mil sentimientos que no sabían que existían.

Ella es todo lo que necesito para ser feliz, sin ella mi vida sería un desastre. Probablemente si no la hubiese conocido ahora estaría con una minita cualquiera, o tomando, no sé.
Le agradezco por eso, por cambiar mi perspectiva de la vida. Por lograr que a este muñequito de plástico, como ella me dice, le importen más las cosas que realmente valen la pena y no las estupideces que creía que me importaban antes.

Después de mi declaración de amor, pasamos la noche entre risas, besos y caricias. Hasta que llegó la hora de ir cada uno a su habitación, era tarde y mañana teníamos clases. Lamentablemente.

Acompañé a mi novia a su habitación, a la cual llegamos bastante rápido gracias a él frío que hacía cuando salimos de el acoplado. Llegamos a la puerta y no quería despedirme, quería estar con ella todo el día y no soltarla, ahora que podía tenerla conmigo.

- Marizza: Bueno mi amor, ya tenemos que ir a dormir - se me iluminaron los ojos al escucharla decir "mi amor" como antes. - ¿Nos vemos mañana en el salón?

- Pablo: Si mi vida. - La besé por unos segundos y al separarnos la miré a los ojos mientras acariciaba su mejilla. - Te amo.

- Marizza: Yo más, me voy a dormir amor.

- Pablo: Descansa

Y así me fuí a mi habitación, con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía un nene con un juguete nuevo, estaba realmente felíz y enamorado.
Cuando entré los chicos ya estaban durmiendo, así que sin hacer mucho ruido me saqué la remera y el jean para acostarme sólo en bóxer.
No duré muchos segundos despierto, el sueño ganó y me quedé dormido enseguida.

Desperté el martes a las 6:45am. Tomé el uniforme y fuí al baño para darme una buena ducha, lavarme los dientes y cambiarme para ir a la clase de historia.
Bajé a desayunar y vi a mi novia sentada en una mesa con sus amigas. No sabía si acercarme o no, si bien éramos novios oficialmente, no sabía si ella quería que lo supiera todo el colegio. Pero al verme se le formó una sonrisa, la cual yo le devolví muy contento.

- Marizza: Mi amor! Vení a sentarte conmigo - dijo. En ese instante pude sentir mi corazón a mil. Por fin estábamos juntos y gracias a dios, a ella no le importaba lo que digan los demás. - Vas a venir? - No me había dado cuenta de que me quedé mirándola como un tarado.

- Pablo: Eh si, si amor.

Me acerqué a ella y la bese en los labios, con cuidado, con amor. La miré y ella con sus manos me hizo una especie de señas para que me siente en dónde antes estaba ella. Después se sentó en mi regazo y comenzó a darme comida en la boca. Dios, amaba a esta mujer.

- Pablo: Cómo dormiste? - dije sonriendo

- Marizza: En una cama - rió

- Pablo: Ah mira vos, que chistosita estas eh

- Marizza: Estoy de buen humor che!

- Pablo: Y por qué?

- Marizza: Porque hay un chico que me vuelve loca, no sabes lo que es - dijo mordiéndose el labio inferior

- Pablo: Quién? - la fulmine con la mirada

- Marizza: Y quién va a ser? Mi novio hermoso! - me abrazó por el cuello y me dió tiernos besitos por toda la cara.

- Pablo: Te amo, te amo!

- Marizza: Yo también - con voz de bebé

Era toda una ternura verla así de cariñosa conmigo. Jamás creí volver a sentir sus besitos cariñosos o escuchar su voz de bebé que tanto amo.

- Luján: Me dan asco

- Pablo: Cállate Raúl - dije riendo

- Luján: Muñequito insoportable

- Marizza: Basta no peleen

- LyP: Él/ella empezó - dijimos al unísono

- Marizza: Parecen dos nenes

- Pablo: Bueno yo soy un nene, pero yo soy tú nene

- Marizza: Sólo mío - dijo y sonrió.

Con una de sus suaves manos me apretó los cachetes y depositó un beso en mis labios. Comenzó a darme besos cortos mientras seguía apretando mis cachetes, y con su otra mano acariciaba mi pelo. Le susurré unos cuantos "te amo" entre besos.

Sonó el timbre avisando que comenzaba la aburrida hora de historia que, por suerte, era la materia en la que debía estar sentado junto a Marizza.
Fuimos hacia el salón con nuestras manos entrelazadas y nos sentamos uno al lado del otro, sonriendo como si no estuviésemos en una clase aburridisima. Llegó la profesora Hilda e inmediatamente nos puso a copiar cosas sobre la revolución rusa, cosa que a nadie le interesa, o por lo menos a nadie de mi salón.
Pasó la hora entre dictados y preguntas aburridas, hasta tocar el timbre.

- Guido: RECREOOOO - gritó mi amigo, como siempre

- Hilda: Lassen, controlese. Salgan sin hacer mucho desorden alumnos.

Estábamos por salir del salón cuando Marizza me tomó de la muñeca y en el oído me susurró "acompáñame", para luego guiarme hasta las escaleras del Hall, donde frenamos para hablar sobre lo que fuese que ella querría decirme.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora