continuación...
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Manuel.
- Pablo: ¿Y entonces? ¿Qué vas a hacer, mexicano?
- Manuel: Voy a invitarla a salir, preparar todo, y vos me vas a ayudar - lo señalé con mi dedo índice.
- Pablo: Me parece justo. Vos me ayudaste, yo te ayudo.
- Manuel: Bueno, a ver... ¿qué es lo que más le gusta a Mía? - pensé en voz alta.
- Pablo: Eso lo tenés que saber vos, tarado.
- Manuel: Ya sé, estoy preguntándome a mí mismo, tarado - dije en tono burlón.
- Pablo: ¿Hablás solo? Creo que necesitas ayuda psiquiátrica - rió.
- Manuel: Y vos necesitas cerrar la boca - rodeé los ojos.
Dale Manu, pensa. No puede ser tan difícil hacer algo que le guste a Mía.
- Manuel: ¡Ahí está! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
- Pablo: ¿Qué? ¿Qué se te ocurrió?
- Manuel: La noche perfecta...
Pablo me veía atentamente mientras yo le contaba cada ocurrencia de mi cabecita. El plan era perfecto; una noche hermosa junto a el amor de mi vida, sin interrupciones, sin presiones ni apuradas, sin terceros, solamente ella y yo.
Mi plan consistía en tres fases: La primera era la más fácil, sin embargo era muy importante. Se trataba de reservar una mesa en el mejor restaurante para ir con Mía, tener algún detalle lindo e inolvidable era algo no muy difícil de hacer y muy hermoso para nosotros dos; La segunda fase era algo más simple y romántico, algo que, aunque nunca se me había pasado por la cabeza hacer, por Mía haría sin dudarlo. Era algo sencillo de hacer, pues lo que se me ocurrió es un baile bajo la luna en las hermosas playas de México. Tenía la suerte de que el restaurante que tenía pensado quedaba justo frente a la playa; Y la última, pero no menos importante, era reservar una habitación de hotel que quedara cerca de esa zona, decorar la habitación para dejarla en un ambiente romántico y ocuparme de dejar todo listo.
¿Por qué un hotel? Simple, no podríamos venir a nuestra habitación y hacer el amor con el miedo de que pudiesen enterarse Franco o Sonia. Yo quería que Mía se sintiera cómoda, que disfrutara sin sentirse mal ni nerviosa. Que pudiera confiar en mí sin que nada la molestara.
- Pablo: Mirá vos, mexicanito. No te veía tan romántico.
- Manuel: Bien que cuando preparamos todo para tu noche de amor con Marizza estabas todo amoroso y dulce.
- Pablo: Es que mi mina se merece lo mejor del mundo. Es perfecta, es...
- Manuel: Si, si, ya cálmate un poco. Ahora es "Mía y Manuel". No "Pablo y Marizza". Así que ya deja de hablar de lo perfecta que es tu mina y mueve el culo.
- Pablo: Que malhumor, che.
[...]
- Pablo: Yo digo, no... no es de mal amigo, ¿Pero no te parece que deberías esperar hasta mañana? Hoy no creo que hayan reservaciones, espera hasta mañana.
Tenía razón, aunque no quisiera admitirlo, hoy no habrían reservaciones por la apresurada decisión que tuve al idear mi noche con Mía. Era muy poco tiempo para hacer todo, por lo que mañana tendría que ser nuestra noche especial.
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Eterno amor. ©
FanfictionEn proceso. [Prohibida la copia parcial o completa de esta historia] © Ella Méndez.