Capítulo 38.

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*Capítulo anterior*

De dónde sacó que yo le dije lo que pasó entre nosotros en las duchas?

No creo que Tomás y Guido sepan lo que hacíamos ayer con Marizza, me preguntaron pero nunca dije nada. Es imposible que sepan lo de nosotros, a menos que alguien nos haya visto.

Marizza's POV

El idiota éste quería que yo vuelva a caer en sus jueguitos, pero eso no iba a suceder, no iba a permitir que se ría de mi como si yo fuese una más de las taradas que están detrás de él, perdiendo su dignidad para poder curtirse una vez al muñequito y que después las tire como si fuesen envolturas.

¿Cómo es capaz de decirme "te amo" a los ojos? Cuando en realidad sólo me odia y le gusta verme así, desquiciada mente enamorada de él.

Fuimos en busca de los idiotas de sus amigos para sacarnos las dudas, que en realidad yo no tenía. Era obvio que él había sido el que inventó que curtió conmigo, sólo que quería quedar como el "principe azul" que siempre es un dulce y que respeta mi intimidad, cuando en realidad es todo lo contrario a eso. Pero bueno, no pierdo nada con escuchar de las bocas de Tomás y Guido lo que yo ya sé. Además que podría ver su cara de derrota después de ver como sus amigos me cuentan la verdad y le sacan la careta de nene amoroso a este estúpido nene de papi.

Después de unos cuantos minutos recorriendo todo el colegio, los encontramos en el patio chico. Estaban sentados en un banco tomando una gaseosa, mientras reían, Dios sabe de qué.

- Marizza: Escuchen par de idiotas - dije, llamando su atención.

- Guido: Ah, acá esta la parejita feliz. Felicidades amigo, nos podrías haber contado igual eh

- Tomás: Sí Pablito, cómo no nos vas a contar que estás con Marizza? Somos tus mejores amigos cabezón.

Me quedé helada. Realmente Pablo no había dicho nada y yo me había dejado llevar por lo que Rocco me contó. Había desconfiado de él y por su cara supongo que no estaba muy contento, sino que parecía que no quisiera verme nunca más.

- Pablo: Es que no hay nada que contar, por qué lo dicen?

- Tomás: Dale Pablo, no jodas.

- Guido: Si loco, se les nota.

- Tomás: Primero que los dos tienen las mismas marcas en el cuello, eso es algo obvio

- Guido: Además de que encontramos una hebilla rosa con celeste en tu mesita y ella tiene la misma. - dijo señalando mi pelo.

- Pablo: Así que por eso sacaron conclusiones de que yo estuve con Marizza?

- Tomás: Y si cabezón, es mucha coincidencia

- Pablo: Y por qué lo contaron a todo el colegio?

- Tomás: No lo contamos, eso es tema de ustedes

- Guido: Estábamos hablando en el bar, capaz que escucharon pero nosotros no le dijimos a nadie

- Marizza: Están seguros? - por fin pude decir algo

- Tomás: Sí Marizza, por qué?

- Marizza: Por nada. Pablo, podemos hablar? - dije, mirándolo fijamente con mis ojos suplicantes.

- Pablo: Para qué?

- Marizza: Vení - Lo tomé de la muñeca y lo arrastré hasta su habitación, ya que ahí no habría nadie molestando.

Necesitaba pedirle perdón, aunque me costara por mi orgullo, debía hacerlo. Él nunca hizo nada malo y yo me comporte como una tarada impulsiva que no sabe pedir explicaciones antes de actuar.

- Marizza: Necesito que me perdones, por favor

- Pablo: Marizza, vos desconfiaste de mí. Ayer me dijiste que me amabas, que querías darme la oportunidad de intentarlo. Y hoy desconfías y te besas con Simón para qué? Para vengarte?

- Marizza: Si, tenés razón, actúe mal. Pero por favor perdóname, tratemos de arreglarlo. Yo te amo en serio Pablo

- Pablo: Yo estuve mucho tiempo esperando que me perdones, que me digas que me amas y poder estar con vos.

- Marizza: Entonces?

- Pablo: Entonces te perdono, pero confía más en mí. Yo sé que te mentí y jugué con vos, pero me arrepiento y trato de demostrártelo

- Marizza: Si tenés razón, perdón

- Pablo: Ya está

- Marizza: Entonces... Me perdonas?

- Pablo: Si pelirroja impulsiva

Y dicho ésto me besó, abrazándome con sus fuertes brazos mientras sus labios dejaban un dulce sabor en mi boca.

Al fin íbamos a poder ser felices, al fin podía volver a sentir esos labios sobre los míos, sin tener miedo a que los demás sepan que estamos juntos. Sin planes, sin apuestas, sin Simón, sin Sol. Esperen, sin Sol?

¿Había dejado ya a Sol?

No lo sabía, así que me separé de sus labios y saqué sus brazos de mi cuerpo para mirarlo a los ojos y comenzar a sacar mis dudas acerca de la estúpida muñequita sin cerebro.

- Marizza: Esperá

- Pablo: Qué pasa? Ya te arrepentiste de estar conmigo?

- Marizza: No es eso. Cortaste con Sol?

- Pablo: Uy, no. - dijo golpeando su frente con la mano abierta. - Me olvidé.

- Marizza: Bueno, hasta que no cortes con ella... - me acerqué a sus labios, quedando a milímetros de distancia. - No podés besarme.

Corrí rápidamente mi cara antes de que impacte sus labios sobre los míos y me dí la vuelta, dejándolo sólo en la habitación. Pero a los pocos segundos lo tenía pegado caminando conmigo.

- Pablo: Ya le corto, acompáñame - dijo tomando mi mano para seguirlo hacia la cortada de rostro para la taradita. Aunque un poco de lástima me daba esa hueca.

Fuimos corriendo de la mano por todo el pasillo hasta llegar a la habitación de Sol. Pablo golpeó la puerta y esperamos a que abran.

- Sol: Mi amor! Qué haces acá? Y por qué estás con ella? - dijo, mirando nuestras manos entrelazadas.

"Matate, 'mi imir' muñequita estúpida", Pensé.

- Pablo: Venía a decirte algo Sol

- Sol: Seguís sin decirme que haces con esta Pablo. No te quiero con ella mi amor

- Pablo: Quiero que cortemos Sol, no te quiero. Perdón, pero en realidad yo amo a Marizza - dijo mi muñequito lindo y yo me morí de amor al ver como lo decía.

- Sol: Qué? De qué estás hablando Pablo? Yo soy tu novia, no ella

- Pablo: Bueno Sol, ya te dije, no quiero seguir con vos. Nos vemos y perdón.

Y así, sin decir una palabra más salimos de ahí, con nuestras manos todavía entrelazadas y unas sonrisas clavadas en nuestros rostros. Parecíamos dos nenes enamorados, y eso éramos.

No había cosa que me hiciera más feliz que estar junto a Pablo y ser felices juntos, demostrarnos amor mutuamente. Darnos besos cada dos segundos y hacernos mimos, eso era la felicidad para mí y ahora nada ni nadie podía arrebatarme ese sentimiento.

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora